El susurro perpetuo.

20160725_141312Hace poco tuve la oportunidad de visitar por primera vez la ciudad de Guanajuato, conocida por su particular belleza pero, por sobre todo, por sus momias. Debo decir que me sentí levemente decepcionado al visitar este museo; me hubiese gustado un poco más de intensidad en la muestra, un poco más de historias relevantes y de contexto social. Pero ya se sabe, hoy en día lo que prima parece ser el beneficio económico, así que luego de una larga cola para poder ingresar, nos despacharon en unos veinte minutos y a otra cosa, que pase el que sigue. De todos modos, el tema de las momias de Guanajuato es por demás interesante, así que busqué algo más de información al respecto, la cual intentaré resumir.

En 1833, un brote de cólera golpeó Guanajuato, México, y los muertos fueron enterrados en el cementerio local. Sesenta y tres años más tarde, en 1896, las autoridades municipales comenzaron a cobrar una tasa por los lotes ocupados en el cementerio, y las familias pobres que no podían pagarla se20160725_141627 vieron obligadas a desenterrar a sus muertos. No fue poca la sorpresa y el horror que sintieron (pienso en la época y a ello sumo la particular relación que tienen los mexicanos con la muerte) al descubrir que allí no había esqueletos, como se suponía, sino cuerpos grotescamente conservados, retorcidos en posturas de pesadilla y con expresiones faciales aún visibles. Las condiciones del clima y del suelo de la región se habían combinado para conservar los cadáveres de esa forma.

La ciudad ha puesto 119 de los cuerpos —algunos todavía con pelo, cejas y pliegues en la piel—, en exhibición (eso es lo que dice la información general; hoy en día hay muchos menos). El escritor Tom Weil dijo, luego de visitar el sitio: «En las figuras puede verse tanto a los vivos como a los difuntos; la muerte con un rostro humano y la humanidad con el cráneo debajo de la piel». Ray Bradbury, que visitó el museo en la década de 1940, escribió: «Se veían como si hubieran saltado, quebrados en sus tumbas en posición vertical, las manos cerradas sobre sus pechos arrugados y gritando. Las mandíbulas caídas, la lengua fuera, las fosas nasales abiertas. Congelados de esa manera. Todos ellos tenían la boca abierta. El suyo era un grito perpetuo. Luego agregó: «La experiencia me hirió y me 20160725_142309aterrorizó, casi no podía esperar a huir de México. Tenía pesadillas sobre la muerte donde tenía que permanecer en los pasillos de los muertos con los cuerpos apoyados y sostenidos apenas por un cable. Con el fin de purgar mi terror, al instante, escribí «El siguiente en la línea». Fue una de las pocas veces que una experiencia dio resultados casi en el acto».

Cada uno que pasa por allí sale, sin duda, transfigurado. Al menos, claro está, que se encuentre ajeno a todo sentir o a todo pensar; es decir, al menos que ya está muerto en vida. La muerte o el horror como génesis creativa, en el caso de Ray Bradbury o del pensamiento filosófico de Tom Weil, quien atinadamente se vio a sí mismo y a todos nosotros allí. Las momias de Guanajuato, de un modo u otro, nos hablan o susurran cuando pasamos a su lado.

7 comentarios el “El susurro perpetuo.

  1. […] a través de El susurro perpetuo. — El Blog de Arena […]

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  2. danioska dice:

    Qué estupendas las citas que nos regalas, las momias vistas por escritores y su impacto en el proceso creativo. Ahora, por su culpa, tengo que leer «El siguiente en la línea».
    Recuerdo que una de las cosas que más me impresionaron cuando fui por primera vez a ver las momias fue un detalle que señala Bradbury: parecen estar gritando, lo que me pareció todavía más escabroso. Luego me puse a investigar porque todas (o casi todas) presentan ese rasgo y encontré que en los muertos, al no haber tono muscular, la boca suele quedar abierta, como en un grito callado, como asustados al enfrentarse con la muerte y con quién sabe qué visiones. No sé si me convenció o, simplemente, decidí creerlo. Sí sé: lo segundo.
    Abrazos.

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    • Borgeano dice:

      No sé si esos cuentos de Bradbury son los mejores. Yo lo leí en mi adolescencia y aunque los recuerdo con cariño no han vuelto a llamarme a sus filas.
      Lo que dices con respecto a «el grito callado» de las momias es más que lógico. Hace poco leí un artículo donde se hablaba de los «misterios» de esto y aquello (es curioso como en pleno siglo XXI aún hay gente que cree en tanto «misterios») y en una de las entradas se hablaba de ese efecto en las momias, tomando como referencia a las momias egipcias. Ante todo, la lógica y la razón, ya bastante tenemos con las tendencias animales propias de cada día.

      Abrazo vestido de disculpas por la demora en responder.

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  3. Que impresionante! Siguiendo el hilo narrativo de Bradbury me sumergo en la atmósfera tétrica de sus narraciones «De las cenizas volverás». Pienso que en ellas hay bastante esencia de las mómias de Guanajuato.
    Gracias por compartir.

    Abrazo

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    • Borgeano dice:

      Cuando Bradbury visitó el museo, Xabier, éste era mucho más tétrico que el actual. En aquel momento las momias estaban expuestas en largos pasillos, apoyadas contra la pared y sin ninguna división entre ellas y el público. Hoy están detrás de prolijas vitrinas y también son muchas menos las que se exponen. Supongo, con toda base lógica, que la experiencia de aquellos tiempos sería realmente opresiva.
      Perdón por la demora en responder.

      Un abrazo.

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  4. Ahora, como Julia, tendré que leer “El siguiente en la línea” 😉 y también «De las cenizas volverás» como sugiere Xabier.
    Un abrazo.

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