Nabokov decía que no se lee con la cabeza y tampoco se lee con el corazón: se lee con la espalda, más precisamente con ese lugar entre los omóplatos donde alguna vez tuvimos alas.
Uno lee lo anterior y de inmediato comienza a pulir la idea, a llevarla un paso más allá; a decir que hay libros que nos obligan a leerlo con la entrepierna, otros con las entrañas otros con… hasta que uno se da cuenta de que es un idiota y que está cometiendo un pecado bastante común: por leer a alguien inteligente tenemos la torpe certeza de que podemos ir un paso más allá que ellos y no, eso pocas veces ocurre (aunque a veces, si el destino nos toca con la punta de sus buenas intenciones sí podamos lograrlo). Entonces volvemos a la cita original y vemos que todo está incluido en esas palabras, lo que nosotros pensamos y podemos llegar a pensar. Como me sucedió con esta cita de Nabokov; al final él tiene razón: todo está allí, en ese punto preciso de nuestra espalda.
No es cualquier cosa la espalda…
Evidentemente, ante las palabras de Nabokov, solo nos queda aplaudir, con alas o sin ellas…
Abrazo
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Es cierto; no por nada tiene tantas terminales nerviosas y (por eso mismo) es tan sensible. Aplaudamos con nuestras alas, Xabier, serán modestas pero no podemos negar que algo hay por allí.
Un abrazo.
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Según la tradición Tantra, la médula espinal conecta los órganos sexuales con el cerebro. Simboliza la unión de la materia con el espíritu. La serpiente Kundalini que asciende por la espalda. También en la mitología griega es el caduceo de Mercurio, las serpientes aladas…
Y en psicología se utiliza la expresión de cargar la mochila sobre la espalda…
Bueno, solo unas pequeñas pinceladas, porque el tema da para mucho.
Abrazo
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De eso no cabe duda. Lo bello de arrojarse de lleno a la piscina del conocimiento es que uno no deja de aprender y de enlazar ideas, textos, pensamientos. Eso solo es más que suficiente para agradecer el estar aquí y ahora.
Un abrazo.
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Cuando leo un libro, no sólo le pongo la espalda, le pongo toda la intensidad de mis sentidos para empaparme de lo que me quiera transmitir el libro. A Nabokov le lei hace muchos años su famoso Lolita, una edición que me trajeron editada fuera de España, hablo de bastantes años y por aquellos enonces estaba la ley franquista y estaba prohibido. A mi nadie me Prohibe nada, si acaso, por decir algo, me lo prohibo yo, o no trasparasia un rótulo de Prohibo el paso, pues quizás habrían gases dañiños…
Has vuelto de tu viaje?
Un abrazo sin prohibición,
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¡Ésa es la Rosa que me gusta! «A mí nadie me prohíbe nada» Eso es perfecto, me alegra verte en esa postura. Nabokov es uno de mis favoritos (es uno inevitable, de hecho) pero hace bastante que no leo nada de él. De todos modos, es un autor al que uno puede volver cuando se quiera, nunca decepciona. Lolita es una obra maestra, sin duda, pero Nabokov tiene algunos otras novelas muy interesantes.
He vuelto por unos días; estaré aquí por la semana, al menos por ahora ésa es la idea.
Sin prohibiciones ninguna (soy otro, como bien sabes, que no las admito). Que sean cientos.
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perfecto… no podría agregar nada, ni pensarlo, esta ahí justo en ese punto.
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Pues somos dos Fran; lo que dije en la entrada es totalmente cierto: comencé a pensar en seguir esa línea de pensamiento y luego me di cuenta de que era una tontería y que la frase estaba perfecta así.
Un abrazo.
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Qué preciosidad de cita y de imagen que la acompaña. Nunca había pensado que leo con esa parte de la espalda pero sí, ya veo por qué a veces siento cierto escozor.
Besos
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¿Lo son, no? Como siempre, buscando o viendo cosas por aquí y por allí fui uniendo ideas, atando cabos, como suele decirse. Encontré la cita en un lado, la imagen en otro y mi alegría aquí. Perfecto.
Besos.
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Me encanta tu entrada de hoy. No conocía sus palabras al respecto, pero lo voy a pensar, y sí, además del peso que llevamos, las alas nos liberan de él y es ahí cuando realmente volamos a través de los sueños y las lecturas… Muy muy interesante, Borgeano. Gracias por esta aportación inspiradora. Un fuerte abrazo.
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El agradecido soy yo, siempre.
Cariños.
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Exacto, allí por donde nos corre un escalofrío cuando la lectura nos llega hondamente…
Un abrazo.
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Creo que a eso mismo es a lo que hace referencia Nabokov. Más preciso, imposible.
Un abrazo.
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Es en ese punto donde notamos las emociones que nos inspira la lectura.
Estupenda tu reflexión, amigo mío.
El último libro que leí de Nabokob fue «Risas en la oscuridad» recuerdo que pese a ser muy triste, disfruté mucho al leerlo.
Besetes mediterráneos.
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Risas en la oscuridad es uno de los pocos que no he leído del gran Vladimir, aunque siempre se está a tiempo… Estamos de acuerdo con eso del punto preciso donde sentimos la emoción de la lectura; de allí que haya notado lo tonto de mi intención al querer extender esa idea tan precisa y bella. A veces hay que dejar las cosas como están.
Besotes transatlánticos.
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Que se reciben con alegría.
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