Pedro Páramo. Juan Rulfo

Hace poco tiempo escribí un post al que llamé Elogio de la relectura, y hace unos pocos días, Danioska escribió, a su vez, un post sobre Juan Rulfo (tarde me di cuenta de la fecha y del comentario sobre el luto, Danioska. Todavía salgo a la calle con anteojos oscuros y una gorra calada hasta las cejas) y sentí unos impostergables deseos de volver a leer Pedro Páramo. El problema era que mi ejemplar de esa novela estaba en algún lado imposible de precisar así que, haciendo caso al consejo de Serrat (vencer la tentación / sucumbiendo de lleno en sus brazos) fui y compré un nuevo ejemplar.

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Por supuesto que no voy a hablar de la novela en sí misma; jamás me atrevería a tal cosa. Lejos me encuentro de analizar a una de las cumbres de la narrativa latinoamericana y además ya hay mucho material en la red escrito por  personas capacitadas para ello. Sólo quiero dejar aquí la primera cita de aquel post sobre la relectura; porque al terminar de leer Pedro Páramo fue una de las primeras ideas que vino a mi mente mientras caminaba por el patio fumando un cigarrillo (costumbre que he tomado cunado quiero pensar en algo y que nada me distraiga). Las palabras son de Ítalo Calvino y pertenecen a su ensayo Por qué leer a los clásicos:

«En la vida adulta debería haber un tiempo dedicado a repetir las lecturas más importantes de la juventud». Y esto porque «las lecturas de juventud pueden ser poco provechosas por impaciencia, distracción, inexperiencia en cuanto a las instrucciones de uso, inexperiencia de la vida». Luego concluía: «Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera».

Una segunda idea, mucho más caprichosa, si se quiere, pero que cobró una fuerza similar, fue la de que es imprescindible leer más autores de nuestra lengua. Con la excepción del libro de Marilyn Monroe con el que abrí el años, el resto de los que he leído han sido de autores latinoamericanos, así que tal vez… pero ustedes saben cómo son estas cosas. La pila de libros que uno ya tiene preparada a veces nos da órdenes difíciles de incumplir y uno termina haciéndole caso, otra vez, a Serrat.

5 comentarios el “Pedro Páramo. Juan Rulfo

  1. danioska dice:

    Creo haber comentado en un post más o menos reciente (o en uno que sigue en mi mente y no he escrito) que en los últimos años básicamente he centrado mis lecturas en autores hispanoamericanos, fundamentalmente mexicanos, pero también argentinos, colombianos, españoles, guatemaltecos, chilenos… No negaré que de pronto extraño el asombro que producen las buenas plumas en otras lenguas pero es verdad que esta inmersión hispana ha sido de lo más disfrutable. Y ahora que mencionas a Calvino y su brillante observación sobre las relecturas, debería regresar a e´l porque hace muchísimo que no me acerco y le tengo nostalgia tanto a sus Ciudades invisibles como a éste Por qué leer los clásicos y si me apuras incluso a las Seis propuestas para el próximo milenio, que en su momento tanto me deslumbró.
    PD Insisto en que el luto era justificable aunque postergado, así que obvio esta observación tuya…

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    • Borgeano dice:

      Haciendo un recuento de los libros sobre los que has comentado en tu blog, es notorio que tus lecturas han recorrido, más que nada, éste hemisferio que nos ha tocado en suerte. Yo vengo postergando a Leopoldo Marechal, por ejemplo, incluso es uno de los autores que siempre tengo cerca mío (en este momento está a un metro escaso de mi cama) pero esa manía de comprar y postergar no siempre es aconsejable (tan así es esto que, cuando me fui a vivir a EE.UU. sólo me llevé dos libros: la poesía completa de Borges y Adán Buenosayres de Marechal. El primero lo releó, el segundo no lo toqué en los seis años que estuve allí). Pero miro la biblioteca de futuras lecturas y también están allí los siete tomos de Proust… En fin, que va a ser una dura lucha. Veremos qué sale de todo esto.
      Cariños.

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      • danioska dice:

        En efecto, me he centrado en autores iberoamericanos y, en especial, mexicanos y argentinos (por obvias razones). A Marechal no lo he leído pero lo que cuentas me ha pasado: llevar un libro a un viaje, en el avión escribir un rato y luego dormirme el resto del vuelo, llegando allá comprar otro y traer intacto el que llevé.
        Suerte en tu lucha, compañero de trinchera.
        Saludos

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  2. Gaviota dice:

    Es muy cierto es muy bueno releer los libros de la juventud, es maravilloso y le vemos otro sentido. A mí me ocurrió con Los renglones torcidos de dios! maravilloso ahora de mayor en la juventud no le hice mucho caso!!
    Un besote

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    • Borgeano dice:

      Hay libros sobre los que volvemos y nos vuelven a maravillar como la primera vez o más (a veces uno se dice: «¿Qué fue lo que leí la primera vez? Es totalmente diferente») Otras veces un libro que nos fascinó de jóvenes, cuando volvemos a leerlo vemos que no era para tanto, que el deslumbramiento no era tan merecido. Ésa es una da las facetas que hacen a la literatura tan fascinante: su capacidad de mutar con el paso del tiempo.
      Cariño, otra vez.

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