Un agujero en las Pléyades

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Elihu Vedder (American, 1836 – 1923), The Pleiades, 1885

Mirar al cielo y ver cómo se mueven los objetos en él sigue siendo uno de los placeres que no abandono, aun cuando en las ciudades esto suele ser bastante difícil. De todos modos, y por fortuna, cada tanto puedo adentrarme en pueblos o zonas rurales durante unos días y allí me abandono al sencillo gusto de ver cómo se van moviendo los astros sobre el oscuro telón de fondo del cielo nocturno. De las constelaciones siempre prefiero al Escorpión, a Orión, a la Cruz del Sur (a la cual hace ya un tiempo que no veo) y a las elusivas Pléyades.

En la mitología griega, las Pléyades eran las siete hijas del titán Atlas y la ninfa marina Pléyone. Las Pléyades eran ninfas en el cortejo de Artemisa, compartían la afición por la caza de ésta, y como ella intentaban mantener su virginidad. Las Pléyades debieron haber tenido considerables encantos, pues varios de los más importantes dioses olímpicos (incluyendo a Zeus, Poseidón y Ares) mantuvieron relaciones con ellas, relaciones que inevitablemente acarrearon el nacimiento de varios hijos. Las siete estrellas son: Maya, Celeno, Alcíone, Electra, Estérope, Táigete y Mérope (ésta fue la única de las Pléyades que no mantuvo relaciones con los dioses, aunque sí lo hizo con un mortal: Sísifo).

pleyadesEn algún relato mitológico se dice que por una de las Pléyades es por donde cayó el agua que produjo el Diluvio Universal. Parece ser que Dios quitó un tapón del cielo y el agua comenzó a derramarse hacia la Tierra. Siempre pensé que, tal vez, ese “tapón” no sea otra que Mérope, la séptima estrella y la cual no siempre es visible. Me gusta suponer que esa invisibilidad (la cual es atribuida en las historias mitológicas a la vergüenza que sufre al haber cedido a los amores de Sísifo) fue una buena excusa para justificar otra de esas historias que se contaban alrededor de una hoguera. Un mito justificando a otro como uno de esos libros que no existen pero que aparecen en un cuento para dar sentido a la historia.

Lejos o cerca del mito, las Pléyades siempre están allí arriba, huyendo de Orión y dejándose ver desde ambos hemisferios. Es decir que siempre me acompañan, sin importar dónde me encuentre o dónde vaya.

7 comentarios el “Un agujero en las Pléyades

  1. Shira Shaman dice:

    Me has hecho recordar el poema de Szymboska «Bajo una pequeña estrella» lo breve de un instante, nuestra pequeñez difuminada al mirar un cielo cuajado de estrellas en una noche clara.
    Por fortuna están siempre ahí con su brillante compañía.
    Abrazo

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    • Borgeano dice:

      Qué gran poema, c….., qué gran poema… uno lo lee y siente que no debe agarrar un lápiz en su perra vida. Me alegro que te haya recordado ese poema y que tú me lo hayas recordado a mí. Todo es una enorme cinta de Möebius…

      Un abrazo.

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  2. Aquileana dice:

    Excelente post, querido Borgeano. Me interesó mucho, sobre todo la referencia al Diluvio Diluvio Universal en relación a Las Pléyades (Mérope, posiblemente)… La mitología es fascinante, no crees?. Te mando un abrazo! 😀

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    • Borgeano dice:

      La mitología es maravillosa, fascinante, enriquecedora, sublime ¡lástima que no encontremos muchas personas con las cuales hablar de ella! Tú sabes mucho más de ella que yo y es por eso que disfruto tanto de las entradas en tu blog. Tan así es que a veces paso y ni siquiera sé poner por escrito las cosas que me haces pensar o sobre las que me desasnas.
      Me alegra muchísimo que precisamente a to (¿o a vos?) te haya gustado esta pequeña digresión sobre un tema mitológico.

      Un fuerte abrazo.

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  3. Lisemelino dice:

    Gracias por el viajecito por el universo, inmenso allá y dentro de mi,

    Un abrazo para ti…

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