Hace un par de días alguien, al ver que me hablaba pero que yo no la escuchaba, me toca el hombro y me pregunta ¿Por dónde andas? “Por la playa” fue mi respuesta y ello nos llevó a dialogar sobre cuáles son los sitios donde solemos evadirnos cuando queremos relajarnos o cuando el entorno se hace demasiado aburrido u opresivo. Mi interlocutor prefiere las montañas, cuanto más altas, mejor. Yo, de manera inevitable, me voy al mar. No es casualidad que cada uno haya elegido el entorno en el que ha nacido; por eso (y por muchas otras cosas más), para mí el mar (El Mar, con mayúsculas de nombre propio; La Mar, con dejos poéticos) será siempre mi refugio, mi sitio de calma, mi eterno retorno.
De Fernando del Paso poseo un pequeño volumen que reúne varios textos de diferente estilo e intención. Al final de él hay una serie de poemas relativos al mar que lleva por título PoeMar. De él dejo este
El verano
Te surco, arpono, enfilo, te requiebro
y en mar candente te convoco y llamo:
te quiero a solas en mis olas, clamo
tus ojos, sombra, boca, tu cerebro.
Te bogo, nado, te buceo, enhebro
……………………..en pespuntes tu orgasmo. Prendo
……………………..inflamo
tu pezón más orondo. Beso, lamo
tu muslo más rijoso, lo celebro
con lengua que suspiras y que imploras.
Y te espumas, mareas, bulles, ardes,
te derrites, licúas en mis manos,
y en mi remo te encajas, bramas, lloras,
en oleadas de noches y en las tardes
más soleadas de todos los veranos.
Por qué será que ya no me sorprende que nos guste evadirnos en el mismo lugar?
Precioso el poema, hay uno de Fernando Pesoa que a mi me enamora…
Islas afortunadas
¿Qué voz viene sobre el sonido de las olas
que no es la voz del mar?
¿Será la voz de alguien que nos habla,
pero que, si escuchamos, calla,
precisamente por habernos puesto a escuchar?
Y sólo si, medio adormecidos,
oímos sin saber que oímos,
ella nos habla de la esperanza
hacia la que, como un niño
que duerme, durmiendo sonreímos.
Son islas afortunadas,
son tierras que no tienen lugar,
donde el Rey vive esperando.
Pero si andamos despertando,
calla la voz, y sólo es el mar.
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Tengo un par de sospechas al respecto.
El poema de Pessoa es, como no, precioso y tiene el mismo titulo que uno de los fragmentos de Nietzsche en su Así habló Zarathustra: “En las islas afortunadas” (las cuales son una especie de Edén en la Tierra). ¿No es una maravilla cómo se enlazan las ideas y, en este caso, además se enlazan como si fueran un mismo, hermoso, tema de fondo?
Y el Rey sigue esperando, claro…
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En eso coincidimos, mi lugar ideal de descanso cuando medito es siempre la playa, tu por fortuna ahora conoces muchas más playas que yo, tu repertorio de imágenes es considerable, yo por mi parte un día de estos haré operación fuga y me asolerare en la playa más cercana . 😃
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Sí, es cierto que conozco muchas playas; pero creo que mis fugas no son a ninguna de ellas en particular (mira, me has dejado pensando mucho sobre el tema), sino un pedacito de mar pequeño y solitario (ahora que lo pienso y vuelvo a verlo, no hay límites, ese mar se pierde en límites difusos… oh… ¡Precioso! Creo que me has dado nuevo tema para escribir algo que no sé si lo subiré aquí, pero que tal vez…).
Pues fúgate mujer; hazlo de una vez. Tampoco debes irte para siempre ¿no? Sobrevivirán, créeme.
Un abrazo.
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Comparto “fuga”, sentimientos y gusto por la poesía de Fernando del Paso.
Gracias, ha sido un placer.
Un fuerte abrazo.
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Hablamos de este tema con un par de amigos en la noche del sábado y todos, de una u otra manera, se “fugan” al mar o a la montaña. Creo que por pura casualidad encontramos algo curioso aquí. Incluso con uno de ellos, Gerardo; coincidimos en que los bosques son un sitio bello pero que no sirven para fugarse, que los bosques sirven para imaginar una caminata, es decir, que invitan a la acción ¿No es curioso todo esto?
Me alegra que también nos encontremos arena de por medio.
Un abrazo.
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Un caracol que lleva en las tripas el mar, así.
Abrazos de alga.
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Nereida, Ninfa, Agua clara ¿Qué más puede pedirse que dormir en abrazo verde, acunado por el vaivén de la marea? El caracol a veces es laberinto, e Ícaro incendia sus alas a propósito.
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Y Teseo no lleva hilo alguno.
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