Todo confluye

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Releo algunas páginas sueltas de un viejo diario personal y veo que la lectura de ciertos hechos implica un dolor o un desagrado que no hoy no merecen la pena pero que, inevitables, se hacen presentes cada vez que vuelvo a ellas. Por esa razón, desde hace años escribo en mis diarios sólo notas tangenciales o fragmentos de estilo casi ficcional; tal vez como forma de engañarme a mí mismo en una lectura futura. Al mismo tiempo leo, también, y para un trabajo personal, Ficciones, de Borges. Ese volumen contiene, como alguno recordará, La biblioteca de Babel; relato donde se nos muestra una biblioteca infinita. Por último, y de manera totalmente azarosa, llega mis manos este fragmento de Prosas apátridas, de Julio Ramón Ribeyro: «Podemos memorizar muchas cosas, imágenes, melodías, nociones, argumentaciones o poemas, pero hay dos cosas que no podemos memorizar: el dolor y el placer. Si nos fuera posible revivir el placer que nos procuró una mujer o el dolor que nos causó una enfermedad, nuestra vida se volvería imposible. En el primer caso se convertiría en una repetición, en el segundo en una tortura. Como somos imperfectos, nuestra memoria es imperfecta y solo nos restituye aquello que no puede destruirnos».

Es por eso, me digo entonces, que la Biblioteca de Babel es un sitio terrorífico; es por eso que una memoria infinita sería una tortura insoportable (como en ese otro cuento de Borges, Funes, el memorioso). Es por eso que uno no debe dejar por escrito todo lo que ocurrió en el pasado; porque incurrir en ese error conlleva lo atroz de otorgarle a lo que debe ser olvidado el carácter o la posibilidad de la inmortalidad. Como bien lo sintetizó Robert Silverberg (y me disculpo por la cantidad de nombres y de citas; pero hoy mi mente anda por estos rumbos sin que pueda hacer nada por evitarlo): Todo confluye  en este instante del ahora. Y es nuestro deber hacer que este ahora no nos agobie con recuerdos que no merecen, siquiera, un sólo instante de atención.

10 comentarios el “Todo confluye

  1. Este es un asunto que a mi me resulta sumamente interesante para reflexionar sobre él.
    Nuestro cerebro es un disco duro que todo lo guarda, y si procuramos distraer o doblegar a nuestra mente y conseguimos borrar malos recuerdos podemos comprobar que sólo es en apariencia, porque, mientras dormimos, esa misma mente se revela.
    Creo que se puede revivir el dolor igual que el placer, incluso más el dolor, que siempre está en alerta y busca su instante preciso para asaltarnos. Es el tiempo, quizá, nuestro mejor aliado, porque es quien se encarga de mitigarlo. Y, aunque no debemos caer en el masoquismo de torturarnos con el dolor, debemos permitir que no asalte y vencerlo.
    Un presente sin recuerdos es una habitación sin muebles. Y el eco de su falta grita la soledad de un cruel vacío.
    Buen día y un fuerte abrazo.

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    • Borgeano dice:

      Sí, de acuerdo contigo. La reflexión mía parte, sobre todo, de la lectura casi simultánea de esos textos o de esos fragmentos. Es allí cuando noto que lo que la memoria olvida (a veces para bien) no debemos nosotros ponerlo en un lugar de relieve como puede ser un diario. Éstos, según esta misma línea de razonamiento, también deben ser escritos desde una perspectiva que nos enriquezca y no desde una que nos vuelva a un dolor que en nada nos beneficia. En este caso hay que plegarse a lo que nos dicta la madre naturaleza a través de la biología y hay que olvidar (si se me permite el juego de palabras) a la cultura.

      Un abrazo.

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  2. Anita Blanco dice:

    Totalmente de acuerdo, lo único real que tenemos es nuestro momento presente, y normalmente no lo vivimos plenamente, ya que estamos en el pasado o futuro.
    Es una pena, cuando empiezas a vivirlo de verdad, tu vida cambia absolutamente.
    Un abrazo

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    • Borgeano dice:

      Doy fe de ello, al menos en la modesta medida en que lo he logrado (y en lo cual sigo trabajando, ya que esto es una apuesta constante). Vivir el presente es lo único sano que podemos hacer, aunque ello implique una constante lucha con nosotros mismos.

      Un abrazo.

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  3. Creo que aunque se perpetúen los momentos, por tristes que sean, vale la pena. Vale la pena darles ese carácter de inmortales, de saberlos pasados. Que sin importar por el sentimiento angustioso por el que pasamos en ese momento, lo vemos superado.

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    • Borgeano dice:

      Por mi parte creo, modestamente, que hay muchos de esos momentos que no valen la pena ser recordados. Como dije en la entrada, he notado que el recuerdo forzado de muchos de esos momentos no nos lleva a ningún lado y no tienen beneficio alguno. Hay otros momentos dolorosos que sí tienen sentido al ser recordados a pesar del dolor (o tal vez por ello mismo); pero insisto que no todos merecen ese lugar de privilegio.
      De todos modos, mi postura no es terminante al respecto, como bien dices al final de tu comentario, saber, ser conscientes de que hemos superado esos momentos tal vez valga la pena el pequeño dolor adicional que nos causa.
      En fin, que me has dejado pensado en ello nuevamente.

      Un abrazo.

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  4. danioska dice:

    El «ahora» que nunca es, que pasa apenas lo nombras pero en el que se encuentra, como en el Aleph, todo lo que existe. AyDió, me empiezo a poner profunda, mejor cambio de canal.
    Un abrazote.

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    • Borgeano dice:

      ¡No cambies de canal! Ni se te ocurra, con lo bien que lo haces…
      Sí, claro, el «ahora» está implícito en el texto; el cual nació de la sincronicidad de algunas lecturas azarosas. De todos modos, a veces recordar no está mal ¿no? Es decir, no creo que la idea del «ahora» constante sea una negación total del pasado, aunque en su forma habitual de expresar esa idea así se lo diga. ¡Oye, que hay tardes que no quiero olvidar!
      ¿Por qué las cosas no son más sencllas? no digo mucho, tantito así nomás…

      Abrazos.

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  5. cristinafra dice:

    Los recuerdos para mí son parte de mi vida de lo que soy ahora, tanto los malos como los buenos. He tenido la suerte que he podido relativizarlos y los he podido dejar en un cajoncito de mi cerebro y no dejar que me interfieran en mi yo y ahora, eso para mí es la madureza y saber vivir mejor.
    Un abrazo mañanero por aquí

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  6. Aquileana dice:

    A releer Borges, se ha dicho… «La Biblioteca de Babel» está en consonancia con «Funes, el memorioso», no crees?… Eso es algo magistral en Borges: la capacidad que ja tenido, como escritor, de construirse un propio universo, en el que los relatos se relacionan. Y prevalece, con indiferencia del tema, un «orden» ficcional implícito. Abrazo, Borgeano! 🙂

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