Comenzamos la segunda semana en Sahuayo, una ciudad de ochenta mil habitantes donde aún se mantienen las costumbres de un pueblo pequeño. Es una regla casi invariable que a mayor tamaño y población de una ciudad más reservados o indolentes son sus habitantes. Sahuayo parece ser la excepción a la regla: la gente aquí parece no tener prisa alguna y siempre están dispuestos a ayudar con una sonrisa e infinita paciencia. Por la tarde suelen verse los infaltables vecinos sentados en las veredas, compartiendo la charla entre ellos o con los vecinos; pero aquí también hay una diferencia, ya que he podido ver a familias enteras compartiendo esos momentos, algo que no había visto en ningún otro sitio. La plaza es otro punto de reunión ineludible. Es tanto el volumen de gente que la visita desde las nueve de la mañana que hay dispuestas dos hileras de bancos en todo su contorno y, aún así, al atardecer hay grupos en donde algunas personas deben permanecer de pie. El México profundo no deja de asombrarme, de enamorarme (no saben cuántas ganas tengo de sentarme con una de esas familias para simplemente charlar al atardecer), de fascinarme. Será cuestión de dejarme ir y de seguir recorriéndolo.
Sahuayo, Michoacán.
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Eso mismo me llamó la atención cuando estuve en México; la pasión de la gente por estar disfrutando en las plazas… ya perdida en tantos otros lugares.
Un abrazo.
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Es una costumbre que me parece maravillosa, Alberto. La semana pasada, al no tener internet nos reuníamos todas las noches los siete integrantes de la caravana para charlar hasta bien entrada la noche y fueron momentos muy entretenidos y vívidos. Ayer volvimos a hacerlo y el comentario general fue ése: qué bien lo habíamos pasado y cómo, en un lugar con internet como Sahuayo, ya empezamos a distanciarnos. Para hoy decidimos ir de visita a una población cercana.
Perdón, me fui por las ramas pero la idea es la misma: compartir con amigos o familiares es algo que me parece innato a la naturaleza humana.
Un abrazo.
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¡Qué belleza!
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Veré si subo algunas fotos en una próxima entrada. Sahuayo es una ciudad/pueblo precioso.
Cariños.
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Cariños.
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Esa es la magia de un pueblo, acoplarse a su andar, a sus tiempos, detenerse a contemplar sólo por el placer de hacerlo.
La mejor forma de comenzar una charla sólo es escuchar.
Abracitos desde otro pueblo no tan distante.
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Escuchar, lo dijiste muy bien. En estos sitios saber escuchar es fundamental; cada persona (sobre todo los viejitos o las personas de cierta edad) tiene alguna historia maravillosa que contar. Espero tener tiempo hoy para poder subir una entrada al respecto (precisamente, conocí a uno de estos personajes increíbles).
Cariños.
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Que ganas me das de conocer todo esto!
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Pues si alguna vez tienes la oportunidad, no lo dudes; vale la pena desde el primer centavo hasta el último segundo.
Un abrazo.
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bella tarde Borgeano -me encanta tu descripcion-, y esa imagen es divina..
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Gracias querida Leyla; Sahuayo me (nos, porque somos siete los que viajamos en este proyecto) pareció preciosa. Creo que alguna otra entrada subiré sobre esta ciudad, porque siempre queda algo por decir.
Un abrazo.
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