El 9 de noviembre de 2004, Stieg Larsson, periodista y autor de la serie de novelas póstumas Millennium, falleció después de sufrir un ataque al corazón. Tenía 50 años de edad. Al mes siguiente, su compañera de toda la vida, Eva Gabrielsson, encontró la siguiente carta entre sus pertenencias, marcada «Para ser abierto sólo después de mi muerte». La carta había sido escrita antes de un viaje a África en 1977, cuando tenía sólo Larsson tenía sólo 22 años.
Estocolmo,
09 de febrero 1977
Eva, mi amor,
Se ha acabado. De una forma u otra, todo llega a su fin. Algún día todo termina. Esa es quizás una de las más fascinantes verdades que conocemos del universo entero. Las estrellas mueren, las galaxias mueren, los planetas mueren. Y la gente muere también. Nunca he sido un creyente, pero el día que me empecé a interesar por la astronomía creo que dejé a un lado todo lo que quedaba de mi miedo a la muerte. Me di cuenta de que, en comparación con el universo, un ser humano, un solo ser humano, yo… es infinitamente pequeño. Bueno, no estoy escribiendo esta carta para ofrecer una profunda charla religiosa o filosófica. Estoy escribiendo esto para decirte «adiós». Acabo de hablar contigo por teléfono. Todavía puedo oír el sonido de tu voz. Te imagino, ante mis ojos… una bella imagen, un recuerdo precioso que guardaré hasta el fin. En este mismo momento, mientras lees esta carta, ya sabes que he muerto.
Hay cosas que quiero que sepas. Al salir para África, soy consciente de lo que me espera. Incluso tengo la sensación de que este viaje podría provocar mi muerte, pero es algo que tengo que experimentar a pesar de todo. Yo no nací para vivir sentado en un sillón. No soy así. Corrección: no me gusta que… No voy a África sólo como periodista voy, sobre todo en una misión política, y por eso creo que este viaje podría conducirme a la muerte.
Ésta es la primera vez que te he escrito sabiendo exactamente qué decir: Te amo, te amo, te amo, te amo. Quiero que lo sepas. Quiero que sepas que Te amo más que de lo que nunca he amado a nadie. Quiero que sepas que lo digo en serio. Quiero que me recuerdes, pero que no sufras por mí. Si realmente significo algo para ti, y sé que así es, probablemente sufrirás cuando te enteres que estoy muerto. No quiero eso. No me olvides, pero sigue viviendo. Vive tu vida. El dolor se desvanecerá con el tiempo, aunque eso es difícil de imaginar en este momento. Vive en paz, mi querido amor; vive, ama, odia, y sigue luchando…
Yo tengo un montón de fallos, lo sé, pero también algunas buenas cualidades, así lo espero. Pero tú, Eva, quien me inspiró tanto amor que nunca fui capaz de expresártelo…
Párate derecha, cuadra los hombros, mantén la cabeza en alto ¿de acuerdo? Cuídate, Eva. Ve a tomar una taza de café. Se ha acabado. Gracias por los hermosos momentos que pasamos juntos. Me has hecho muy feliz. Adieu.
Me despido con un beso, Eva.
De Stieg, con amor.
♦♦♦
La carta, que Larsson mantuvo guardada durante veintiocho años, fue leída por Eva Gabrielsson en el funeral del escritor. Luego fue publicada en su libro There Are Things I Want You To Know (« Hay cosas que quiero que sepas»).
Reblogueó esto en sara33iay comentado:
impresionante…
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Realmente así es. Tanto amor, tanta serenidad, tanta sencillez…
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Que verdadera y poco pretenciosa…
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Como las verdades simples Ava, ni más ni menos. Un a lección de concisión.
Saludos.
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El cartero llama dos veces. En este caso la carta de la despedida, esta llena de belleza ,detalles…amor. Es preciosa tu entrada. Besos. Elssa Ana
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Gracias Elssa; creo que «El cartero llama dos veces» se va a volver una costumbre de los viernes; al menos por un tiempo. Espero que las siguientes también sean de tu agrado.
Cariños.
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No me digas que no es algo que a ella le haría llorar de lo lindo al leer 🙂
Me gustó mucho la carta, él, vamos, como escribía, no tanto, pero la carta se sale.
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Nunca he leído a Larsson, y la verdad es que no creo que vaya a hacerlo. Ése tipo de novelas no es de las que prefiero. Ahora, la carta es está muy bien. Sencilla, directa. Supongo que encontrar una carta como esa a cualquiera le sacude toda la estantería.
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Siempre pensé , que no te quede nada de lo que desees hacer por hacer…nada de lo sientas hacia otra persona por decir…
Cariños.
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Así es, aunque a veces sea difícil encontrar las palabras justas, hay que intentarlo. Ésta carta es una buena prueba de que no son necesarias grandes frases ni lenguaje rebuscado. Todo puede decirse con sencillez; lo que vale es la sinceridad, más que el modo en sí.
Cariños.
P.D.: Y ya que estamos hablando de decir las cosas con sinceridad ¿no me debes una respuesta?
Cariños x 2
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¿Te debo una respuesta?
Cariñosx3
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Pues sí… pero te lo digo por otro medio.
Cariños x 4 (y no, no ve vas a ganar)
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Buscaré la pregunta…
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Precioso, suave y tierno. Yo le tengo una carta a mi hija para cuando me muera, no sé cuándo suceda pero sé que mi amor por ella y mi gratitud serán iguales…
Gulp, gracias por compartirla.
beso
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He encontrado mucho material y muy interesante al respecto. Creo que los viernes será una continuidad de «El cartero llama…» Lo de la carta lo he pensado en éstos últimos días. El 30 debo someterme a una intervención quirúrgica y, aunque es menor y no demasiado importante, uno comienza a pensar que a veces hay que dejar las cosas en orden.
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No sabía lo de tu cirugía, espero que en realidad sea muy menor. Y en cuanto a los viernes de «Cartero», qué rica noticia!!
Abrazo
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