Recién hoy pude conseguir mi ejemplar semanal de la revista Ñ. Fue una grata sorpresa encontrar que todo el número está dedicado a Juan Gelman, con quien tengo una deuda pendiente. Esto se suma a mi satisfacción por los tres días de duelo que decretó el gobierno nacional. Así es como debe ser despedido un poeta, al menos con los honores que se merece. Ya lo había dicho el propio Gelman:
Condecoraciones
Condecoraron al señor general,
condecoraron al señor almirante,
al brigadier, a mi vecino
el sargento de policía,
y alguna vez condecorarán al poeta
por usar palabras como fuego,
como sol, como esperanza,
entre tanta miseria humana,
tanto dolor
sin ir más lejos.
.
Lo que no dejó de molestarme, y en grado sumo, fue que quienes hoy le rinden un sentido homenaje con un título certero, adecuado, preciso: El poeta del compromiso y la ternura, son los mismos que en su momento apoyaron y dieron cobertura a la peor dictadura que haya sufrido la Argentina, la misma que sufrió Juan Gelman en carne propia (en 1976 Gelman tuvo que exiliarse, ese mismo año su hijo Marcelo, de 20 años de edad y la esposa de éste, María Claudia, de 19 años, embarazada de su primer hijo, fueron secuestrados. Marcelo fue asesinado y desaparecido. María Claudia conservó su vida hasta que dio a luz a una niña, la que fue dada en adopción a una familia pro-gobierno militar, y luego fue asesinada y también desaparecida. En 1990 Juan Gelman pudo recuperar los restos de su hijo, quien fue enterrado en un barril lleno de arena y cemento, y en el año 2000 pudo encontrar a su nieta. De María Claudia, aun hoy, no se sabe nada).
El número que tengo en mis manos de la revista Ñ lo voy a leer con atención y, seguramente, con una mezcla de sensaciones encontradas; pero lo haré porque los editores tuvieron, al menos, el buen gusto de encargar las notas a poetas y escritores como Juana Bignozzi, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Jorge Aulicino, o Raúl González Tuñón; pero no olvido (no puedo olvidar, ni quiero) que detrás estuvieron y siguen estando aquellos que fueron cómplices en la tortura, muerte y desaparición de un muchacho de 20 años y de su esposa de 19, junto a otros que suman los 30.000 —tristemente famosos— desaparecidos; personas con nombre y apellido ya de sobra conocidos. Que detrás de esta publicación siguen estando aquellos cuyo único dios es el poder y cuya única ética es la que les dicta el dinero.
Leí en Internet lo más que pude de la espléndida edición especial de Ñ sobre Gelman y además quien más me quiere me guarda el ejemplar físico. Sin embargo, lo que comentas sobre Clarín es oportunísimo y me recuerda (aunque en otro tenor) lo ocurrido con Mandela: muchos que lo lloraron a su muerte fueron los mismos que lo criticaron sin piedad en vida. Claro, aquí además se suma el apoyo al el crimen y la tortura durante esos años negros en la Argentina. Confieso que al leer la edición de Ñ no lo relacioné, por lo que agradezco la puntualización y poner las cosas en su contexto obligado.
Como siempre (siempre), qué rico leerte…
Me gustaMe gusta
Gracias querida, el placer siempre es mío. Hace unos minutos terminé de leer el número de Ñ del que hablamos. Me afecta mucho todo lo que tenga que ver con la última dictadura militar que sufrimos y debí interrumpir la lectura un par de veces. Creo que el ejemplar en papel va a gustarte mucho, es muy completo y gana a medida que pasan las páginas (las dos o tres primeras son algo similares).
Luego, no olvidemos que Mandela estuvo, nada menos, que en la lista de terroristas publicada por EE.UU. A veces uno duda de la cordura del mundo en que vivimos. No quiero ponerme en ningún papel de ningún tipo, ¿pero cómo es que el grueso de la gente no ve esas cosas? Es descorazonador, agobiante.
Para terminar vuelvo al punto primero y a algo que ya dije: me debo una lectura atenta de Gelman. Los poemas que se publicaron en Ñ –con la excepción de uno solo– me gustaron muchísimo. Su Carta a mi madre me dejó hecho polvo (fue uno de los momentos en que tuve que dejar el ejemplar a un lado y seguir con otra cosa).
Cariños.
Me gustaMe gusta
No podré contarte sobre el número de Ñ por el momento, pero ya estoy salivando de ganas de tenerlo entre las manos. Por supuesto, no sé qué poemas publicaron pero casi que no necesito saberlo para estar segura que serán poderosos, que habrán hecho una atinada selección. La Carta es, sin duda, para quitar el aliento. No me extraña que tuvieras que dejar la lectura de lado, sobre todo por la cercanía con la que te golpea el tema de la dictadura…
Abrazo
Me gustaMe gusta