Pocos saben que Felix Salten, el autor del tierno e inocente y huefanito Bambi escribió, en 1906, una novela pornográfica que se editó, en su momento, de forma anónima. La novela se tituló Josephine Mutzenbacher – The Life Story of a Viennese Whore, as Told by Herself (Josephine Mutzenbacher – La historia de una prostituta vienesa contada por ella misma. En inglés llevaría el título más práctico de Memoirs of Josephine Mutezenbacher).
La forma empleada en Josephine Mutzenbacher es la de la narración en primera persona, en forma de libro de memorias. La historia está contada desde el punto de vista de una mujer de 50 años de edad, cortesana vienesa ya retirada que mira hacia el pasado y narra las aventuras sexuales que disfrutó durante su desenfrenada juventud en Viena. Contrariamente a lo que se supone debido al título, la casi totalidad del libro tiene lugar cuando Josephine tiene entre 5 y 12 años de edad, antes de que realmente se convierta en una prostituta con licencia en los burdeles de Viena. El libro comienza cuando ella tiene cinco años y termina cuando tiene doce años y se encuentra a punto de entrar en el servicio profesional en un burdel. Aunque el libro hace uso de muchos eufemismos anatómicos para referirse a los genitales y al comportamiento sexual en sí (lo que hoy hace que esas descripciones suenen más pintorescas que antaño), su contenido es totalmente pornográfico.
Claro, el asunto, más que la novela en sí (de la cual puede encontrarse alguna versión en PDF por allí), es si hoy se estaría hablando de ella de no ser por el hecho de que el autor es el mismo de esa tierna historia que todos conocemos por demás. Creo que la reflexión se abre más sobre nosotros que sobre Felix Salten, de quien Harold B. Segel (un amigo personal del escritor) escribió alguna vez: «Para aquellos que lo conocimos, el carácter de Felix era más parecido al de Bambi». Vaya uno a saber…
Bueno pero es que los buenos escritores no pueden escribir solo sobre una temática. Hay que cambiar de registro y a esto yo lo llamo un cambio radical.
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Claro que sí. De allí esa pregunta final que me hago ¿Qué ocurre con las personas en la actualidad que ven algo extraño en eso de que un hombre escriba una novela como esta y luego escriba algo como Bambi? El problema está en quien mira, no en Salten.
Abrazos.
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Pues claro!! Un día hacemos poemas eróticos y al siguiente un cuento infantil. Es ficción!!!! Besazos!!
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¡Yo lo hago! Así que tal vez por eso me niego a juzgar al buenazo de Felix. Sé que tú también y hay algún otro por allí. Cada vez que recuerdo ese barco tuyo y a quienes allí estamos se me pinta una sonrisa en el rostro que no me la quito en todo el día.
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Ojalá la vida te pusiese mas cerca Rober. Sé que aprendería de ti a cada momento. Ya lo hago pero «in person» es mejor. En este barco vamos solo los eternos inconformistas, felices a ratos, trágicos a otros, pero siempre viviendo intensamente. El barco se llama «Intensa libertad», te gusta??
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Ojalá así fuera; no cabe duda de que serían momentos únicos. El nombre del barco queda; ambos términos son precisos y preciosos.
Besos mil.
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De lo que se entera una!! Uf… ya Bambi no me parecerá tan inocente.
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Es lo que todos pensamos, Mar; ya nunca podremos volver a ver a Bambi de la misma manera.
Besos.
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No sabía que era el mismo personaje, creí que el autor de Bambi era un tipo decente. Ya ves, yo siempre con mis prejuicios. Ahora siento que me renace el amor por el venadito y que le encuentro (¿será?) un cierto ángulo perverso, con su colita blanca toda mullida…
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Bueno, Bambi llegó al mundo porque la mamá hizo alguna que otra porquería (esa misma madre que recibió ese balazo tan certero que hizo llorar a cuanto crio vio esa película), así que aquí nadie es inocente; sólo hay grados de perversión. Por ejemplo, mira que yo ni me había fijado en la colita de Bambi… no sé, es un detalle.
Besos mil.
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