Los hostels se han puesto de moda en estos últimos años; sobre todo desde la omnipresencia de internet a lo largo y ancho del globo. Los hostel son los nuevos hospedajes de antaño, sólo que el término se ha hecho universal y con una o dos modificaciones en su funcionamiento. Es el hospedaje ideal para quien quiera viajar de manera económica (sobre todo si uno no tiene problemas en compartir una habitación con algunos desconocidos) pero, sobre todo, tiene una enorme ventaja (al menos los es para quien esto escribe): la posibilidad de conocer gente de todo tipo, nacionalidad, raza y costumbres. Los habitantes de los hostels son, por regla general, jóvenes que recorren el mundo con poco dinero, incluso trabajando en cada sitio que visitan para poder costearse el siguiente tramo de su recorrido (incluso he visto hostels que, sabiendo esto, colocan carteles pidiendo empleados a cambio de comida y alojamiento); pero también hay gente mayor que pretende que el dinero dure todo lo que se pueda, ya que eso implica que el viaje va a durar lo máximo posible (y sí, aquí también me incluyo como ejemplo).
En la cultura hostel, por sobre todo, prevalece la idea básica de compartir. Se comparte absolutamente todo: comida, anécdotas, tiempo y, sobre todo, información. Las preguntas clásicas, además de “¿De dónde eres?” son “¿De dónde vienes? y ¿Hacias dónde vas?” Es entonces cuando comienza el flujo de información desde uno y otro lado: “Puedes ir allí” “No dejes de visitar tal o cual lugar” “Ten cuidado con tal sitio”, y todo lo que pueda ocurrírseles.
Antes de salir de viaje, y ante la pregunta de una amiga sobre qué sitios pensaba visitar, me encontré respondiendo que, más que sitios en sí, me interesaba más “coleccionar gente”. El hecho de vivir en hostels fue un buen comienzo y una estupenda fuente de “amigos de la ruta”. Por suerte aún me quedan muchas kilómetros y personas por recorrer y conocer.
Se te ve ansioso como un niño que empieza sus vacaciones de verano y a cada momento recuerda que todavía le quedan muchos días. Es síntoma de felicidad y de que estás disfrutando cada uno de tus pasos.
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Me encanta cuando un lector inteligente lee entre líneas y encuentra un faceta que uno no notó en su momento. Sí, es cierto lo que dices; estoy disfrutando muchísimo y, por fortuna, me quedan muchos días de disfrute por delante.
¡Sigue diseccionándome!
Cariños.
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Gracias por compartirlo. Me lo apunto!
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Gracias a ti losblublu; espero que puedas experimentarlo y que esa experiencia sea tan enriquecedora como lo ha sido la mía.
Saludos.
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Pues sigo pensando que en verdad eres afortunado, no sólo por recorrer nuevos países y por conocer a nuevas personas, sino por la libertad de elegir lo que te dicte el azar, brindo por tu recorrido siga estando lleno de buenos descubrimientos en tu ruta. Abrazos 🙂
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Gracias Shira; sí, debo reconocer que soy una persona afortunada, pero bien sabes que lo mío ha sido, también, un trabajo planeado durante un buen par de años. Soy afortunado, sí, pero a veces a la buena fortuna hay que ayudarla o, directamente, crearla. Creo (y espero) que los buenos descubrimientos sean cada vez mayores. Tengo la esperanza de que así será.
Cariños.
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He pasado poco por hostels, no sé por qué, pero me gusta el concepto como lo platicas. Sigue disfrutando y contándonos, querido Borgeano viajador…
Abrazos
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Todo tiene sus pros y sus contras, sin duda. Un buen hotel tiene sus ventajas, como mejor y mayor amplitud de servicios, etc. Pero para quien viaja solo, el hostel es una buena opción, sobre todo, repito, por la posibilidad de contacto con personas que se encuentran en las mismas circunstancias que uno. Humanidad en estado puro (y de eso va el post de mañana, que debía ser el de hoy).
Abrazos.
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Pues sin duda es un valor añadido que aunque no se cuantifica, puede superar por mucho las ventajas tangibles de los primeros.
Abrazote
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El concepto es similar a los viajes en tren de antaño, esos viajes eternos a paso de tortuga en el que empezabas compartiendo compartimento con tres o cuatro desconocidos y salías con sus números de teléfono 🙂
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Excelente analogía. Esos viajes, de manera inevitable, requerían algún tipo de diálogo.
Un abrazo.
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Gracias por compartir, esas experiencias que nos animan a seguirte. Besos Elssa Ana
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Gracias a ti Elssa; y discúlpame por no haber respondido antes. Esto de andar a la deriva es tan delicioso que hasta he olvidado (un poco, lo extraño también) al blog y a todos ustedes.
Cariños.
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El problema es que ahí no se puede dormir con Chanel n.5 o sin ni eso. 😅
«Bed and breakfast «, eso si lo he probado y lo recomiendo.
😘😘😘
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Sí, eso es también recomendable y hay mucha gente que alterna ambos modos; usando hostels cuando en algún sitio no hay otros sitios disponibles. Lo del Chanel, bueno, mejor no digo ná de ná.
Besos n.5, también; (es decir, Así—————————————————–de grandes)
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Prueba el couchsurfing. Es toda una experiencia, conocer personas que aman viajar tanto que están dispuestas a abrir sus casas a otros viajeros. Te gustará.
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Por lo que cuentas es la misma filosofía que se encuentra en los albergues en el camino de Santiago, por mi experiencia es fantástica y enriquecedora.
Saludos
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[…] un tiempo hablé aquí de la cultura hostel y de cómo estos sitios que se han puesto de moda en los últimos años han […]
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