Vigilar, controlar, castigar. Parte I

Michel Foucault publicó en 1975 su estudio titulado Vigilar y castigar.  En él examina los mecanismos sociales y teóricos que hay detrás de los cambios masivos que se produjeron en los sistemas penales occidentales durante la era moderna. Allí hace referencia al Panóptico de Bentham.

Jeremy Bentham, en 1791, diseñó un sistema carcelario llamado panóptico. En palabras sencillas: el panóptico es una prisión circular con una torre en el centro. En dicha torre se sitúa el guardia, el que puede observar, de este modo, a todos los prisioneros. La torre central posee cristales que permiten la visión del guardia, pero impiden a los hombres encarcelados verlo a él.

El guardia ve al preso pero el preso no puede ver al guardia. Todos sabemos que, cuando una persona es observada, se comporta de manera diferente del modo en que lo hace habitualmente (no hay más que pensar en nosotros mismos; en las muecas que hacemos cuando nos cepillamos los dientes o en como cantamos a viva voz bajo la ducha. Y ni hablar si tenemos la casa sólo para nosotros durante un fin de semana).

Aquí se produce el primer giro interesante del diseño. El prisionero se sabe observado por el guardia y adapta su conducta para no ser castigado; es decir, se comporta de la mejor manera posible. Luego de un tiempo, ni siquiera es necesario que haya un guardia en la torre. Basta con que el prisionero suponga o crea que hay un guardia en la torre. Ante la duda de si hay o no un guardia en la torre, el prisionero se comportará como si lo hubiera. el prisionero comienza a autovigilarse; a autocontrolarse. El panóptico es el sistema de vigilancia perfecto: el prisionero se vigila a sí mismo.

Breve digresión:

En 1948, George Orwell publica su famosa novela 1984. Si no la han leído, seguramente conocerán a uno de los «personajes» principales: el llamado Gran Hermano. ¿Les suena? El Gran Hermano es, lisa y llanamente, el poder; y controla y vigila a todos los habitantes. ¿A todos? Bien, no a todos directamente. Orwell se encontró con un problema. No se puede controlar a todos  al mismo tiempo. Si B controla a A, ¿Quién controla a B? Digamos que lo hace C.; entonces ¿quién controla a C? Etc. Orwell sale del pasomcon una solución sencilla: hace que el Gran Hermano  controle directamente y durante las veinticuatro horas a los integrantes del gobierno -sin controlas a los controladores, por extensión controlas a todo el pueblo-.

¿Y adónde quiero ir a para con todo esto? Vamos al grano. A esto:

Hay millones de cámaras de seguridad en todo el mundo. ¿Hay alguien detrás de ellas? No lo sabemos. Pero cuando vemos una cámara de seguridad nuestro comportamiento se modifica. Somo los nuevos prisioneros del panóptico foucaltiano. Nos vigilan las veinticuatro horas y, a diferencia del 1984 de Orwell no necesitan que haya una persona detrás de cada cámara. Con las nuevas tecnologías todo se graba; es decir que todo podrá verse de ser necesario.

Así que, cuando veas una cámara de seguridad, no lo olvides, no importa si hay o no una persona detrás de ella. El Gran Hermano te vigila.

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9 comentarios el “Vigilar, controlar, castigar. Parte I

  1. La Biblioteca del Fauno dice:

    Muy interesante. Autovigilarse y autocontrolarse. Creo que ya lo hacemos mucho controlados por el sistema.

    Creo recordar un anuncio de Apple que va contra el gran hermano de Orwell. Una deportista que lanza un martillo contra una pantalla de cibe que todos observan hipnotizados.

    ¿Existe alguna carcel como la que comentas?

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    • borgeano dice:

      No que yo sepa con seguridad. Es más, creo que el panóptico funciona más como idea que como realidad. De allí que sea usado más como concepto filosófico. La seguridad de las cárceles pasa por otros lados (y depende, claro está, de qué país se trate y de quiénes sean los presidiarios, tal como ocurre en la sociedad, también hay presos «de primera clase»).

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  2. Simplemente Carmen dice:

    Asi es amigo Borgeano estamos vigilados por todas partes amigo mio!! un buen post el tuyo gracias!
    Has visto la serie Vigilados? ahora la está poniendo aquí por la sexta muy buena por cierto le dediqué yo un post en gaviota..
    Saludos

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  3. Yo me quedo con la idea de que nos vigilamos a nosotros mismos. Para mi somos nuestro peor enemigo (vigilante) Es más, a mi hasta e gustaria haber tenido cámaras que filmasen mi vida. Me merea la idea de tener que demostrar hechos a personas que de pase no me van a creer. Si todo quedase grabado hasta yo misma sabría decir que ha pasado. Los recuerdos se pueden deformar y vivir apegada a algo que no pasó. Pero, y si pasó.

    Una vez me lo preguntaron , no hace mucho. Lo grababa?????
    La pregunta me aterró, por con el paso de los días me di cuenta que todo sería demostrable.

    Uy, uy! que entrada más generadora de pensamientos. Gracias Borgeano.

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  4. borgeano dice:

    Te entiendo (ya sabrás a qué me refiero, acabo de dejarte un comentario en tu espacio antes de leer éste). Yo creo que -y al menos es la opinión que hoy puedo decir con firmeza, con total entereza de hombre- que no tengo que demostrar nada. Ya estoy cansado de hacerlo. Mi palabra es mi verdad; y si alguien no quiere creerme pues lo siento. Allá él. Sé que esto puede producir malos entendidos o similares; pero uno ha crecido y vivido para ser una persona honesta, educada, respetuosa; entonces, ¿quién puede dudar de mi palabra? sólo aquél que no me conoce, y ante éste no tengo ninguna obligación.

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    • Me pillas hoy baja y tus palabras así escritas y casi oidas pues ya te pongo voz me levantan el ánimo y me dan fuerza. Quiero grabármelas en mi mente hasta llegar el punto de sentirlas. Hoy Latidos habla, con la furia de un caballo salvaje. Mil gracias.

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  5. borgeano dice:

    Disculpa Latidos, pero se me fue el comentario para otro lado. hoy quería escribir la segunda parte, pero no pude hacerlo. Quizá mañana. Allí responderé lo que me dices; no puedo adelantarte nada (porque sería muy extenso, no por otra cosa), pero el todo se graba es relativo. Mañana verás.

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  6. Te espero impaciente, lo sabes. Aqui casi es hora de acostarnos. Hasta dentro de un ratito. Qué descanses tú también. Buenas noches.

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