¿Tú también, Bruto?


Tu quoque, Brute, fili mi?»
Traducción: «¿Tú también, Bruto, hijo mío?»
En la obra Julio César de William Shakespeare se cambió por «Et tu, Brute» (¿Incluso tú, Bruto?»), aunque las últimas
palabras de César no están claras. Según Suetonio, las últimas palabras de César fueron en griego: «και συ, τεκνον;»
(«¿También tú, hijo?»).

Ustedes me disculparán pero hoy el tema viene plagado de citas. Y es que no he encontrado mejor método para acercarme a este tema, al menos es lo que he encontrado para evitar hablar de cuestiones personales.
Comencé por la más conocidas de todas las citas referidas a la traición. Y es que éste es el tema que me preocupa hoy (y viene haciéndolo desde hace unos años por circunstancias varias que me han hecho víctima de ellas; como se ve, las referencias personales son inevitables, pero intentaré mantenerlas en el mínimo posible).
Sigo con una somera explicación, también personal: Quiene esto escribe vivó durante seis años en los Estados Unidos. Al regresar a la Argentina, comencé a sufrir, de inmediato, todo tipo de traiciones, desde las de 20 centavos hasta las de miles de pesos; es decir que me encontré con aquel que te traicionaba casi por deporte y con aquel otro que lo hacía con saña y premeditación, y que, obviamente, producía un daño mayor.
Cierto día, una persona muy inteligente y analítica me dio su explicación de por qué ocutría esto. Según él, El gobierno militar primero, y la crisis económica después (la famosa crisis del 2001), rompieron el tejido solidario clásico del pueblo argentino. Éste no es una quimera ni una idealización mítica del pasado, era una realidad de la que tengo memoria, aún cuando en los tiempos de la dictadura militar yo no era más que un niño de escuela primaria. Según esta hombre, el temor que produjo la dictadura (el «despegarse» del otro, ya que ser amigo de un amigo de un amigo de alguien que había sedi secuestrado o sospechado era suficiente como pasar a ser un sospechoso en potencia) y la crisis dell 2001 (que produjo una especie de «sálvese quien pueda, y si alguien queda en el camino, mala suerte»), fueron los causantes de esta modalidad enquistada en lo más profundo de la personalidad argentina de hoy: la traición como modo de vida.
Quizá suene exagerado, y quizá haya, realmente, un ligero tinte magnificador en ello; pero si existe es muy a pesar mío y, eso sí puedo asegurarlo, es muy, muy pequeño. Lo único que puedo decir es que, desde hace seis años he sido víctima de traiciones pequeñas, medianas y grandes por parte de todos los estratos de la sociedad. Policías, comerciantes, amigos, compañeros de trabajo, familiares, conocidos, jefes, subalternos, vecinos. De algunos de ellos podría dar no solo un ejemplo, sino varios.

En el día de ayer no una, sino dos personas me dieron la cuota semanal de traición. Trastocando todos mis planes y sin ningún respeto por mis sentimientos o mis necesidades. Claro, éste tipo de traición de la que hablo no es como la de la cita de Shakespeare, alguien que planifica apuñalarte -no literalmente, por fortuna (o al menos hasta ahora)-, sino que me refiero a que actúan según su provecho aún sabiendo que afectan directamente a otro. ¿Qué importa si alguien sale lastimado? ¿Qué importa si el otro todos sus planes deshechos por esa actitud? El otro ha dejado de ser un Otro -es decir un igual- para transformarse en otro, con minúsculas, es decir alguien ajeno, alguien menor, alguien sin importancia.
Bien, basta de hablar de mí.

Vamos a las citas:

«Debemos desconfiar unos de otros. Es nuestra única defensa contra la traición».
Tennessee Williams

Bien, totalmente de acuerdo con Williams: Desconfiar de todos es la única defensa: Pero yo paso. No puedo, no podría jamás, desconfiar de todos los que me rodean. Es algo natural en mí (¿será por eso que soy una víctima fácil?), pero cuando alguien me dice algo, le creo. Siempre y cuando lo que me digan se encuentre dentro de lo razonable, por supuesto. Mi incredulidad se reduce a la honestidad del interlocutor, no a la imbecilidad del que cree en el fin del mundo para este año o afirmar la existencia del monstruo del Lago Ness. Prefiero confiar; y si me engañan no soy yo el culpable (frase de consuelo que no sirve para nada, el dolor de saberse traicionado no se calma con estas frases de ocasión; aún así, la sigo usando).

«Más traiciones se cometen por debilidad que por un propósito firme de hacer traición».

François de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

De las dos traiciones de las que hablé, de las dos de ayer, una es de este tipo. Creo la falta de experiencia de esta persona hizo que actuara de un modo egoísta, pero que su fin no fue el de producir daño, al menos no de un modo premeditado (paradójicamente, fue la que más daño produjo). La otra persona no, actuó fría y deliberadamente. Me guardo los calificativos.

Luego tenemos:


«Con ciertas personas vale más ser traicionado que desconfiar».

Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán.

No voy a agregar mucho, para mí es una frase perfecta y voy a usarla para confirmar mi punto de vista: prefiero creer (es decir: correr el riedgo de ser traicionado) antes que desconfiar.

Y por último, mi amado Nietzsche:

«Sé al menos mi enemigo»: así habla el verdadero respeto que no se atreve a implorar amistad.
Friedrich Nietzsche

Las cosas claras. Que otra vez el otro se convierta en Otro, en un igual, en un semejante; y si por alguna razón no podemos estar del mismo lado, pues no lo estemos. Pero seamos honestos.

11 comentarios el “¿Tú también, Bruto?

  1. La Biblioteca del Fauno dice:

    El tema de la traición es algo que me resulta muy atractivo. En mi blog también realicé un texto sobre esto mismo, aunque tu post es mucho más completo con respecto a historia.

    Un saludo.

    Fauno.

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    • borgeano dice:

      Gracias por tu comentario, Fauno. Pasé por tu blog pero sólo pude echar un vistazo rápido (en media hora ya tengo que irme), maña espero disponer de más tiempo y verlo más tranquilo.
      Gracias por pasar por aquí.

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  2. Jodeeeeerrrr, y perdona la ordinariez. Es impresionante. Además me llega tu entrada en un momento en el que estas palabras (estoy segurisima) que las has escrito para mi.
    Yo, y no hablo de ti, estoy en el grupo de las idiotas que creen que todo el mundo es bueno, ea!.
    Claro me llevo cada torta me me hacen girar sobre mi misma. Y encima depués defiendo a esa persona pensando que no es mala, que es ignorante (ahora me doy la torta yo sola).
    Así que he decidio tatuarme hoy en mi mano derecha para que cuando la extienda para saludar pueda leerla:

    “Debemos desconfiar unos de otros. Es nuestra única defensa contra la traición”.
    Tennessee Williams

    para ver si aprendo algo ya que, de tanto dar vueltas, me estoy mareando y veo ya maldad doble.

    Ni te imaginas cuanto me ha gustado tu entrada.

    Mil gracias.

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    • borgeano dice:

      Somos varios Latidos. Y sigo convencido de que es preferible ser así antes que ser un miserable. Porque otra cosa que tiene el traidor y que apenas toqué en el post (sólo se desprende de la frase de Nietzsche), es que el traidor es, también, y por sobre todo, un cobarde; ya que actúa a espaldas del traicionado.
      Hoy, menos de veinticuatro horas luego de haber escrito el post, sufrí otra traición (y la palabra es exacta) de parte de un familiar muy, pero MUY cercano. Sentí pena por él. Es lamentable ver a alguien querido rebajado a poco menos que un canalla.

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  3. Dios mio, que rachita llevas. Rezo por ti que seguro eso funciona.

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    • borgeano dice:

      Pues así es. Ha llegado a un punto en que por primera vez en mi vida tengo que tomar pastillas para los nervios. Y todo por las actitudes del a bendita humanidad que nos ha tocado en suerte.

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  4. von klausser dice:

    De una manera u otra los pueblos han sido llevados a su máximo individualismo, estoy de acuerdo, así, desmembrados, somos más susceptibles a cualquier manipulación, todo ello en aras de la libertad y su adalid: el liberalismo traidor del hombre.

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  5. gaviotasinamor dice:

    «Debemos desconfiar unos de otros. Es nuestra única defensa contra la traición”.
    De acuerdo con esta cita, hasta cierto pundo porque desconfiar de todo el mundo a veces cansa no crees?

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