Hace un par de días hablé sobre unas notas que había tomado en un bosque de Colombia. A raíz de eso encontré un dato curioso sobre un árbol muy particular: el Ginko: «El Ginkgo o también llamado el árbol de los 40 escudos es una especie de árbol considerado un fósil viviente, ya que, a pesar de todos los cambios climáticos drásticos, ha permanecido y sobrevivido por más de 200 millones de años. Viene directamente de la época en la que los dinosaurios gobernaban la tierra y es un árbol único en el mundo, ya que es el único sin parientes vivos».
En fotos se puede apreciar un árbol ginkgo de 1.400 años bañando de hojas doradas el suelo de un templo budista.
Creo que en mi lista de sitios-por-conocer agregaré al Ginkgo como si fuese un sitio o un país en sí mismo; una especie tan particular merece un sitio en ella, sin ninguna duda.
Parece un árbol ideal para meditar bajo su copa.
Hay tanto por ver…y descubrir.
Gracias por compartir.
Un abrazo
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Supongo que todo árbol sirve; pero éste como que le daría un gustito especial, me parece. Y sí, por suerte hay tanto por descubrir aún…
Un abrazo.
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Sí,cualquier árbol puede servir. Pero el color amarillo es el más adecuado para la meditación, el de la foto es espectacular. Aunque mis primeros pasos con la meditación fue con almendros.
Un abrazo
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Buen punto lo del color, no lo había considerado desde ese aspecto.
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Hola, querido Borgeano! Regreso de uno de mis paseos y de nuevo te encuentro. Me gusta el Ginkgo Biloba, con sus hojas de pie de pato. Un bonito árbol para sentarse bajo sus ramas y oírlo crecer.
Un abrazo que atraviesa mares.
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¡Hola María! «Oírlo crecer», me gustó mucho eso. Espero que tu viaje haya sido placentero y que te encuentres muy, pero que muy bien.
Un fuerte abrazo.
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Bien me encuentro, Borgeano, espero que tú también lo estés.
Muchísimos besos.
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El árbol, su historia y tus fotografías son maravillosas. Gracias.
Un abrazo.
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Me da por pensar (ya ves, yo tan creativa) que el Ginkgo tendrá las raíces plantadas en el centro mismo de la tierra, ése al que quiso llegar el personaje de Verne. Así, sentarse bajo sus ramas sería algo así como conectar con lo más antiguo del planeta, antes de que el ser humano apareciera por acá y que sobrevivirá al mismo bicho. Pensarlo así me gusta, ahí podremos encontrarnos una y otra vez.
Abrazos dorados.
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