Indignarse es fashion

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Leo, en el número de ayer de la revista Ñ, un breve artículo que hace referencia a la imagen que inicia este post: «Cuando uno se entera de reacciones como las que produjo en Estados Unidos la aparición de una simple remera con la palabra “depression” estampada, puede creer que la gente extraña la presencia del Gran Hermano.» […] «Las protestas masivas del público en Twitter y demás redes sociales sostenían que Urban Outfitters trataba de “glamurizar y convertir en moda una enfermedad mental”. Hablamos de Estados Unidos, donde el Prozac, más que un antidepresivo, es un concepto omnipresente en la cultura y el léxico cotidiano. Prozac es una palabra común en el cine, en la literatura, en la televisión estadounidense.»

Poc0s conceptos me parecen tan ridículos y perniciosos como el de lo políticamente correcto. Y esa manía moderna de ofenderse o indignarse por cualquier cosa —hija directa y legítima de lo políticamente correcto—ya está inmersa en el ridículo más pleno y absoluto. Les dejo dos puntos de vista diferentes sobre el tema de la indignación y de la ofensa. El primero de ellos pertenece al programa de radio La venganza será terrible, conducido por Alejandro Dolina:

El segundo es de una exposición de Richard Dawkins en la Universidad de Berkeley. Lamentablemente, no conseguí ninguna versión con subtítulos; pero de todos modos, para aquellos que no comprendan inglés, un vistazo a los primeros minutos les dará una idea de los argumentos generales de Dawkins.

 

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3 comentarios el “Indignarse es fashion

  1. danioska dice:

    «Indignarse es fashion». Qué gran título cargado de ironía, querido. Y sí, el sistema no perdona nada. Así como en su momento absorbió la contracultura del rock y del punk, mediatizándola y diluyendo su poder contestatario hasta convertirlo en una serie símbolos desprovistos de fuerza que uno va a comprar a la tienda, ahora la indignación «inteligente» que menciona Dawkins (por la mutilación genital femenina, por la injusticia, etc) se aligera y se pone de moda, trivilalizada. Por eso ahora es «fashion» indignarse por tonterías, por lo más nimio. Y no dejo de anotar lo que comenta Dolina: cuando uno se indigna se pone fuera de toda culpa. ¿Será por eso que también se vuelve apetecible?
    Abrazo

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  2. Borgeano dice:

    ¡Comodísimo para muchos! Me alegra el hecho de que «dejara pensando»; de eso se trata, después de todo: de pensar y de seguir pensando.
    Cariños.

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  3. Borgeano dice:

    Dolina hace claros dos o tres puntos básicos: uno es el que nombras, el de «ponerse fuera de toda culpa» y el otro, el de aquellos que siempre encuentran un tema «más importante» que tratar (por eso aclara que él no quiere caer en el «golpe bajo» de decir que hay niños que mueren de hambre, etc. Es decir: hay temas más importantes cuando lo que se está tratando es un estupidez; no cuando el tema tratado es de importancia. Aunque, es obvio siempre va a haber un «tema más importante», si lo buscamos. Perdón por el exceso de comillas). Un ejemplo de esto último lo daré en el próximo post.
    La ecología es otro campo donde es difícil trazar la línea de lo lógico y de lo ilógico en estas cuestiones de ofensas de importancia con respecto a cada tema en particular.
    Cariños.

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