A raíz de algunos comentarios sobre el post La conquista de la felicidad (en el cual transcribí un texto de Bertrand Russell) por éste y otros medios, me he dado cuenta de que son varias las personas que han cambiado o están en medio del cambio o están planeando cambiar siguiendo este rumbo: el de encontrar la felicidad en otro ámbito que no sea el que nos han venido metiendo en la cabeza desde el primer llanto; es decir, el de las compras compulsivas, el del deber por sobre el placer, el de la constante búsqueda de novedades y, sobre todo, el de las posesiones (ya sean objetos, dinero, mascotas o personas). Muchos nos hemos dado cuenta de que aquella expresión que jugaba en el límite de la contradicción o de la paradoja y que comenzó a usarse en la decoración, en la gastronomía y en el arte y que decía menos es más podía ser muy útil para ser aplicada en nuestra vida diaria. Hace un tiempo escribí un post titulado Despojarse de todo y, al menos hasta hoy, continúo en la misma brecha, en el mismo camino y no es sólo un capricho sino que cada vez estoy más convencido de sus beneficios. Me falta tan solo un paso pequeño y creo que voy a lograr llegar a la mínima expresión. Como todos los que por aquí pasan saben, mi pasión son los libros, así que en cuanto pueda comprar mi e-reader, todo lo que necesito cabrá, al fin, en una mochila. Ésa idea es la que más me ilusiona e impulsa: saber que todo mi hogar pueda caber en una mochila y que nada me atará ni aquí ni allá ni en lado alguno me parece la síntesis perfecta.
Alguno podrá decir, como lo dijeron aquella vez, que hay mucho de postura en esto; pero puedo asegurarles, honestamente, que nada está más alejado de la verdad. Llevar adelante esta idea implica, en muy poco tiempo, entrar en un círculo virtuoso, en un círculo de ganancia inmediata. Por ejemplo: hay muchas menos preocupaciones y mucho más tiempo libre y, en consecuencia, más tiempo para uno mismo; para el ocio creativo o para el ocio contemplativo; es decir, simplemente, para ocupar el presente.
Te aplaudo Borgeano lo has conseguido, yo te puedo decir que es mi lucha diaria, quizás me cueste más que a ti pero estoy en ello, te aseguro que cada vez necesito menos para ser feliz. Últimamente lo que más gusta es mal escribir, mis paranoias y leer, como ya te dije estoy rodeada de libros me acompañan incluso aunque no los lea. Eres una gran persona
Un beso de cine
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Bueno, aun falta un poco Gaviota, pero cada día está más y más cerca. De todos modos, voy disfrutando del viaje en sí, como si fuese el pasajero de un tren que siempre recorre paisajes de National Geographic.
Cariños.
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Pues me alegra mucho mi amigo querido y si me permites quiero ir en ese viaje viendo esos bellos paisajes.
Feliz jueves
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Reblogueó esto en sara33ia.
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Gracias Sara. Me alegra que te haya gustado la entrada.
Saludos.
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Creo que ya te lo dije, más o menos, en tu otra entrada, pero me admiras por esa toma de decisión.
Muchos somos, como dices, los que pensamos que no hace falta casi nada para ser feliz. Y yo cada día hago más mía esa idea. En el camino estoy y sé que llegaré.
Acompañada de mis libros y espero que de la felicidad.
Un besote y gracias por esta entrada ya anunciada…
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Anunciar las entradas me hace bien porque me obliga a escribirlas (si supieras la cantidad de proyectos que se me ocurren a diario… necesitaría un día de 48 horas para llevarlos a cabo a todos ellos).
como dije en el post, somos varios los que estamos en el mismo camino, eso me alegra porque me hace sentir menos solo. Sé que nuestro contacto es casual y a la distancia, pero en mi entorno, en general, no se entiende muy bien lo que uno quiere llevar a cabo. Eso crea cierto malestar, cierta pesadez, porque aunque uno está seguro de lo que está haciendo, no deja de ser una carga el tener que explicar o el tener que soportar esas miradas de desconcierto (si uno está de buen humor, lo cual ocurre más a menudo, otra ventaja de todo este sistema, interiormente se ríe de esas cosas, pero lleva su tiempo).
Veo también, que al igual que la mayoría de los que está en este camino, pone en primer lugar la compañía de los libros. Eso, sin duda, no es gratuito. Significa que ellos hay felicidad constante. ¡Pobre de aquel que no lee! (Y aclaro que no soy de esas personas que ando por la vida sintiendo lástima de aquel que no piensa como yo, por el contrario, pero en este caso sí, realmente siento pena por aquel que teniendo la oportunidad única de la lectura, se priva de ella).
Tal vez algún día nuestros caminos simples y livianos se crucen en algún punto y podamos charlar de libros y de felicidades varias.
Cariños.
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Es curioso esto que me dices.
Justo hoy le comentaba a un amigo que en algunos momento me siento un «rara avis». Veo que no es solo mía esta sensación.
Me alegra pensar que poco a poco nos vamos encontrando, aunque sea en la distancia. Quizá en algún momento todos nuestros caminos se unan y…
Besetes…
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