Cierta vez le dijeron a Adolfo Bioy Casares: “Una vez oí decir que escribir es, en cierto modo, dejar de vivir…” A lo que Bioy Casares respondió: “No, no crea. A mí me parece que ocurre lo contrario. Me atrevo a dar el consejo de escribir, porque es agregar un cuarto a la casa de la vida. Está la vida y está en pensar sobre la vida, que es otra manera de recorrerla intensamente”.
Ahora encuentro esta cita de Enrique Vila-Matas: “La ficción literaria forma parte de la verdad: lo que uno imagina es tan real como la vida, pues forma parte de ella. La vida, además, como la naturaleza misma, es engañosa”.
Quienes solemos escribir, aun cuando lo hagamos como un mero hobby, hemos podido comprobar empíricamente las muchas virtudes del acto de escribir. En mi caso particular lo noté por primera vez cuando comencé a tomar notas de los libros que iba leyendo. Al terminar uno de ellos escribía una pequeña crítica o comentario sobre ese libro y no pocas veces noté que el acto de escribir modificaba la lectura que había realizado. El escribir sobre un texto leído hacía que afloraran ideas o relaciones que no había tenido en cuenta en el acto propio de la lectura. Después llegó otra observación similar: al comenzar a escribir ficción, el acto de escribir iba creando en sí mismo el relato o sus variaciones. Podríamos seguir sumando otros aspectos positivos de la escritura: el autoconocimiento o autoanálisis, la potencialidad de la creatividad, las relaciones temáticas, etc. Sea como fuere, todo está en esa síntesis perfecta de Bioy Casares: escribir es agregar un cuarto a la casa de la vida.
Agregar un cuarto como sinónimo de enriquecer, ampliar, expandir la vida. Y sí, justo es lo que hace la lectura conmigo. No la sustituye (o, al menos, no busco que lo haga), no la empequeñece sino, acaso, en el peor de los casos la deja igual. Extraordinaria, la imagen. Me la quedo en la alforja o, por mejor decir, en algún cuarto de esta casa ya laberíntica a fuerza de lecturas, y más que nunca disfrutable. Me hiciste recordar algo que leí no sé en dónde: «de lo que más lamentaré cuando muera serán los libros que ya no podré leer».
Abrazos minotáuricos.
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En algún comentario tuyo en mi blog hablabas de un título que, en particular, había cumplido con su cometido. Eso ocurre con éste; tuyo y también de libro (me lo acaba de confirmar San Gugl quien primero refiere a la película cuya existencia ignoraba. Sí. Soy más de libros). Podemos quedarnos tranquilos. Nuestras casas son palacios.
Beso. (Los abrazos ya no me alcanzan).
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Añadir nunca restar. Primero porque amplia nuestro conocimiento, nuestro mundo más o menos pequeño, nuestra imaginación , nuestro afán por seguir conociendo…. Etc, etc…No seguí enumerando. Porque habría llegado a «n» Un abrazo
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Por supuesto!!!! Yo no escribo -por desgracia si por escribir se entiende una narración etc- y estoy de acuerdo que el dar detalles de lo que pueda pasar por la mente del escritor, es dar a conocer pormenores o detalles y expandir nuestra cultura, además de disfrutar con lu lectura. Abrazo literario…
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Me ha parecido un artículo estupendo y que me motiva a trabajar más de lo que hago, pero mi tiempo es limitado. Es más, tu artículo induce a escribir otro sobre el mismo, pero he de salir urgentemente. Un abrazo
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