Releo, por pura diversión, La espuma de los días, novela de Boris Vian publicada en 1947. La espuma de los días es una novela divertidísima, con ciertos toques surrealistas y un humor mordaz que le queda maravillosamente bien. Vaya como ejemplo de este contenido delirio (la imaginación de Vian es explosiva y variada; así que tenemos ejemplos de ella a lo largo de todo el libro) este fragmento del primer capítulo, cuando Colin le ofrece a Chick un trago, el que le hará con el Pianocóctel, el instrumento o aparato que pueden ver en las fotos que ilustran la entrada. La explicación de su funcionamiento se las dará Colin y Chick de la mano del gran Boris Vian:
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—¿Quieres un aperitivo? —Preguntó Colin—. Ya he terminado mi pianocóctel, podrías probarlo.
—¿Qué tal funciona? —preguntó Chick.
—A la perfección. Me ha costado ponerlo a punto, pero el resultado ha superado todas mis esperanzas. A partir de Black and Tan Fantasy he conseguido una mezcla verdaderamente prodigiosa.
—¿En qué principio te basas? —preguntó Chick.
—A cada nota —dijo Colin — hago corresponder un alcohol, un licor o bien un aroma. El pedal corresponde al huevo batido y la sordina al hielo. Para el agua de Seltz hace falta un trino en el registro agudo. Las cantidades están en proporción directa a la duración: a la semifusa equivale un dieciseisavo de unidad, a la negra la unidad, y a la redonda cuatro unidades. Cuando se toca una canción lenta, se activa un sistema de registro para que no aumenten las medidas —lo que daría un cóctel demasiado abundante—, aunque sí el contenido de alcohol. Y además se puede, si se quiere, según la duración de la canción, hacer variar el valor de la unidad, reduciéndolo por ejemplo a una centésima parte, para obtener una bebida en la que se tengan en cuenta todas las armonías mediante una regulación lateral.
—Es bastante complicado, ¿eh? —dijo Chick.
—El conjunto funciona a base de contactos eléctricos y relés. No te doy detalles, tú entiendes de eso. Y además el piano funciona de verdad.
—¡Fantástico! —dijo Chick.
—Sólo hay algo fastidioso —añadió Colin—, y es el pedal para el huevo batido. He tenido que poner un sistema especial de enganche, porque cuando se toca un ritmo demasiado caliente, caen trozos de tortilla en el cóctel y resulta difícil de tragar. Lo arreglaré, pero de momento basta con tener cuidado. Y el sol grave da crema fresca.
—Me voy a hacer un cóctel a base de Loveless Love —dijo Chick—. Va a ser algo tremendo.
—Está todavía en el cuarto trastero, donde me he hecho un taller —dijo Colin—, porque no he tenido tiempo de atornillar las placas de protección. Ven. Vamos a ver. Voy a ajustarlo para dos cócteles de veinte centilitros aproximadamente para empezar.
Chick se sentó al piano. Cuando terminó la pieza, una parte del panel delantero se abatió con un golpe seco y apareció una fila de vasos. Dos de ellos estaban llenos hasta el borde de una apetitosa mezcolanza.
—Tengo un cierto temor —dijo Colin—. Ha habido un momento en que has dado una nota falsa. Por suerte, estaba en la armonía.
—¿Pero este cacharro tiene en cuenta la armonía? —dijo Chick.
—No del todo —dijo Colin—. Sería demasiado complicado. Tiene unas pocas limitaciones. Anda, bebe, y vamos a la mesa.
Lo voy a buscar. Me parece muy interesante. Un abrazo.
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Es una novela muy divertida y, sobre todo, muy creativa. Para un escritor puede ser un buen ejercicio además de que nos hace pasar un buen rato. Espero que puedas conseguirla y, sobre todo, que sea de tu agrado.
Un abrazo.
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Todo iba muy bien, muy creativo, gozoso, hilarante. Me dieron ganas de invitar a todos mis amigos en torno a tu pianocóctel, Borgeano querido, y hacer que el mundo fluyera en cámara lenta, pero al llegar al huevo batido que «cae en trozos de tortilla y resulta difícil de tragar» se me revolvieron las ideas junto con las entrañas. Lo siento, será para otra vez.
Beso
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Como bien dice Rosa aquí abajo, podemos usar la tortilla como botana ¡Ponele onda, Danioska! La idea es divertirse… Y hablando de diversión, de eso se trata la novela de Boris Vian: diversión y creatividad desbocada. Dejame que te prepare un Cosmopolitan (no sé por qué pero te veo como una chica chic –o muchacha chic– ¿Ves lo que son las ch?: elegante, fría y con un Cosmopolitan en la mano derecha) y luego charlamos.
Abrachos.
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No soy muy de Cosmopolitan, mejor un whisky derecho! Y sí, luego charla y apapacho (qué graaan palabra).
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Ja! Match point para la Gran Danioska. 40 – 0 es muy difícil de remontar…
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Sería bueno probar ese cocktel… la tortilla podría ser lo que acompaña, como unas patatitas saladas o almendritas!!!!!!
Muy bueno.
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¡Claro que sí! Dime si no sería genial reunirnos todos los blogueros alrededor de un pianocóctel, con o sin tortilla (yo prefiero «con»). Creo que sería muy divertido.
Un abrazo.
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Me encanta la tortilla y … a ti a ti aun me gustaria mas conocerte!!!!!!!
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Que no te quepan dudas de que a mí también. Y quién sabe, el azar es tan extraño…
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