Como el desgarro de una tela sutil, que se rasga sin un murmullo o un gemido, a veces no nos queda más que plegar los labios y salir a caminar sin mirar a los lados. Recuerdo ahora a Khalil Gibran, quien lo dijo mejor que yo: «Hay algo más grande y más puro que lo pronuncia la boca. El silencio ilumina nuestras almas, susurra a nuestros corazones y los reúne. El silencio nos separa de nosotros mismos, nos hace navegar el firmamento del espíritu y nos acerca al cielo; nos hace sentir que los cuerpos no son más que las prisiones y que este mundo es sólo un lugar de exilio».
Quien mejor que Gibran para poner palabras al silencio…
De adolescente leí todo lo que pude de Gibran. Fue una lluvia fecunda en mi mente y en mi corazón.
Fuerte abrazo
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Gibran es uno de esos autores a los que luego de haberlos leído bien uno puede volver buscando sólo fragmentos, pedacitos de esa sabiduría que ya tenemos integrada en nosotros, ya sea por sus propias enseñanzas como por algo de experiencia también. En este momento en que se me hace imprescindible un poco de silencio, volver a esta pequeña gema fue refrescante.
Un fuerte abrazo.
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Cierto. A menudo vuelvo a leerlo y siempre encuentro matices diferentes.
Muy acertado tu comentario.
Un fuerte abrazo
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Como un exilio se puede vivir en nuestro cuerpo o como una fiesta. Si valoramos aquello que nos hace grandes- el amor- creo que estamos más próximos a lo segundo que a lo primero. El silencio es enriquecedor siempre que no sea hermetismo o negación, siempre que nos sirva para madurar, para hacernos mejores como dice Gibran. Un abrazo.
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En este momento en particular, Tintero, el silencio que necesito es el silencio de la simple y sencilla paz; nada más que eso. Un poco de espacio para descansar, relajarme y reunir nuevas fuerzas para seguir. Estamos de acuerdo en que el silencio hermético no es algo recomendable (tengo la sensación de que algo falla en esos casos).
Un gran abrazo.
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No pides nada…, pero lo tendrás. Saludos.
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Silencio, silencio, silencio. Lo demás no es nada. Me callo y te abrazo, para que también me abraces. A los dos nos hace falta.
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