Pequeño ejercicio intelectual. ¿Cuándo fueron dichas las siguientes palabras?
«¡Ésta es una época extraña del mundo en la que los imperios, los reinos y las repúblicas vienen a pedir a la puerta de un hombre corriente y le cuentan sus problemas al oído! No puedo coger el periódico sin encontrarme con un desdichado gobierno, acorralado y en sus últimos días, que me está pidiendo a mí, el lector, que lo vote. El pobre Presidente entre conservar su polaridad y cumplir con su deber, se encuentra perplejo. Los periódicos son el poder dominante. Si un hombre se niega a leer el Daily Times el gobierno se pondrá de rodillas ante él porque esa es la única traición en estos tiempos».
Bien, el fragmento en cuestión pertenece a Henry David Thoreau, está tomado de su ensayo Una vida sin principios y fue escrito en 1863; es decir hace 153 años. Thoreau me está enamorando profundamente, debo reconocerlo. Lo siento casi como a un hermano mayor (y no precisamente como al Big Brother orwelliano, sino todo lo contrario) quien dice esas cosas que uno debería haber escuchado cuando era un muchacho, no cuando ya es un hombre que busca, aunque no quiera, la salida.
Más allá de todo eso, encontrar una oración como «Los periódicos son el poder dominante» y su posterior análisis me deja entre perplejo y asustado. Perplejo porque uno de inmediato piensa en la lucidez y lo «adelantado» de quien escribió eso; asustado porque el paso siguiente es darse cuenta de que las cosas parecen no cambiar nunca. Se tiene la sensación de que no salimos de la caverna platónica, o que salimos de ella para encontrarnos con una caverna más grande, nunca con el exterior absoluto.
Me voy a seguir leyendo a Thoreau y, claro está, lo voy a seguir trayendo aquí. Si vamos a permanecer en la caverna, al menos hagámoslo en buena compañía.
Realmente superactual…
Un abrazo.
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Demasiado para mi gusto. Y no por él, sino por nosotros.
Un abrazo.
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Este comentario me recuerda el libro de Umberto Ecco «Número Cero»; una crítica sobre la utilización del periodismo para modificar voluntades. No obstante,tengo la impresión de que nosotros mismos, aún habiendo diferente líneas de prensa, siempre nos acercamos a la más alimenta nuestros propios prejuicios.
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Es cierto, Furien; (aunque no es el mejor libro de Eco, eso no importa ahora). Tienes mucha razón, también, en que cada uno de nosotros busca a aquellos medios que «alimenten nuestro propio prejuicio». Muy acertada tu apreciación.
Un abrazo.
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Me encanta su Walden, su desobediencia, su voz instransigente. Me encanta esto que posteas, aunque cale.
Abrazos.
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Thoreau es uno de esos tipos que siempre se ven citados y que nunca se leen, lo cual no deja de ser una pena, porque es maravilloso. Creo que todo o casi todo Thoreau cala, molesta, duele. Es lo que siempre ocurre cuando un lúcido nos desnuda.
Abrazos.
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He leído poco de su Walden y nada de lo demás. Debería acercarme, darle tiempo de incomodarme, pero no ahora. Un día que esté bien plantada en mis dos pies.
Besísimo.
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No necesariamente, querida; a veces esto de la lectura es tan personal que a pesar de lo maravilloso no siempre eso significa que eso pueda ser compartido. Como bien ejemplificas con tus dos hermosos piecitos, tal vez las huellas de los míos no calcen a la perfección con los tuyos. De todos modos hay muchísimas lecturas que sí compartimos y esas son las que valen más que cualquier otra.
Besazo.
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Ya a estas alturas vivo convencida que lo más valioso ni siquiera son las lecturas que compartimos, con todo su peso en oro, sino las vivencias que las respaldan. Como dijo José Gordon: «Leer es asomarse al incendio que ocurre dentro de la piel de otra persona». Por Fortuna hemos sido capaces de asomarnos a esos incendios del otro incluso sin lecturas de por medio. Vaya privilegio de vida.
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Maravilloso Thoreau, en todas sus luces y sombras. Gracias por traerlo, un placer leerte 🙂
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Muchas gracias Poli; Thoreau es uno de esos autores que se citan o que se nombran y que no siempre han sido leídos. Para mí es una fuente de placer y tranquilidad.
Gracias por tus palabras y por estar aquí.
Un abrazo.
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Creo que si no hubiera tenido que estudiarlo tanto en la Universidad, tal vez no me hubiera acercado a él y a sus colegas americanos con tanta pasión.
Coincido: placer y tranquilidad.
Más abrazos!
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[…] hace mucho que dejé por aquí una cita que tenía más de 150 años y que parecía tan fresca y actual como cualquiera dicha por […]
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