Cuando se estudian comparativamente a las diferentes religiones no puede menos que llegarse a la conclusión de que todas ellas provienen de una sola fuente común: Egipto. Allí tenemos al primer monoteísta (ese hombre increíble que fue Akhenatón), el primer nacimiento virginal (nacimiento ocurrido un 25 de diciembre), el primer crucificado, el primer resucitado, y muchas otras “coincidencias” que encontramos en las religiones actuales. Hoy les traigo lo que para mí es la génesis del concepto de alma; esa idea que llegaría hasta el cristianismo desde Egipto a través de un largo recorrido para terminar en Platón.
La palabra (intraducible) ka fue utilizada por los antiguos egipcios para referirse a ese aspecto de los hombres y de los dioses que refieren a la fuerza de la vida creativa. El ka es el aspecto que diferencia a una persona viva de una muerta. El ka comienza su existencia en el momento del nacimiento y era una especie de doppelganger del individuo. A veces, incluso, el ka fue representado como una figura un poco más pequeña al lado de la persona viva. El dios Khnum es ocasionalmente representado sentado en un torno de alfarero representando tanto el cuerpo físico de la persona y su ka.
Después de que alguien muere, el ka continúa existiendo (y por lo tanto también la persona, ya que el cuerpo era sólo la expresión visible de ka-poder) y también debía ser alimentado. Esta es la razón por la que el ka era abastecido a través de ofrendas de comida, las cuales se ofrecían a la puerta de la tumba o a través de las representaciones de los alimentos en las paredes de dicha tumba. En reconocimiento de esta fuente de vida, los egipcios solían decir «a tu ka» en las comidas.
El ka se representa como un par de brazos abiertos, extendidos hacia arriba. Estos brazos simbolizan la transmisión de la fuerza del ka de padres a hijos; de Dios al hombre, y del rey hacia el hombre. Esta forma de transmisión también se expresaba en los nombres de las personas y así destacaban la continuidad del ka en diferentes generaciones, por ejemplo «mi ka se repite«. A veces varios kas podían coincidir en una sola persona. Los dioses creadores y el rey podría tener múltiples kas, pero también, en casos excepcionales, podían ser parte de la gente común. Los nombres indican que el principio de múltiples kas no era sólo una multiplicación de poder, sino que fueron considerados como una división de la fuerza original ka en varios aspectos, tales como el esplendor, la fama, la duración de la vida, energía, alimentos, ver, oír, saber. Poco a poco, estos aspectos se hicieron independientes y fueron percibidos como los principios imperecederos de la vida misma, no ligadas solamente a la vida de un individuo.
Como puede verse, el concepto de ka y de alma son exactamente iguales; tal vez sólo ha sufrido pequeñas variaciones a lo largo de la historia; pero éstas son tan irrelevantes que no pueden ocultar su lugar de nacimiento.
Muy interesante. No sabía tanto sobre este tema. Muchas gracias. como siempre un placer leerte, amigo.
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¡Maestro, qué gusto tenerlo por acá! «Todos somos egipcios» es una frase que suelo usar bastante, aunque cada vez lo hago menos, ya que me he cansado de discutir con idiotas. ¿Inmodestia? Nada de eso, simplemente un acto de salud mental. En el tema de las religiones, todo está allí, en Egipto. No hay nada nuevo bajo Ra.
Un fuerte abrazo.
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Estupenda comparativa, Gorgeano, me ha gustado mucho como has desarrollado este tema. ¡Felicidades!
Buen fin de semana.
Un abrazo.
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Gracias Isabel (¿Sabes que me imagino que de conocernos personalmente no pararíamos de hablar hasta que nos echaran del café o del restaurante? Perdón por el divague). En realidad cuando se estudia la religión y la historia egipcia puede verse que allí está la génesis de toda la mitología actual. Es sumamente interesante adentrarse en ese tema.
Abrazo.
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Me gusta tu divagación, Borgeano, soy buena conversadora tanto como buena en el silencio.
Feliz domingo.
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Y sábado también…
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¿O sea que en el fondo tengo alma egipcia? Yo siempre me había sentido cercana a la primera mitad de vida de Santa María Egipciaca. Con razón.
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Su alma es demasiado etérea como para determinar su procedencia, Señora. Pero sí, todos somos egipcios en ese sentido, así que algo debe haber por ahí. Bastet corre por tus venas.
Abrazo.
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Ya decía yo que las siete vidas eran muy atractivas. Si, como dice Kundera en La insoportable levedad, uno debería tener varias vidas para entonces poder ensayar en una y luego saber cómo resultaron ciertas decisiones, siete me parece un número justo… =)
Muacs.
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Es un buen número, sin duda. Cabalístico por excelencia; por algo será.
Doble Muacs.
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