«¿Qué poder tienen las grandes obras de arte en mi vida que me hacen sentir tan feliz?» No lo sé: Leemos en la ignorancia. Leemos en largos y lentos movimientos, como flotando en el espacio, ingrávidos. Leemos llenos de prejuicios, con malicia. Leemos con generosidad, llenando vacíos, corrigiendo errores. Y a veces, cuando las estrellas son favorables, leemos conteniendo el aliento, con un estremecimiento, como si alguien o algo hubiera «caminado sobre nuestra tumba», como si, de repente, hubiéramos rescatado una memoria de un lugar profundo dentro de nosotros mismos; el reconocimiento de algo que no sabíamos que estaba allí, o de algo que se siente vagamente como un parpadeo o una sombra, cuya forma fantasmal sale y se instala en nosotros que no podemos ver lo que es, lo que nos deja más viejos y más sabios.
Holland House library, Londres, luego de un bombardeo alemán en octubre de 1940
Esta lectura tiene una imagen. Una fotografía tomada en 1940, durante los bombardeos de Londres en la Segunda Guerra Mundial, muestra los restos de una biblioteca medio derruida. A través del techo destrozado se ven edificios fantasmales, y en el centro del local hay un montón de vigas y piezas de mobiliario. Pero las estanterías en la pared se mantuvieron firmes y los libros parecen enteros. Tres hombres se encuentran entre los escombros: uno, como si dudara acerca de qué libro escoger, parece leer los títulos de los lomos; otro, con lentes, se dispone a sacar un volumen; el tercero está leyendo sosteniendo un libro abierto entre las manos. Ellos no le están dando la espalda a la guerra, ni haciendo caso omiso a la destrucción. No prefieren los libros a la vida exterior. Ellos están tratando de persistir ante la adversidad común; están afirmando el derecho de todos a preguntar; están tratando de encontrar otra vez —entre las ruinas, en medio de esa asombrosa percepción que la lectura a veces concede— una manera lúcida de comprender.
Una historia de la lectura. Alberto Manguel.
hermosa manera lúcida de comprender y cuanto sentimiento contenido me despierta esa manera de entender….
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Realmente, el libro que cito es una de las más brillantes exposiciones que he leído, sobre este tema de la comprensión y mucho más.
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Es tremenda la foto y también la descripción. En mexicano decimos: «me pone chinita la piel» (me enchina la piel) todo lo que implica, el subtexto, pensar quiénes son y por qué están ahí, qué les pasa por la cabeza, qué ruidos están oyendo, de quién era la biblioteca, etc. Manguel está en mi lista de pendientes para arrancar pronto a leerlo de tapa a tapa, no a pedazos. Estoy segura de que se volverá lectura de cabecera, como veo que ha sido para ti.
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Desde hace unos años, he tomado la cotumbre de escribir algo cada vez que termino un libro, puede seruna especie de crítica o un mero comentario; todo depende de lo que el libro me haya provocado y del humor que uno tenga, el que también influye. Ayer anoté el libro de Manguel y lo último que puse fue: «Estoy seguro de que este libro nunca estará muy lejos de mi mesita de luz» Creo que eso sintetiza lo que me provocó su lectura.
Cariños y agradecido por tus palabras.
P.D.: Ayer, por la noche, me quedé viendo un reportaje muy interesante a un biólogo molecular, el que me hizo pensar en ti. «Creo que este reportaje le interesaría mucho a D.» Voy a ver si lo encuentro en la red y te paso el enlace. Ha publicado un libro recientemente, el que me había llamado la atención hace un mes o algo así (no sabía quién era el autor hasta que ayer lo vi sobre la mesa, durante el reportaje). El libro trata sobre la creatividad, funcionamiento cerebral, etc. El biólogo en cuestión medita –y habla de las virtudes de esta disciplina– etc.
Otra vez me fui por las ramas. Sorry.
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Pues ya descubriste que te espío (por eso sabía que Manguel está entre tus libros de cabecera, ja!). Me interesa lo del biólogo, sobre todo por el coctel explosivo biología molecular-creatividad-meditación. Menuda mezcla! Espero ansiosa más información…
Abrazo
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Pues lo he buscado (quería verlo otra vez, ya que lo «agarré» empezado, pero creo que vi la mayor parte) y no le encontré. Quizá porque es demasiado reciente. En youtube hay otras emisiones del mismo programa, así que supongo que en algún momento lo subirán. El libro lo voy a comprar mañana, pero eso te lo cuento luego. el título no me parece genial (aunque me llamó la atención hará cosa de un mes, sobre todo porque todo libro que lleve la palabra «creatividad» o «inteligencia» en la portada, me obliga a posar mis ojos en él; aunque sé también que hay mucha porquería –con todo esto de la new age o autoayuda– al respecto). Más noticias a la brevedad.
Cariños.
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Encontré, al menos para pasar el rato, éste reportaje; creo que con el «copete» de la nota ya te va a caer en gracia: http://www.lanacion.com.ar/1518374-bachrach-el-cerebro-en-estado-de-enamoramiento-es-parecido-al-que-esta-bajo-los-efectos-de-la-cocaina
Seguiré buscando el programa.
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Me cayó en gracia, sin duda. Con razón últimamente a veces me siento como perdida/drogada y lo único que he tomado es agua de limón. Ahora sé que puedo echarle la culpa a mi novio! Me recordó una frase de la escritora mexicana Ángeles Mastretta: «La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota». Ídem.
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Pues también lo entiendo a tu novio (cuando leas el post de hoy –si es que lo haces, no hay obligación de ello), comprenderás. Creo que él estaría de acuerdo con la idea básica del tema de hoy. Mastretta tenía razón, pero ella, como buena mujer, sólo habla de las de su sexo. A los hombres nos pasa exactamente lo mismo.
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Me parece una imagen fascinante. La vida abriéndose paso ante lo terrible. Gente que a pesar de la destrucción, todavía es capaz de buscar un poco de cultura y abstraerse en ella. Besos
Ana
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Gracias Ana, la primera vez que vi esa imagen, hace años, me resultó «shockeante» si se me permite el término. Al encontrarla en el libro de Manguel, sumada al texto que lo acompaña, se me hizo casi imposible no compartirla.
Cariños.
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Exquisito!
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Vuelvo a leer la entrada para refrescar la memoria y coincido contigo: Exquisito (puedo decirlo abiertamente ya que el texto no es mío). Por cierto, me diste muchas ganas de volver a leer ese libro…
Un abrazo.
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