El perdido arte de hablar claro

espiritismoEs por todos sabidos que, hoy por hoy, no se puede criticar a nadie. No importa el delirio de quien tengamos frente a nosotros; hoy, con esa idea desnaturalizada del “respeto a las ideas del otro” cualquiera puede decir lo que se le ocurra amparado en esa ley no escrita y sin validez alguna. Lo que no se entiende es que una cosa es respetar al prójimo y otra muy distinta es respetar a las ideas del prójimo. Lo primero es válido, lo segundo, no. Si una persona me dice que Neptuno influye, digamos, en mi sistema nervioso, debo respetar su derecho a creer en esas tonterías (si la persona es honesta) ¿pero respetar esa idea descabellada? Ni por asomo.
Prefiero aquellas épocas en donde había cierto respeto por el conocimiento y por las personas que poseían ese conocimiento. Hoy, tiempos en que, como dice el tango es «lo mismo un burro que un gran profesor» eso no ocurre y hasta es posible que resultemos agredidos si proponemos tal cosa (hay que ver lo estrecha que es la relación entre la violencia y la ignorancia).

Contaré una anécdota al respecto: Florence Cook fue una médium que no sólo se ponía en contacto con los muertos, sino que los materializaba; como solía hacerlo, particularmente, con el fantasma de Katy King. Dichas apariciones provocaron una fuerte polémica alrededor de 1870. La historia es por demás interesante, pero no voy a Thomas Huxleyhablar de ella, sino de lo que dijo Thomas Huxley, naturalista y abuelo del famoso escritor Aldous Huxley, cuando fue invitado a presenciar una de estas sesiones espiritistas. Huxley respondió: “Lamento no poder aceptar la invitación. No siento el menor interés por tales asuntos. Suponiendo que estos hechos fueran reales, tampoco me interesan. Es que si los habitantes del mundo espiritual no hablan con más sabiduría y sentido que los demostrados por sus amigos convocantes, he de clasificarlos en la misma y baja categoría. Preferiría vivir como barrendero que ser condenado, una vez muerto, a despachar simplezas por boca de un médium y a una libra por sesión”.

 

Bien por Thomas. Ahora ¿se imaginan lo que dirían hoy de este hombre? Lo único que hizo fue poner las cosas en negro sobre blanco, pero no cabe duda de que sería crucificado bajo el mote de intolerante, fanático o, incluso, es probable que se lo calificara hasta como ignorante. Lindos tiempos estos donde hasta la tolerancia es intolerante…

17 comentarios el “El perdido arte de hablar claro

  1. phaetho dice:

    Reblogueó esto en Antonio Lunay comentado:
    Me parece excelente la presentación del tema, sencillo y directo. Una observación a la frágil integridad en los tiempos actuales. La preocupación por ser aceptados por todo, nos ha hecho perder nuestra identidad como personas autenticas.

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    • Borgeano dice:

      Gracias, Phaeto. Me quedo con lo que dices al final, eso de «La preocupación por ser aceptados por todos» cuando en realidad hay que apuntar a lo contrario, a saber que uno va a ser aceptado por pocos si dice las cosas como son; pero eso pocos serán los que realmente valen. Se está empujando al mundo a un estado de mediocridad permanente, y eso nunca puede ser una buena noticia.

      Un abrazo.

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  2. phaetho dice:

    Considero que abordas un tema del cual ya no se habla mucho, y en caso de ser contrario probablemente cayó bajo la censura de intolerantes y fanáticos. En estos tiempos uno debe cuidar sus palabras, se le ha dado poder a tantos que se desconoce el rumbo de lo que es «claro».

    Excelente articulo, evoca a la reflexión y sin duda ben la misma frecuencia.

    Muchas gracias por compartir.

    Saludos!

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    • Borgeano dice:

      Supongo que no se habla mucho de él porque, precisamente, es el primero que expone este estado de mediocridad y, como los mediocres son legión, lo ponen al tope de la lista.
      Gracias nuevamente por tus palabras.

      Un abrazo.

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  3. luluviajera dice:

    Ese Thomas Huxley me hizo recordar a mi abuelo paterno, con quien discutir era algo muy difícil (y no lo digo por experiencia propia; discutir con mi abuelo era algo que estaba fuera de mi alcance, por edad y por respeto, sino que lo digo por recuerdos de infancia). Pero no era solamente una cuestión de tono, sino de argumentos. Como tú mismo sueles decir, «quien tiene argumentos no necesita gritar» y eso es lo que sentí al leer el texto de Huxley: tranquilidad. En ningún momento parece alzar la voz.

    Un abrazo.

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    • Shira Shaman dice:

      Recién estaba viendo un vídeo en el que una crítica de arte habla respecto al sentido mercantil y monetario en el que justamente la falta de una cultura estética pero sobre todo el desarrollo del sentido crítico permite que a cualquier cosa lo llamen ,vendan o exhiban como arte, lo ligo con tu entrada porque justo creo que muchas veces es más enriquecedor tener una crítica que permita analizar qué podemos cambiar o mejorar que tener a alguien al lado que siempre nos aplauda la gracia, en ese sentido hay que desarrollar cierta habilidad para darnos cuenta cuando alguien nos ayuda a crecer y mejorar y cuando otros nos manipulan. Yo he aprendido a valorar a esas personas que lejos de darme por mi lado pueden hablar con claridad y transparencia En fin es un tema que da para mucho. Abrazo.

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      • Borgeano dice:

        El tema del arte es complejísimo y es muy afín a este que estamos tratando. En ese ámbito hay mucha charlatanería y tal vez tengamos allí el caso contrario, donde la «voz autorizada» no diga la verdad, sino que sea precisamente la voz de la conveniencia, es decir, la voz de la mentira. Un caso curioso, sin duda (me dejaste pensando en eso).
        Estamos de acuerdo en la necesidad de una crítica honesta (en lo personal y en lo general) para poder avanzar. Sin esa crítica no hay posibilidad posible de avance.

        Un fuerte abrazo.

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    • Borgeano dice:

      Es cierto lo que dices de Huxley; volví a leer el texto y en ningún momento me sentí tentado a hacer ningún tipo de énfasis; el tono es absolutamente tranquilo y demoledor (esto último hijo de lo primero). Yo no conocí a mis abuelos, pero de haberlo hecho seguramente diría algo parecido a lo que dices tú.

      Un abrazo.

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  4. Martes de cuento dice:

    Aunque Voltaire nunca pronunció esta frase que se le atribuye, bien podría haberlo hecho, y me sirve para ilustrar tu entrada. «Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». Se ataca la idea, no a la persona.
    Estoy de acuerdo contigo en que debería ser posible rechazar o criticar ideas sin que te tachen de reaccionario, intolerante o fanático.
    Como ya señalaste en una entrada anterior, también debemos tener derecho a decir,con respeto y sin ofender o atacar, pero con claridad lo que pensamos, aunque haya quien lo considere «políticamente incorrecto». Porque, al fin y a cabo, ¿no dicen que el que se pica, ajos come o que ofende quien puede, no quien quiere? 😀 😀 😀 😀

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    • Borgeano dice:

      Este es uno de los grandes males de la posmodernidad, Martes; la idea de que todos tenemos el mismo derecho a hablar (lo cual es verdad en ciertos ámbitos y momentos, no esa un derecho cien por ciento aplicable a la generalidad). No existe la idea del respeto al conocimiento bajo la idea de que «todas son opiniones».
      Lamentable, esas mismas ideas erróneas son las que llevan a la violencia –sea física o verbal– ante quien piensa diferente y pretende exponer esas diferencias.
      Malos tiempos para los seres pensantes, por desgracia.

      Un fuerte abrazo.

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      • Martes de cuento dice:

        Desde mi punto de vista, lo malo no es exponer las opiniones (aunque estas sean discutibles o enjuiciables), sino la poca capacidad que hay de escuchar con atención las ajenas para rectificar cuando te hacen ver que quizá tu verdad no sea la única.
        Escuchar nos ayuda a tener otras perspectivas y a evolucionar en nuestro pensamiento.
        Hoy día es frecuente aferrarse a una opinión y, si alguien intenta discutirla, lo normal es cerrarse en banda y acusar al que ha hablado de intransigente o reaccionario. ¿Te suena? 😀
        El «buenrollismo» es la tónica y discutir sanamente está mal visto 😉

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      • Borgeano dice:

        Estamos totalmente de acuerdo. Abrirse a nuevas ideas –aunque éstas sean erróneas– es la base para formar un sentido crítico; de allí que escuchar al otro sea una necesidad básica. Es claro que todos pueden decir lo que piensan, siempre que, tal como lo dije en la entrada, sean personas honestas (es decir que realmente crean en lo que dicen). El problema, tal como bien lo señalas, es que nadie parece estar dispuesto a decir «Vaya, tú tienes razón», sino que persisten una y otra vez en su error y lo defienden contra toda razón. Como si la tozudez fuese un argumento.

        Un abrazo.

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  5. Excelente opinión. Actualmente hay que prepararse no solo mentalmente sino emocionalmente para contradecir o estar en desacuerdo con las ideas de los demás pues la reacción de rebote puede convertirse en un ataque masivo. Además a causa de tal opresión, las ideas menos sensatas son las más aceptadas, no hay juicio crítico en las personas solo se dejan guiar por charlatanes.

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    • Borgeano dice:

      Exacto, Priscilla; es lamentable que ahora uno deba callar ante la insensatez sólo por temor a salir herido. Esto no es una exageración; he visto casos donde se ha llegado a la violencia física o, también, a la violencia moral, ya que se ataca a la persona (siempre he querido hablar aquí de las falacias, sobre todo de la más usada, la falacia Ad Hominem) en lugar de atacar a las ideas con buenos argumentos.
      Es una pena y no deja de ser pernicioso para la sociedad entera.

      Un abrazo.

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  6. Cl@u dice:

    Por definición: «La libertad de expresión forma parte de los derechos humanos de las personas y está protegida por la Declaración Universal de 1948 y las leyes de todos los Estados democráticos. Esta libertad supone que todos los seres humanos tienen derecho de expresarse sin ser hostigados debido a lo que opinan». Curioso, porque es lo que denuncias, hostigamiento.. La libertad de expresión es bidireccional, yo opino y el otro también. Lo que quizás no se sabe mucho es que dicha libertad tiene límites: . Nada me obliga a mí a escuchar insultos, acosos, amenazas, opiniones fascistas (racistas, machistas, etc.) Quizás es momento de seamos selectivos con nuestros interlocutores y si no hay debate respetuoso… mandarlos a la mierda 😉

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    • Borgeano dice:

      ¡Hola, Cl@u! (¿Porque sos ESA Cl@u, no? El problema aquí es que hay dos acepciones del la frase «libertad de expresión»; una es la que vos destacás, la cual es la que tenemos que tener en cuenta a la hora de defender las libertades individuales, y la otra acepción es la errónea, y por la cual se establece que toda opinión, independientemente de quien la exponga, debe ser considerada en igualdad de condiciones con respecto a las demás. Esto es un error de concepto (el error radica en atribuir a una opinión una acepción en lugar de la otra). En síntesis, todos los humanos tenemos derecho a expresar nuestras opiniones (derechos humanos); pero hay ámbitos donde sólo deben hablar los que saben (por ejemplo, ciencia) y los que no, deben aceptar lo que estos dicen o contraponer argumentos de valía, nunca exponer la Carta de Derechos Humanos como aval de sus decires.

      Un fuerte abrazo, Cl@u.

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