Babel, de Miguel Russo

En un capítulo de Los Simpsons, Homero dice algo así como «Le pedí a Dios un bicicleta, pero como sé que la cosa no funciona así, robé una bicicleta y después le pedí perdón a Dios.» Más o menos bajo la misma idea, es decir, sabiendo que los Reyes a los ateos no nos traen nada, y como no voy a empezar a robar a esta altura de mi vida, salí y me compré uno libros. Volví a casa con estos tres volúmenes:

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«Ustedes saben, dice Babel, inclinado sobre la mesa, las palabras no son tan fáciles. Muchas veces se esconden. Yo no, dice, y levanta la cabeza hacia la luz brutal que lo enceguece. Pero las palabras, a veces, se esconden y no dejan que uno las encuentre. De eso trabajo, dice, ya lo saben: busco palabras.»

Como es obvio por la cita y por el título, el primero en caer en batalla fue Babel, de Miguel Russo. Babel (Isaak Emmanuelovitch Babel) fue una de las tantas víctimas de las tristemente famosas purgas estalinistas. Luego de permanecer por un año en prisión, es condenado a muerte el 26 de enero de 1940 (la ejecución se llevaría a cabo tres días después). Miguel Russo, en esta breve novela, recrea —a partir de algunos pocos datos históricos— no sólo los últimos días del escritor ruso sino, también, parte de su pasado y de su amistad con Máximo Gorki y André Malraux; a lo que suma la mirada de los torturadores y de la absurda burocracia estatal rusa de aquel entonces.

A través de capítulos breves Russo va armando la trama compleja de esta historia incompleta (las dictaduras se han caracterizado por el ocultamiento sistemático de todo documento que pueda echar luz sobre estos casos) y nos adentra en esa maquinaria kafkiana.

«El primer golpe le arranca los anteojos. La luz, brutal, se clava en sus ojos. Shwartzmann y Kuleshov tienen tiempo. Y en ese tiempo que tienen, miran al hombre sentado en la silla, prenden cigarrillos y, metódicos, serenos, alisan el bloc de hojas sobre la mesa, dejan de lado la lapicera y comienzan el interrogatorio. Sin pasión, Shwartzmann y Kuleshov. Sin ningún tipo de pasión, Kuleshov, al escribir 29. Sin pasión:1939.

         —Está aquí por su constante prédica antisoviética. su traición, para definirlo bien. ¿Es verdad?

         —No, no es cierto. No soy traidor.

         —De ese modo no estaría aquí. Dice que es inocente, pero está detenido. ¿Cómo puede resolver esa contradicción?»

El estilo de Russo (al que leo por vez primera), es rico, variado, y muy imaginativo; pero el constante uso de repeticiones —lo que a veces le permite cierto registro poético muy adecuado para transmitir sensaciones—, a veces lo hace tropezar y crear algunas confusiones innecesarias. Excepto por esos pequeños escollos, la novela se lee con placer y pasión.

«Se libera su mano. No hace falta que recorra con su mirada las paredes descascaradas por la humedad y la ventana enrejada y cubierta de polvo y grasa. Babel es Babel. Y escribe.»

12 comentarios el “Babel, de Miguel Russo

  1. Dessjuest dice:

    En realidad el recibir o no regalos de los reyes depende poco del nivel de fe que tengamos o incluso de cómo nos portemos, los reyes son los padres, o caso de Urdangarín los suegros y depende de la pasta 😦

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  2. gaviota simplemente dice:

    Eejejejee que razón tiene Dess los reyes son hipócritas tanto tienes tanto vales! a mí nunca me tren lo que pido ajajaa
    Felicidades por los tres volúmenes tienen buena pinta!! Homeo sabe mucho ajajaa buen día ateo irás a los infiernos

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  3. elssamolina dice:

    Nada mejor que engañar a los reyes…¿de que modo? comprándote cuando puedas y quieras lo que te guste. En este caso, tus tres libros me parecen maravillosos . Bonito blog. Saludos. Elssa Ana

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  4. danioska dice:

    Suenan bien los tres. Mi novio acaba de comprarse también el de Piglia, así que tendré opiniones tuyas y suyas, será interesante. Si me «convencen» entonces lo leeré en su momento. =)
    En cuanto a la cita de Babel, lo que transcribes es brutal porque además el tema lo es, sin duda. Justo estoy leyendo «Los disidentes del universo», un libro de ensayos que recrea imaginativamente la vida de personas, digamos, «raras», es decir, con aficiones peculiares. Estoy leyendo sobre un tipo que se dedicaba a refutar las supuestas últimas palabras «poéticas» de los famosos, con el fin de demostrar que fueron inventos de la familia para crear una imagen incólume, cuando en realidad el individuo en cuestión había maldecido o dicho una estupidez. En ese caso hay humor, aquí hay tragedia. Lo cierto es que los últimos momentos/ las últimas palabras generan interés. ¿Será porque futureamos sobre que diremos nosotros mismos en los momentos finales?
    Ya me dejaste pensando…
    Abrazote

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    • Borgeano dice:

      Eso de «dejar pensando» al otro es compartido y, sin duda, es una de las cosas que más disfruto. El de Manguel ya lo terminé y ya arranqué con el de Piglia, el que hasta el momento huele muy bien. Interesante lo que cuentas sobre «Los disidentes del universo». El tipo ése que refutaba las últimas palabras me parece un genio total. Hay mucho material sobre el tema de las últimas palabras o los últimos momentos. En este momento recuerdo dos: las de Einstein, que no se sabe qué dijo porque sus últimas palabras las dijo en alemán y la enfermera que lo estaba cuidando en ese momento no hablaba ese idioma; y la historia de Sarmiento, el cual murió sentado en su escritorio, escribiendo, incluso con la pluma en la mano, hay una famosa fotografía que lo atestigua. Pues… nada de eso, el viejo murió en la cama pero como consideraron que eso era poco trascendental sentaron al muerto frente al escritorio, etc. Todo un tema, sin duda.

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      • danioska dice:

        Pues no me sabía ninguna de las dos historias que cuentas, son muy buenas, en especial la de Sarmiento! Pues sí, el tipo del que habla el libro es fascinante. La de mitos construidos en torno a esas últimas palabras que, además, como el mismo autor señala, luego resultan no ser las últimas: si al muertito le da por aparecer como fantasma o ser invocado a través de un médium sigue haciéndose oír…
        Hace tiempo subí al blog dos o tres posts sobre las palabras póstumas de escritores suicidas y disfruté mucho investigar al respecto. Como dices, todo un tema…
        Abrazo

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  5. María dice:

    Tres libros de autores que no he leído (ahora ando con uno de Némirowsky) pero que tal y como los presentas me parecen atractivos. Cuando consiga ir leyendo los que aún tengo pendientes, los busco.
    Por lo del tema de los Reyes, pues… ya sabes, va en función de lo que tengas o mejor de lo que tenga quien te lo vaya a regalar ¡claro!
    Abracetes…

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    • Borgeano dice:

      El tema de los libros es complejo, no siempre los gustos de uno coinciden con los del otro. ¡Viva la subjetividad! De todos modos, a medida que voy leyendo voy posteando mis impresiones (es una costumbre que comencé hace unos años, cada vez que termino un libro escribo un comentario, eso me ayuda, a veces, a una mejor comprensión del texto. Es increíble lo que logra la escritura. A veces salen a relucir cosas que no había notado a un nivel consciente).
      De todos modos, uno siempre se ve tentado por los comentarios de los otros blogueros (además uno los va conociendo y se va «arrimando» a aquellos que le son más afines), así que de vez en cuando pruebo alguna de las cosas que leo en los blogs amigos.
      Cariños, otra vez.

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