Sensación de belleza.

Constable - Cloud Study 1822

Constable, Cloud Study, 1822

Continúo con la lectura de La muerte del padre de Karl Ove Knausgård; novela algo despareja (de la que hablé hace poco) pero que en los momentos más logrados alcanza altos niveles de muy buena literatura (con un interesante cruce de estilos que van de la ficción a la memoria y al ensayo). Aquí les dejo una interesante fuga a las que Knausgård es tan afecto.

«Apagué el televisor, cogí un libro de arte de la librería que había encima del sofá, y me puse a hojearlo. Era un libro sobre Constable que acababa de comprar. La mayor parte de las ilustraciones eran esbozos de óleos, estudios de nubes, paisajes, mar.
Sólo con pasar por ellas la mirada, los ojos se me llenaron de lágrimas. Tan grande era el anhelo con el que me llenaron algunos de los cuadros. Otros me dejaron indiferente. Mi único parámetro respecto al arte pictórico eran las sensaciones que despertaba en mí. La sensación de algo inagotable. La sensación de belleza. La sensación de presencia. Todo recogido en momentos tan agudos que algunas veces resultaba difícil estar en ellos. Y completamente inexplicables. Porque al escrutar ese óleo de una formación de nubes del 6 de septiembre de 1822, no había nada en él que pudiera explicar la fuerza de mis sentimientos. Arriba, en el borde, un trozo de cielo azul. Debajo, un trozo de neblina blanquecina. Luego las nubes que se imponían. Blancas por donde les alcanzaba la luz del sol, de un verde claro por las partes más ligeras de sombra, de un verde profundo y casi negras por donde más pesaban y el sol quedaba más alejado. Azul, blanco, turquesa, verde, verde oscuro. Eso era todo. En el comentario al cuadro ponía que Constable lo había pintado en Hampstead «at noon», y que un tal Wilcox había dudado de la corrección de la fecha, ya que existía otro esbozo del mismo día de entre las 12.00 y las 13.00, que muestra un cielo muy diferente, más lluvioso, un argumento invalidado por los informes meteorológicos de la región de Londres de ese día, ya que el cielo era posible en ambos cuadros».

Comparto la idea básica de Knausgård: Mi único parámetro respecto al arte pictórico eran las sensaciones que despertaba en mí. No hay otra manera de mirar un cuadro; te llega o no te llega. Luego podemos acceder a más información y de allí podremos seguir profundizando en las diferentes capas de sentido o expresión de la obra, pero la sensación primera es fundamental e inevitable; todo lo demás es verborrea de críticos o de farsantes del mercado.

14 comentarios el “Sensación de belleza.

  1. Totalmente de acuerdo, esa sensación es como el beso de la belleza en el alma… descubriendo el misterio del arte. Me encantó. Mi abrazo grande.

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    • Borgeano dice:

      La novela de Knausgard tiene varios momentos como éste, Julie; aunque a veces se va mucho por las ramas. O mejor me corrijo: cuando se va por las ramas es cuando, precisamente, se pone más intensa e interesante. En cuanto al arte en sí y a lo que se siente frente a él, coincido plenamente con él y contigo: «El beso de la belleza en el alma». Nada más y nada menos que eso.

      Un abrazo.

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  2. Shira Shaman dice:

    La maravilla del Arte es justo eso nada es correcto o incorrecto está ahí para brindarnos sensaciones, despertar nuestros sentidos, evocarnos un recuerdo o dejarnos una huella invisible, cosa que muchas veces logras con tu escritura. Brindo porque sigas convocando a las musas y nos regales tu arte coloreando hojas en blanco. Besos

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    • Borgeano dice:

      Muchas gracias, Betty; por desgracia, hace pocos días sufrí un percance en mi laptop y hubo que cambiarle el disco rígido, así que perdí todo lo que había escrito a lo largo de los últimos meses. Habrá que empezar todo de nuevo (para no deprimirme me digo a mí mismo que esta vez saldrá todo mejor; que por algo fue o cosas así). Sin arte nos faltaría una de las grandes excusas para levantarnos a la mañana. He visto con agrado que tú también has ido modificando tu repertorio y eso significa avance, riesgo, búsqueda. Ése es el camino a seguir, nunca la quietud.

      Un abrazo.

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      • Shira Shaman dice:

        Que mal, espero que los respaldos de lo demás lo tengas en el disco externo, en fin me alegra que lo veas en el sentido de dar otra visión a las cosas pese a que no son del todo óptimas, te permiten volver a empezar, he leído que vas al mar, me alegra imaginarte jugando en las olas y disfrutando como un niño con el sol reflejado en tu mirada. Disfruta mucho querido Borgeano, abrazos con olor a salitre 😃

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  3. María dice:

    La percepción de la belleza, es tan personal! La sientes o no y nadie te la puede imponer. Cuando observando «algo» mi alma se conmueve, me doy cuenta de que he percibido esa belleza y mis sentidos disfrutan con ello. Aunque quizá, sólo me conmueva a mi.
    Un abrazo bien grande para todo el fin de semana, amigo mío.

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    • Borgeano dice:

      Exacto; es aquí cuando la subjetividad es válida y tiene sentido; cuando queremos imponer nuestra subjetividad a alguien o cuando alguien nos quiere imponer la suya, es cuando empiezan los problemas. Si algo sólo te conmueve a ti, pues es más que válido y deberías llevártelo prendido del alma.

      Un fuerte abrazo y buen fin de semana para ti (yo, después de mucho, mucho tiempo, iré por fin al mar ¡Lo deseo tanto!).

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  4. danioska dice:

    De acuerdo en que el único parámetro personal es el de que te toque o no una obra, pero me permito añadir un matiz: existen criterios en cuanto al «valor artístico» de una obra en función de la historia del arte, de su momento, de su propuesta, de su voz. Es decir, si el arte solamente valiera por si me gusta A MÍ o no, dejaríamos de lado piezas, corrientes o escuelas de enorme valor en su trascendencia dentro de la historia y nos quedaríamos en una zona por demás pobre, impresionista. Por ejemplo, a mucha gente en su momento no le gustó el simbolismo, no le dijo nada, y sin embargo hubiera sido arriesgadísimo caer en un silogismo del tipo: como a mí no me gusta y habemos muchos que pensamos igual, entonces que el simbolismo que se vaya por el caño. Como se sabe («no le tengo que enseñar el Padrenuestro al señor cura», ja), el simbolismo fue fundamental no sólo por sí mismo sino también por las muchas puertas que abrió al arte hacia terrenos antes no explorados y hacia corrientes y escuelas «del gusto de muchos». ¿Qué hubiera pasado con artistas/ autores en su momento no valorados pero luego entronizados por su talento, por su visión de futuro?
    En fin, ahí dejo mi argumento.
    Besos,
    J

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    • Borgeano dice:

      Sí, sí, sí, claro está, querida mía, que la referencia por la cual transcribí el fragmento de Knausgard es sólo válido en cuanto a la subjetividad personal. No tiene ninguna validez si pretendemos llevar esta idea al ámbito general de las expresiones artísticas. La novela, al ser autoreferencial (no por nada se lo compara con Proust) nos permite enlazar la experiencia del autor con las nuestras; pero de ninguna manera eso es una propuesta generalizadora. Tienes toda la razón en defender a aquellas escuelas artísticas que no son de nuestro particular agrado (o que no lo son del «establishment» del momento); si así fuera nos hubiéramos perdido de muchísimas ramas artísticas que han enriquecido a todos los tiempos. Las escuelas más interesantes, tal vez, sean las que se opones a lo tradicionalmente establecido; he allí la principal razón para que los defensores de la tradición encuentren los argumentos que les permitan borrar de la faz de la tierra a todo aquello que no se cuadre en sus gustos generalmente arcaicos. Es así que hay que defender a toda expresión artística, aunque no sea de nuestro agrado inmediato.

      A sus pies.

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