Me encantó este cartón o historieta que me pasó mi hija desde la otra cara del planeta. En eso salió igualita al padre: ambos creemos que si ser un animal social es reunirse para hablar estupideces, para emborracharse por deporte o para discutir naderías con tono de pseudocientífico que acaba de caerse por las escaleras, pasamos de largo hasta la próxima estación. En lugar de frasecitas adocenadas y políticamente correctas, preferimos aquellas palabras de Emile Cioran que de tan certeras les caen pesadas al noventa por ciento de la población: Cualquier persona inteligente o decente odia a la mitad de sus contemporáneos.
Desde luego, siempre es preferible «estar solo que mal acompañado…»
Me encanta el cartón. Feliz domingo. Un abrazo.
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¡Siempre! El problema es que cada día se nos va haciendo más y más difícil encontrar gente con la que uno pueda sentirse a gusto. Y no es que uno sea «antisocial» como enseguida se apuran en etiquetarte quienes te rodean, sino que lo que ellos llaman «sociedad» es una amalgama confusa anodina y sin encanto alguno. Entonces sí, uno opta por la soledad.
Un fuerte abrazo.
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Es cierto Borgeano, no somos «antisociales», lo que pasa es que hemos aprendido demasiado pronto lo que entraña la «sociedad» (yo más bien lo llamaría «suciedad») Cuando entras a un lugar donde sólo te dan palos, sólo te queda salir corriendo a refugiarte en tu propio espejo… Es entonces cuando te das cuenta que la soledad es un privilegio y con ella, siempre con ella y en ella, creas…
Un fuerte abrazo.
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Tocas un punto importantísimo, querida Julie: la soledad como refugio de la creación. Sin esa soledad contemplativa e introspectiva no podría existir la creación artística (ni ninguna otra, ya que estamos, pero hablo de la que más nos interesa a nosotros). Insisto, no creo que seamos «antisociales»; eso sería dejarles el término «social» a quien, precisamente no es el mejor exponente de un ser que debería vivir en función del otro. No pocas veces esas personas son quienes crean las mayores divisiones y quienes menos respetan a los demás ¿Qué más se necesita para tildarlos, precisamente, de «antisociales»?
Un fuerte abrazo.
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Totalmente de acuerdo contigo, Borgeano. No concibo ningún arte sin soledad. Lo que ocurre es que a los poderes que nos dominan hoy, no les interesa para nada que el ser humano piense, sienta, encuentre su centro para crear, para ser, para poder discernir lo que está pasando ahí afuera…
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¡Exacto! El poder nos quiere bien sometidos, de eso no cabe ninguna duda. De allí que cada acto creativo sea un acto de rebeldía en su forma más pura. Sigamos, entonces, aplicando nuestra pequeña y humilde rebelión. Tal vez no sea mucho, podrá decir alguien, pero es mejor que la nada a la que la mayoría de la sociedad se pliega.
Abrazo.
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Así es. No debemos, nunca, dejarnos dominar por estas modas masivas manipuladas. Yo hace años que me di cuenta de ello. Desde entonces vivo alejada del mundanal ruido… Sólo de vez en cuando salgo un poco a mirar el mundo, luego, regreso apenada. Soy rebelde. Siempre lo he sido.
Mi abrazo.
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Cada día me siento más asocial.
Entiendo y comparto tus observaciones, desde niño siempre fui la ovejita negra… y la edad nos vuelve aún más solitarios…
No sé tú, pero yo ando preparando mi escapada. La soledad contemplativa…
el silencio del viento… habitar mis sueños… prefiero amar mis compañeros de retiro que odiar a mis contemporáneos, para ellos solo mi olvido…
Abrazos
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Como siempre, Xabier; tus comentarios dicen con precisión lo que siento y lo que me gustaría decir. Lo de la oveja negra es algo compartido (¿será por eso que nos entendemos tan bien?) y es algo que disfruté desde muy pequeño (por lo visto ya era nietzscheano antes de saber de la existencia del filósofo). La soledad contemplativa es algo indispensable, tema que toqué hace poco en referencia a la novela de Karl Ove Knausgard y que seguiré tocando en el futuro, ya que cada día me siento más alejado de la sociedad que nos rodea. Por último, lo que dices tan bien. «para ellos solo mi olvido», me recuerda a las palabras de Borges: «Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón». El círculo se cierra maravillosamente bien.
Un fuerte abrazo.
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😀 😀 😀 ¡Qué frase tan genial! No la conocía. Me encanta la viñeta.
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Cioran no es el filósofo más divertido, pero tiene buenas frases, cortas y contundentes. Imagínate que uno de sus libros se llama «Del inconveniente de haber nacido»; uno ve el título y siente que ya ni es necesario leer el libro…
Gracias por pasar por aquí y por tus palabras.
Un abrazo.
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Conozco a Cioran y su ir contracorriente. Me parece un pensador genial 🙂 ¡Un abrazo también para ti! Feliz miércoles.
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Ah, los placeres de la soledad, del estar con uno mismo y nada más. Como dice Xabier, los años me convencen cada vez más de reservar ciertos resquicios de mi tiempo para mí, otros para mi gente querida y cercana y otros, los menos, con el resto. Lo hemos hablado y coincidimos también en ese ángulo.
Podría nombrarte líder vitalicio de la cofradia de los seres solos, por lo menos.
Abrazos y besos,
J
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«Cofradía de los seres solos» Me gusta el oxímoron. Además de que la gran mayoría no entendería ni medio (sí, también somos (y digo «somos») además de solitarios, elitistas; lo cual no está nada mal. Una de las cosas que disfruto de los diálogos que por aquí se cruzan es ver cómo el viento nos amontona (dios los cría y el viento los amontona, se dice por mi tierra) en rincones maravillosamente compartidos. Lo hemos hablado, sí, y lo seguiremos haciendo; no tenemos muchas opciones, eso nos pasa por ser, precisamente, pocos.
Besos y abrazos.
R.
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Me encanta el «Dios los cría y el viento los amontona». Por acá se usa una versión mucho menos encantadora: «Dios los hace y ellos se juntan». Bueno, pues celebremos los pocos locos que coincidimos. Estoy segura de que tendremos momentos muy felices y luego, cuando nos cansemos, cada uno hará mutis y los demás respetarán la ausencia. Bendita cofradía.
Otros. Y más.
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