Por esas cosas del azar o de la sincronía (tal vez sólo sean nombres distintos para la misma cosa), leí el siguiente párrafo y pocos minutos después me encontré con un artículo fotográfico que mostraba a algunos copos de nieve en el momento previo a desaparecer para siempre. Cuando leí el fragmento que les dejo a continuación no pensé en postearlo; pero al ver las fotos pensé que sería el complemento perfecto el uno del otro. La cita es de Steve Maraboli; del libro Life, the Truth, and Being Free. Las imágenes pertenecen al trabajo del fotógrafo ruso Andrew Osokin. La reflexión corre por cuenta de cada uno de nosotros.
«Somos perfectamente imperfectos. Todos hemos oído que no hay dos copos de nieve iguales. Cada copo de nieve toma la forma perfecta para lograr la máxima eficiencia y eficacia para su viaje, y mientras la fuerza universal de la gravedad les da un destino compartido, el espacio expansivo en el aire da a cada copo de nieve la oportunidad de tomar su propio camino. Están, entonces, en el mismo camino, pero cada uno toma una ruta diferente. A lo largo de este viaje impulsado por la gravedad, algunos copos de nieve chocan y se dañan unos a otros, algunos chocan y se unen, algunos son influenciados por el viento… ¡Hay tantas transiciones y cambios que tienen lugar a lo largo del viaje del copo de nieve! Pero, cualquiera que sea la transición, el copo de nieve siempre se encuentra perfectamente formado para su viaje. Podemos encontrar paralelos en la naturaleza como un bello reflejo de esta gran orquestación. Uno de estos paralelos es el de los copos de nieve y nosotros. Nosotros también estamos todos en la misma dirección. Estamos siendo impulsados por una fuerza universal al mismo destino. Todos somos individuos que tomamos diferentes viajes a lo largo de nuestro periplo y a veces chocamos unos con otros, nos cruzamos, nos alteramos… tomamos diferentes formas físicas. Pero en todo momento nosotros también somos 100% perfectamente imperfectos. En cada momento dado somos absolutamente perfectos para lo que se requiere para nuestro viaje. Yo no soy perfecto para tu viaje y tú no eres perfecto para mi viaje, pero soy perfecto para mi viaje y eres perfecto para tu viaje. Nos dirigimos al mismo lugar, estamos tomando diferentes rutas, eso es todo. Piensa en lo que podría significar esta gran orquestación para entender nuestras relaciones. Imagina interactuar con los demás sabiendo que ellos también comparten este paralelo con el copo de nieve. Al igual que tú, se dirigen al mismo lugar y no importa lo que puedan parecerte, ellos han tomado la forma perfecta para su viaje. Cuán fuertes serían nuestras relaciones si pudiéramos ver y respetar esa simple idea: la de que todos somos perfectamente imperfectos para nuestro viaje«.
Un fragmento precioso que desconocía por completo. Me apunto el título del libro y el autor. Por otro lado, comparto la reflexión de que somos 100% imperfectos pero perfectos para nuestro viaje individual.
Un abrazo y feliz miércoles.
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La cita es un poco larga para un blog, pero bueno, no podía cortarla sin modificar su contenido. Por cierto, el otro día me quedó por comentarte lo de Knausgard. No sé si te ha pasado lo mismo que a mí, que el segundo volumen me pareció superior al primero; sobre todo la segunda mitad. La isla de la infancia aún no lo tengo, pero esperaré tu comentario para ver si me acerco a él, ya que veo que tenemos gustos similares.
Un abrazo.
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Es una meditación que comparto, ya que realmente igual que nuestros dedos de la mano no son iguales, así los copos de nieve, y sí, para que funcionemos hemos de ser desiguales, la mano sería inútil si todos los dedos fueran iguales, tal vez la sociedad sería igualmente inútil si todos fuéramos perfectos, de igual forma, vemos la belleza de la nevada porque se ha formado con copos desiguales… como dice el estadounidense Stele Maravoli. Ello me ha llevado a pensar si no estaremos cada uno perfeccionándonos a través del otro, incluso, si existe Dios, tal vez tampoco es perfecto y se esté perfeccionando en y con nosotros? Creo que tal vez es un disparate lo que pienso pero si la perfección no existe, es porque la estamos creando conjuntamente. ¿No crees? Por eso nieva, por eso somos tan atípicos. Es un tema muy interesante. Gracias por traerlo. Un fuerte abrazo.
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No me parece para nada un disparate lo que dices, Julie; cualquier cosa puede pasar en este mundo (o, mejor aún, en este universo). Si Dios existe seguro que no es perfecto, de lo contrario no podría haber creado este mundo tan imperfecto. Pero, tal como se dice en la cita, esa perfección es perfecta. Todo se trata de un cambio de perspectiva, de paradigma. Habituados al concepto cristiano de «perfección» suponemos que tal cosa existe y que deberíamos apuntar hacia ella (perfección personal, marital, etc.); ahora, si nos adaptamos un poco, nos bajamos del pedestal donde nos subimos nosotros solos y aceptamos que somos «perfectamente imperfectos», la cosa se pone mejor: a menor soberbia, menos desencuentros. Todos somos lo mismo; todos estamos en el mismo viaje; todos somos uno.
Un fuerte abrazo.
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Reblogueó esto en Arte en guerra y paz.
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Excelente extracto… por otra parte, hay algo relacionado con el Infinito, que tiene que ver con la composición de los copos de nieves y la morfología fractal… Algo que por otra parte, podría remitir a la proporción aurea en la naturaleza…
Lo que más me ha gustado de la tu post es cómo la cita rescata el valor de la identidad y la imperfección… Muy bueno, Borgeano… Lo mejor para vos! 😀
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¡Gracias, querida Aquileana! Viniendo de alguien a quien respeto tanto por sus escritos, me guardo el alago y los buenos deseos como un pequeño aunque tal vez inmerecido regalo.
Lo que dices de la relación entre los copos de nieve y la proporción áurea es totalmente correcto. Habría que sumar aquí a la suceción de Fibonacci (la cual está relacionada con la proporción áurea, claro está).
Luego , el valor de la identidad relacionado con la imperfección es lo más evidente una vez que se sale del clásico esquema platónico. Cuando comenzamos a aceptar esas imperfecciones al mismo tiempo que le damos el valor que le corresponde a hecho de ser, es cuando comenzamos a valorar la vida como lo que es: algo absurdamente maravilloso.
Un fuerte abrazo.
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[…] a través de Somos, nada más, que copos de nieve — El Blog de Arena […]
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