El estado de alerta constante (o mindfulness) nos brinda la posibilidad de vivir con más intensidad y, por ende, también nos permite vivir mejor y por más tiempo (si bien no cronológicamente −al menos en un primer momento− sí logrando que el tiempo vivido sea más rico y que nos deje una sensación más persistente). Cuando nos encontramos en ese estado de alerta constante, cada momento tiene la intensidad y el desapego de un orgasmo. Cuando llegamos al momento del clímax sexual no hay pensamiento alguno que se interponga en nuestro sentir; somos uno con el todo, por decirlo de un modo casi taoísta (no por nada se lo llama, también, éxtasis). La idea es, entonces, vivir de tal manera que cada acto o momento de nuestra vida quede grabado en ese instante en que ocurre, en ese momentáneo todo, en ese breve ser de su existencia; lograr, en síntesis, que nuestra vida sea una sucesión (bien entendida) de pequeños orgasmos.
Sin palabras…
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Exacto: sin palabras. De eso se trata.
Abrazo mudo.
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Abrazo más abrazo más abrazo.
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MARAVILLOSO TEXTO!!!!!! Vivan los orgasmos de la vida en general y arriba ese estado de alerta constante que al final nos lleva a una paz bien vivida además de sentida :)….
GRACIAS BORGEANO POR TANTA PROFUNDIDAD!! ABRAZOTES GORDOS!!!
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¡Larga vida a todos ellos! Me has hecho sonreír con tu entusiasmo. Gracias por tus palabras Día.
Un fuerte abrazo.
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🙂 🙂 🙂
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Uff, qué gusto sería estar cada día con la sonrisa bobalicona que nos dejan los orgasmos… qué gusto sería al menos que fuesen en días alternos, qué gusto sería encontrar ese placer una vez a la semana, o ya una al mes, o que en el año digamos una vez ¡qué placer!, o que al cabo del lustro consigamos un orgasmo cotidiano y lo recordemos como aquel caso memorable… qué gusto sería encontrarle el gusto a la vida.
NA: Muy de acuerdo contigo, en que debemos exprimir y disfrutar cada instante de la vida para sacarle el jugo placentero, pero hoy como respuesta me se surgió la negrura existencial. 🙂
Un abrazo
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Estoy convencido de que una charla entre nosotros sería un constante asentir en silencio mientras el otro habla. Me parece que no importa quién diga qué, tengo la sensación de que el otro estarías de acuerdo, sobre todo, en las premisas generales. Muchas veces he hablado de «mi pesimismo innato» o de mi preferencia por las pesadillas antes que por los sueños; eso da una pauta de mi «negrura existencial» como bien expresas. Pero, de vez en cuando, uno puede encontrarse en un punto donde, a pesar de todo, se para sobre las cenizas de lo que fue y otea el horizonte con un poco más de ganas (no me animo a decir «optimismo», no creo que sea para tanto).
Un abrazo Alberto, y gracias por el comentario.
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Ya decía yo que eso del Mindfulness me gustaba mucho, je, gracias a ti descubro por qué. Y sí, qué agasajo que fuéramos capaces de mantenernos en este «aquí y ahora», como efectivamente pasa en el orgasmo.
Abrazos
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Supongo que si eso se lograra sufriríamos un ataque de «exceso de realidad» y terminaríamos como una rara especie de Funes el memorioso. De todos modos el haber podido vivir estas experiencias con cierta asiduidad últimamente me ha hecho ver lo valioso de ese estado contemplativo.
Cuando se plantea una idea de este tipo a veces hay que llevarlas al extremo pata evitar los tediosos ejemplos y clasificaciones; así que la idea sería la de mantenernos así en los momento más valiosos
N.A.: Acabo de darme cuenta de que me fui para cualquier lado ¿quién sabe cuál momento es valioso y cuál no? Muchas veces valoramos un instante mucho después de que a ocurrido. En síntesis; tienes razón tú: «qué agasajo… etc.»
Abrazos, maestra.
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El asunto es tender a ello, a no vivir en el pasado o en el futuro sino en el instante, aunque efectivamente pasa que uno no valora el instante sino cuando toma cierta perspectiva. A agasajarnos, pues.
Abrazos, gurú
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Irala’ Yo lei cuidadosamente la entrada jejejeje 😛 Y si, yo apoyo eso de vivir un Todo en un instante 🙂
Un abrazo amigo
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Me alegro que hayas leído cuidadosamente la entrada pero, sobre todo, que estés con nosotros en este viaje. Supongo que muchos no se han animado a comentar sobre esta entrada debido al título (el cual puse con toda intención); pero los pocos que lo han hecho han sido muy receptivos y además es gente que me cae muy bien. ¡Salud por eso!
Un abrazo.
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[…] **NA: El poema resultó (prosado) como comentario a una entrada “Pequeños orgasmos” del blog de Borgeano, allí le decía aquellas palabras y esto otro; -Muy de acuerdo contigo, en […]
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No en vano también se le ha llamado «la petit mort»…
En esos momentos en comunión con uno mismo y con el otro, si no se trata de un mero acto físico, sino de un acto espiritual también, uno vive exactamente ese maravilloso éxatasis. Si eso es lo que se siente en el momento justo de atravesar el túnel final, bienvenido sea.
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Sí, no hay nada como la entrega total y absoluta al otro, lo que significa, en definitiva, al todo. Ese acto también puede sentirse en otros aspectos, no sólo en la entrega amorosa; de allí que la vida bien pueda ser un lugar donde valga la pena estar. Claro está, si se está bien acompañado, pues mucho mejor..,
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