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La Rosa de los vientos
I
Subo en sentido inverso al hilo de agua
Al hilo de agua que busca la grieta
Que forma un caudal estrecho y constante
Que pierde en claridad lo que gana en fuerza.
Busco la cima, el punto más alto
Donde el aire se aparta como seda rasgada
Y las líneas se parten y caen al abismo
Horizonte quebrado, roca sobre roca montada.
Y ya en aquel lugar de albas y ocasos subterráneos,
Me elevo sobre las nubes
Y como un Jano acechante, pregunto:
¿Estás ahí?; ¿Estás ahí?; ¿Estás ahí?;
¿Estás ahí?
La rosa de los vientos permanecía callada.
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II
Precedo a la estela
Al móvil camino creado en el agua
Al cíclico destino de los peces
A las cálidas corrientes subterráneas.
Busco la línea, el filo del mundo
Donde el silencio es oscuro
Donde la oscuridad es profunda
Donde el sol nace y decrece
Y una mancha sin forma, blanca, lejana,
Puede ser de lona, de vapor, de hielo.
Y ya en aquel lugar de ocultos tesoros sin islas
Me elevo sobre el liso lomo del mundo
Y como un Jano acechante, pregunto:
¿Estás ahí?; ¿Estás ahí?; ¿Estás ahí?;
¿Estás ahí?
La rosa de los vientos permanecía callada.
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III
Hundo mis pies en las secas olas
Por la dorada ladera hecha de gotas de piedra.
El sol permanece bajo mis pies y a los lados
Y a lo alto y tan blanco
Que transforma en duna todo lo que toca.
Busco el silencio, la soledad absoluta
Donde aquel templo es virgen de palabras
Donde, como el viento, todo es nómade
Las huellas, sus creadores, y el frío de la noche.
Y ya en aquel lugar de inexistentes flores
Me elevo sobre las cumbres de oro
Y como un Jano acechante pregunto:
¿Estás ahí?; ¿Estás ahí?; ¿Estás ahí?;
¿Estás ahí?
La rosa de los vientos permanecía callada.
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IV
Me apoyo en los nudosos troncos
Y la espesa savia pasa en silencio
Bajo la húmeda palma que conozco.
No veo el horizonte (pero sé que existe
Y que con dar dos pasos podría alcanzarlo).
Busco lo vivo, la compañía constante
Donde el aire y la lluvia sean un bien compartido
Donde el amor sea pago en valor fecundo
Y la amistad un culto, un hecho inmutable.
Y ya en aquel lugar de noche permanente
Me elevo sobre mí mismo y sobre el follaje humano
Y como un Jano acechante, ensayo la pregunta
Y escucho su retorno, inacabado:
Ahí; ahí; ahí;
Ahí. Tan solo
La vacía rima del eco.
Y la rosa de los vientos permaneció callada.
Me recordaste la canción de Serrat en la que dice: «La rosa de los vientos me ha de ayudar/ y desde ahora vais a verme vagabundear,/ entre el cielo y el mar/ vagabundear.»
NA: La letra encaja con tu devenir actual que yo me compongo.
Un abrazo.
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Vaya, esa relación es perfecta, Alberto; muchas gracias por trearla aquí. Éste poema lo escribí hace ya algunos años y tal vez mañana suba una entrada relacionada con él. Mediterráneo, sin duda, es un verdadero clásico (tengo que decir «verdadero clásico» porque en esta época cualquier cosa es un «clásico», así que démosle el sitio que se merece).
Gracias otra vez, por todo.
Un abrazo.
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Gracias a ti que me hiciste recordar esa canción…
Un abrazo.
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Una buena ayuda en tu bitácora de viaje.
Besetes, Borgeano, desde algún cruce de lineas marcada por la rosa de los vientos…
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Gracias María; mañana subiré una entrada relacionada con ésta la que, supongo, presentará a este poema bajo otra luz. Agradezco tus palabras y tus conceptos.
Un abrazo.
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Querido mío, me has dejado sin palabras… Es tal la belleza de tu poema que no sé cómo expresar lo que sentí al leerlo. Es exquisito… Gracias, Borgeano.
(Con tu permiso, lo comparto en mi página en Facebook).
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Gracias Loretta, como siempre, demasiado amable en tu apreciación. Luego me cuentas si algo se dijo entre tus amistades.
Un fuerte abrazo.
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Sincera, Borgeano, como suelo ser en todas mis apreciaciones. Sí, te diré.
Un beso.
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Pero che, me dejaste muda (casi). Quedaron palabras, poquitas, para decir lo mucho que me gustó, que me calaron hondo tus versos de búsqueda y que el camino siempre espera los pasos que se animen:
«No veo el horizonte (pero sé que existe
Y que con dar dos pasos podría alcanzarlo).»
Un abrazo gigante.
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Sabés bien, Verónica, de lo mucho que me gustan tus letras, así que tus palabras tienen un enorme peso para mí. Te lo agradezco mucho.
Un fuerte abrazo.
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Enhorabuena, ha sido todo un placer deslizarse por un largo poema que hicieron corto sus versos. Muchas gracias Borgeano por compartirlo con nosotros.
Tardaré unos días en volver.
¡Hasta la vuelta!
Un abrazo.
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Mil Gracias Isabel; yo te debo un par de visitas, lo sé, pero aunque estoy quieto en una ciudad, no paro un minuto. Que tu ausencia sea fructífera y tan larga o breve como sea necesaria.
Un fuerte abrazo.
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Hondo, cadencioso y lleno de ecos. Una chulada. Me ha gustado mucho, querido, y me ha gustado todavía más que te animaras a compartir poesía. PorDios, deberías ser menos egoísta y dejarnos conocer más seguido esta faceta tuya fascinante.
Abraziños que murmuran «aquí estamos»
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Has despertado una sonrisa en mí y has iluminado mi día entero. Sabes que tengo en especial consideración a tus palabras, ya sean bienvenidas críticas o fortalecedores halagos. Gracias D.; espero poder seguir trabajando en esos temas tan difíciles.
Abrazos, todos.
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Coincido con Danioska,me encanta que nos compartas tus versos,me gusta mucho éste poema,la cadencia de las imágenes, lo que esconde en sus letras, he tenido oportunidad de leer algunos otros tuyos, cada uno encierra mucho entre lineas, de los poemas lo que mas disfruto es poder sumergirme en él, apropiármelo un poco,gracias por permitirme adentrarme en el lenguaje de tus versos y en tu búsqueda.
Besos
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Querida Shira, un gusto verte por aquí otra vez, me tenías algo abandonado… Gracias por tus palabras Shira. Lo agradezco, tanto a ti como a Danioska, porque sé que esas palabras tienen un fuerte componente de verdad que se suma a su amistad. Entonces trataré, en la medida de lo posible, de compartir algunas otras cosas con ustedes.
Cariños.
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Realmente hermoso.
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Muchísimas gracias José; me siento muy inseguro al compartir textos como éste y comentarios como el tuyo me impulsan un poco más en la buena dirección.
Saludos.
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