El cartero llama dos veces V

El 24 de marzo de 1977, al cumplirse un año de la dictadura militar en Argentina, Rodolfo Walsh, periodista, escritor, militante; creador de la Agencia clandestina de noticias (ANCLA), envió a todos los diarios su luego famosa Carta abierta de un escritor a la Junta Militar; (carta que nadie publicó). Al día siguiente, a las 13:30 Hs., es emboscado y acribillado por un comando militar.  Hasta hoy no se sabe dónde están sus restos.

Carta Walsh

La Carta abierta de un escritor a la Junta Militar es demasiado extensa para ser reproducida aquí; quiero, al menos, dejar unos breves párrafos y fragmentos:

«1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años».

«El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde».

«2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.

Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional».

3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga».

«En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales».

«6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete».

R. walsh

Creo que Carta abierta… es un texto fundamental en la historia argentina moderna. Cuando muchos se aferran, aun hoy, a cobardías tales como «Yo nunca me enteré de que ocurrieran esas cosas.» o «Si uno se dedicaba a trabajar no le pasaba nada» o el más ruin y canallesco de todos los comentarios: «Y bueno… algo habrán hecho.» (reconociendo, implícitamente, que había desaparecidos y secuestrados pero que «si se los habían llevado era por algo»); la carta de Walsh es un ejemplo perfecto de que las cosas se sabían y que estaban muy claras. Sólo no las veían quienes preferían (y todavía prefieren) mirar para otro lado.

9 comentarios el “El cartero llama dos veces V

  1. Dessjuest dice:

    Me sumo a esa última reflexión, que se da, por cierto, en demasiados casos.

    Abrazos.

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    • Borgeano dice:

      Bueno, habrás notado que trato de no meterme demasiado en asuntos de otras latitudes, aunque en el trasfondo, quien sabe leer entre líneas deduce mi postura. De todos modos, para no herir susceptibilidades ajenas, me mantengo en el tema que me es más personal; más cercano. pero coincidimos es esa apreciación que haces.

      Abrazos.

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  2. Esas frases son una buena manera de borrarse de la complicidad.

    Un abrazo.

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    • Borgeano dice:

      La carta es extensa Alberto; fue muy difícil extraer algunos fragmentos, porque cada párrafo es una exposición clara de lo que estaban haciendo los militares por aquel entonces (hay que pensar que después de esta carta ellos gobernaron durante otros cinco años más). Así que, de alguna manera, la sociedad toda fue cómplice. Hago las salvedades del caso; pero si tomamos a la sociedad como conjunto, se sabía muy bien lo que estaba sucediendo.

      Un abrazo.

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      • Sí, he leído la carta completa, y también leí este año pasado Operación Masacre.

        La sociedad como conjunto se puso una venda en los ojos… al igual que en Chile… Y en España durante casi 40 añós…

        Un abrazo.

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      • Borgeano dice:

        Así es, Alberto. Operación masacre es un muy trabajo. Incluso es anterior a A sangre fría, de Truman Capote (lo cual lo haría merecedor de ser considerado el primer libro de «non fiction novel»); pero en fin, esos son detalles. Walsh tiene otros trabajos del mismo tono, como Quién mató a Rosendo, sobre el asesinato de un delegado gremial (éste no lo he leído aun).
        Gracias por el aporte.
        Un abrazo.

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  3. danioska dice:

    Lo más fácil es «fingir demencia», como se dice coloquialmente: pretender que uno no vio ni oyó nada, por tanto no es cómplice de atrocidad alguna. Hace tiempo hubo en NY una campaña que se llamaba «See something, Say something». Se enfocaba en denunciar actos/personajes sospechosos (la paranoia tan típicamente norteamericana), pero el eslogan me parece pertinente en su sencillez, aunque entiendo que cuando las circunstancias son particularmente complejas (golpe de estado, dictadura, guera civil) no es tan sencillo. Esto que nos presentas me recuerda la muerte, también a manos de militares, de otra alta pluma que denunció: la de Alaíde Foppa.
    Abrazo

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    • Borgeano dice:

      Actuar bajo un régimen de esas características no debe ser, de ninguna manera, sencillo; pero no hacer nada mientras desaparecen a 30.000 personas, y se tortura, y se roban niños recién nacidos (muchas veces manteniendo a sus madres con vida sólo hasta que dieran a luz, para luego ser matadas y enterradas en fosas comunes), no hacer nada mientras otros miles deben emigrar para no correr con ese mismo destino, mientras se cercenan libertades individuales y la lista podría continuar por mucho, demasiado espacio, me parece, también terrible. Y más aún me repele que muchos sigan diciendo esas cosas hoy en día. Defenestrando a una democracia que les permite decir esas y otras barbaridades e insultando la memoria de aquellos que sin culpa o con ella merecían justicia, no el oprobio de la tortura y el olvido.
      No le pido a nadie –en tanto individuo– que juegue el papel del héroe (los hombres como Walsh son las preciosas excepciones al común denominador); pero si la sociedad toda se hubiese unido y actuado, hoy la historia sería diferente y uno podría mirar con un poco más de orgullo hacia el pasado.
      Desconocía la existencia de Alaíde Foppa. Ya mismo voy a buscar información sobre ella.
      Abrazo.

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      • danioska dice:

        Sí, coincido en todo contigo sobre la imposibilidad de justificar la no-acción, la no-denuncia, la cobardía de dejar que pasen tragedias en la esquina mientras uno toma un té en la sala de la casa. En México, si bien la historia es distinta en algunos sentidos, también hay enorme hipocresía y disimulo ante la injusticia de siglos.
        En cuanto a Alaíde, te comparto este breve post que escribí hace tiempo sobre ella. Su historia estremece. http://wp.me/p1POGd-29D
        Abrazo

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