Símbolos

Keys, 17th-19th century. Collection Cooper Hewitt 04

Todo es o puede ser un símbolo, un signo, una señal. Todo puede invocar o invocarte porque en definitiva todo tiene, siempre, un nombre de mujer. Todo gira en torno a un ideal y ese ideal tiene siempre tu cuerpo y tu piel y tu nombre. Miro esta llave y me convierto en un ser un tanto trivial y obvio que es en lo que nos convierte el romanticismo más desbocado o el más contenido. ¿Qué otra cosa más puedo decir que esa llave abre las puertas de tu corazón o que es la que guarda el mío y dártela como prenda de nuestro pacto jugando a que somos personajes de una novela de Jane Austen? Puedo elevar un poco la apuesta y jugar al peligroso y sutil juego del erotismo y decir que esta otra tal vez abra el secreto cofre de tus piernas o la caverna húmeda de tu otra boca. Ésta tiene una M grabada y limita las posibilidades; ¿un nombre, un sitio, un país, una clave secreta entre los dos? Sea como fuere, ya le encontraremos un significado oculto y personal, un nuevo juego, privado y único. Recorro con mis dedos y separo las piezas de plata. Ésta no te nombra. Ésta en particular me habla a mí desde el pasado. Trae la imagen de un patio y de una tarde que hasta hoy fue olvidada (la llave abrió una puerta, después de todo). Sigo el recorrido y encuentro sin sorpresa que cada una de ellas dice algo: ésta dice padre; ésta dice sueño; ésta dice agua; ésta dice 1998. Pero de todas me quedo con ésta, la de cabeza coronada; la que encastra perfecta en la puerta última; ésa que se abre definitiva al horizonte; ésa que me deja sin ataduras al día de ayer, ésa que me obliga a caminar otra vez, ésa que me empuja a encontrarte de una vez por todas.

Keys, 17th-19th century. Collection Cooper Hewitt. Para ver las imágenes en mayor tamaño, hacer clic sobre una de ellas.

12 comentarios el “Símbolos

  1. Rosa Ave Fénix dice:

    La primera llave es realmente bonita, las otras también lo son… pero lo más hermoso es tu escrito, magnífico, lleno de romanticismo, me gustaría que alguien encontrase esa llave, abriese mi puerta y me llevase con él para descubrir cuanto de bello puede haber en la vida.
    Yn abrazo mañamero,

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    • Borgeano dice:

      Gracias Rosa; tú siempre tan amable con tus comentarios. Cuando encontré las fotos con las llaves comencé a imaginar de manera inmediata lo que fue el inicio de la entrada; supongo que no soy muy original al respecto, peor la escribí y me gustó como quedó, entonces la subí casi sin pensarlo. El simbolismo continúa y cada cual puede darle o sumarle otras capas de sentido que considere necesario. Podemos esperar a que alguien encuentre esa llave o podemos dejársela en su camino, también podemos abrir esas puertas nosotros mismos o… o cualquier otro sentido que queramos darle. Y eso, creo, no está nada mal.

      Un abrazo, en este caso, nocturno.

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  2. m. dice:

    Ha sido, es, un placer leerle a usted la belleza con que escribe, y siente.
    Todas las llaves son hermosas, todas, porque todas saben abrir.
    Gracias, gracias

    m.

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  3. Son tantas las llaves, cada hora, cada instante, tiene su llave, la del conocimiento, la del misterio, la del amor y todas abren puertas que dan a lugares mágicos, a tesoros, a veces, inalcanzables… No sabes cuánto me ha gustado leerte.Es un tema apasionante, porque la llave puede ser de plata, de oro, de diamante… Y una de ellas abrirá ese bien, ese tesoro que buscamos y tan, tan difícil de encontrar. Muchas gracias Borgeano, por esta magnífica entrada. Un abrazo.

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    • Borgeano dice:

      Gracias a ti, Julie, por tus palabras. Es cierto que cada hora, cada instante viene con su llave, lo importante es no negarnos a ella y usarla con madurez y plena conciencia. Me gustó mucho ese detalle preciso que marcas y al que hay que prestarle una delicada atención. Todas ellas, desde la más pequeña y simple hasta la más elaborada y costosa guarda algo de valor, si así no fuera no tendría razón de ser.

      Gracias, nuevamente, a ti.

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  4. Te quedó muy bonito y evocador…

    Un abrazo.

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    • Borgeano dice:

      Muchas gracias, Alberto. Luego de haber escrito la entrada (lo cual hice a la tarde, al encontrar las fotografías) recordé el ejercicio al que sueles sumarte, aquel donde escribes basándote en una fotografía. Encontré esas fotos y el inicio del post vino casi de inmediato. A veces esas cosas quedan mejor que otras que uno piensa durante días u horas.

      Un abrazo.

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      • Como ya hemos comentado otras veces, lo mejor escrito surge de ese empuje espontáneo que nos da una imagen o una canción, fluyen solas las palabras y la historia toma forma como si hubiese estado esperando ahí, quieta, para surgir bellamente en el momento preciso. Y según me cuentas, este caso es un ejemplo magnífico viendo el resultado que ha dado.
        Un abrazo.

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  5. danioska dice:

    Ay, las llaves, con sus muchos intertextos y posibilidades asociativas: cadena, candado, cerradura, prohibición, transgresión, espía, ojo, falo, resorte, cerrar, abrir, volver a cerrar, dejar abierto. Y luego estas de las fotos, querido, tan bonitas. Me recuerdan también aquello que dice Fabio Morábito en El idioma materno. Me autocito, hablando de él: «Cuenta Morábito que la poeta italiana Patrizia Cavalli poseía de niña la facilidad de abrir cualquier cerradura sin tener la llave, apenas con ayuda de unos alambres. Los introducía y, entrecerrando los ojos, se concentraba en escuchar el gatillo del mecanismo. Esa habilidad le sirvió después para escribir poesía, señala Morábito en El idioma materno (Sexto Piso) y luego borda exquisitamente sobre el concepto: ‘Leer a Cavalli sería muy saludable para aquellos poetas a quienes nunca les ha pasado por la cabeza que la hechura de un poema puede entrañar una dificultad real, de esas que a menudo nos vencen y nos obligan a retirarnos sin haber conseguido nada, como puede ser el abrir una cerradura sin llave. Muchos de los poemas que se escriben actualmente carecen de una mínima sensación de dificultad, como si a su autor no lo hubiera rozado ni por un instante la duda de no poder escribirlos […] Sería bueno que en los talleres de poesía se les diera a los alumnos unos fierros retorcidos para entrenarlos a abrir cerraduras. Aprenderían a oír, a entrecerrar los ojos, a aguardar con devoción, a calibrar el pulso y, sobre todo, a fracasar’.
    Si bien tu texto va más por el ángulo erótico, me parece que igual esta acepción de Morábito aplica: tus líneas recuerdan que acercarse a otro cuerpo implica riesgos, dificultades, posibilidad de fracaso. No es automático el disfrute del encuentro de dos, hay que aplicarse en ello, andar por el filo de la navaja. No sé, quizá me fui por otro lado…
    Abrazo de todas formas.

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  6. Borgeano dice:

    Un comentario delicioso, D.; si es así puedes irte por otro lado todas las veces que quieras. Lo que citas de Morábito es magnífico (y claro, como si no supieras que lo primero que voy a hacer cuando termine de responder será buscar textos de Patrizia Cavalli) y absolutamente cierto. hay muchos, muchísimos poetas que piensan que corregir es un acto de traición o algo similar. Así es como hoy se encuentra bajo el rótulo de poesía a cualquier cosa de manera indiferenciada. por otra parte, lo que dices es cierto: la multiplicidad de sentidos que pueden adosarse a una llave es tan grande que mi texto no es para nada original; de todos modos, me sentí a gusto con él y lo dejé ir. Por último, copio textuales tus líneas, sobre todo por lo impecable de exposición: «acercarse a otro cuerpo implica riesgos, dificultades, posibilidad de fracaso. No es automático el disfrute del encuentro de dos, hay que aplicarse en ello, andar por el filo de la navaja». Toda recompensa siempre llega después de un trabajo arduo, como bien dices; y no hay recompensa más bella que la que se comparte de a dos.

    Cariños.

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  7. Shira Shaman dice:

    Cuántas puertas hemos dejado sin abrir ignorando que ya teniamos las llave; cuántas otras quedarán olvidadas, extraviadas en el rincón de sueños vestidos de plata, cobre o bronce… Espero algún día encontrar la llave que me permita encontrarte a ti.

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