Libertad condicionada

Arbeit Macht Frei

Dice Primo Levi, en Si esto es un hombre: «»Arbeit Macht Frei”, esto es, “El trabajo nos hace libres”, eran las palabras que se leían sobre la puerta de acceso al Lager de Auschwitz. A lo que parece, debería haber sonado más o menos así: “El trabajo es humillación y sufrimiento, y no nos corresponde hacerlo a nosotros, Herrenvolk, pueblo de señores y de héroes, sino a ustedes, enemigos del Tercer Reich. La libertad que les espera es la muerte”. “(…) pese a algunas apariencias en sentido contrario, el desconocimiento, el menosprecio del valor moral del trabajo era y es consustancial al mito fascista en todas sus formas. Bajo todo militarismo, colonialismo, corporativismo, encontramos la voluntad precisa, por parte de una clase, de aprovecharse del trabajo ajeno y de negarle, al mismo tiempo, todo valor humano”.

Como siempre, en la literatura encontramos todo aquello que necesitamos para entender el pasado, el presente y, hasta cierto punto, también al futuro. En este fragmento de Primo Levi uno encuentra ecos de la división del trabajo creada por los poderosos de siempre en beneficio de unos y de otros; es decir, de ellos y de los demás. Desde aquel poema de Brecht que comienza diciendo «¿Quién construyó Tebas, la de las siete puertas? / En los libros se mencionan los nombres de los reyes. / ¿Acaso los reyes acarrearon las piedras?»; hasta la publicidad de una escuela de inglés online cuyo acento está puesto en la idea de que quien sabe inglés consigue mejores trabajos (y que ha extendido esa idea a su recién abierta escuela junior —»Está probado que los niños que saben inglés consiguen mejores empleos»—), el fascismo del neoliberalismo ya ni siquiera se esconde detrás de unos buenos deseos o de una máscara de bondad. Ya no lo necesita. Sabe que las personas necesitan cosas, muchas cosas, y que harán lo que sea indispensable para conseguirlas, hasta dejar la vida en ello, incluso.

Uno mira alrededor y se sorprende de que esa frase en alemán «Arbeit Macht Frei» no se encuentre impresa en la entrada de cada fábrica y de cada oficina.

12 comentarios el “Libertad condicionada

  1. No hace falta poner este mensaje en las entradas de cada fábrica y de cada voficina. El sistema actual es tan sibilino que nos han creado la falsa necesidad de que necesitamos un trabajo. Para qué, para consumir los productos que nosotros mismos creamos. Es la esclavitud de la «libertad», claro está de la libertad de consumo.
    Los ricos no generan dinero y poder de la nada, si no de nuestro trabajo, por lo tanto ésa frase se entendería como, «vuestro trabajo me hace libre».
    Hemos perdido nuestra conciencia de clase y hemos dado la espalda a nuestro verdadero poder.
    Si dejamos de trabajar para los ricos y dejamos de consumir sus productos se podría revertir el proceso dialéctico y hacer realidad «el trabajo te hace libre». Una sociedad basada en el cooperativismo como forma esencial de la economía podría garantizarlo, obviamente para ello topamos con la dificultad de sacrificar todas esas falsas necesidades que el sistema nos «regala» para que seamos esclavos de su libertad. Cuestión de conciencia? de educación en la libertad? de todo un poco. Como te puse en un comentario anterior, hay una pintada en la entrada de un pueblo que dice: «no es sano estar adaptado a una sociedad enferma».
    Y ésto solo analizando la economía productiva, luego está el verdadero meollo del sistema que es la economía especulativa… aquí es donde realmente nos esclavizan generando en nosotros más necesidades y dependencias.
    Da para mucho el tema de hoy, dejo aquí estas breves pinceladas.

    Un fuerte abrazo

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    • Borgeano dice:

      Por algo nos entendemos tan bien, Xabier; cada una de tus palabras podría ser certificada con mi firma sin ningún tipo de añadido o de corrección. Me quedo con una oración de tu estupendo comentario: «Hemos perdido nuestra conciencia de clase y hemos dado la espalda a nuestro verdadero poder». Ése es el punto central de todo el éxito de la cúpula neoliberal, ya que a diferencia de los centros de poder de otras épocas, éste que nos toca vivir ha logrado la perfección: conseguir que el mismo esclavo los defienda y aplauda esa misma esclavitud. La conciencia del poder que se tiene entre las manos es fundamental para poder, al menos, empezar a pensar en una revolución; pero nada puede hacerse en estos momentos donde la sola palabra revolución es estigmatizada por aquellos que serían sus primeros beneficiarios.
      Como bien señalas, cualquier principio de acción contra este estado de cosas implica dejar de lado todos estos espejitos de colores con que nos deslumbran ¿Puede hacerse? Claro que sí; he visto algunas comunidades así (me invitaron a formar parte de una en Colombia, pero como yo quería seguir hacia el norte prometí unirme a ellos al regreso, cosa que nunca hice) y, hasta cierto punto, intento llevarlo adelante por mí mismo. Algo puede hacerse y un poco, multiplicado por todos, puede ser mucho; pero volvemos al punto inicial ¿Cómo lograrlo sin una conciencia de grupo como principio rector?

      Gracias por tus palabras.
      Un fuerte abrazo.

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      • Quizás deberíamos pensar más en global, no quiero decir que el pensamiento individual no sirva. Más bien nuestro pensamiento ha de ser expansivo, menos egoísta, podemos generar nuevas redes sinergicas que confluyan en el cambio. En un abrir la conciencia a la unidad. El cambio quizás sea lento y difícil, nadie dijo que fuera fácil. Y quizás nos pierda la impaciencia. Un nuevo paradigma es posible sumando nuestros pensamientos, acciones, emociones y voluntades.

        El tema del cooperativismo aquí en Cataluña está tomando bastante fuerza. También todo lo relacionado con las monedas alternativas y la banca ética, y no me refiero solo a Bitcoins. Hay una alternativa emergente bien definida en cuanto al decrecimiento y la sostenibilidad.
        Qué lejos me queda el recuerdo de aquel maravilloso libro de Schumacher, «Small is beautiful» y que cercano en su vigencia.
        Todo camino empieza siempre con un primer paso, no?

        Un fuerte abrazo

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      • Borgeano dice:

        Es lo mismo que hace un par de días aplicaba al tema de la poesía. El pensamiento individual no necesariamente debe estar reñido con el bien común; puede pensarse de manera individual (de hecho, es la única manera de pensar; luego puede haber consenso o no) pero aplicar los beneficios de ese pensamiento individual a lo colectivo es lo que hoy no se está llevando a cabo. En ese sentido se está cambiando lo individual por lo egoísta; y he ahí el error conceptual de las nuevas sociedades.
        En épocas de crisis el cooperativismo es una salida práctica que en poco tiempo aúna a comunidades enteras (también sucedió en Argentina luego de la crisis del 2001); pero luego, cuando las cosas comienzan a estabilizarse, las personas suelen olvidar muy pronto los beneficios de esta forma de comercio y de interacción y vuelven a plegarse al sistema económico individualista.
        Creo que la imagen de los espejitos de colores que usé hace un rato sigue siendo válida; pero hoy los «salvajes» que los compran parecen ser los que viven en las sociedades más civilizadas.

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  2. Javi B. dice:

    Durísima e interesante reflexión. Estoy totalmente de acuerdo con lo que expones. La libertad del capitalismo consiste en atarnos al consumismo desenfrenado de multitud de productos que él mismo produce. De hecho, lo peor de todo, a mi parecer, es que hemos extrapolado este consumismo a nuestras relaciones sociales.

    Cada vez es más común, las relaciones, ya sean de amistad o de pareja, de usar y tirar. Consumimos todo lo que está a nuestro alcance, incluso a las personas que están en nuestro entorno, intentando buscar una felicidad que cuanto más recorremos ese sendero, más lejos se encuentra.

    La felicidad es mucho más simple que todo eso, y nunca se basará en el consumo de ningún producto, persona o recurso medio-ambiental.

    Un fuerte abrazo.

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    • Borgeano dice:

      Es un excelente punto el que tocas, Javi; ese pasaje de una idea o costumbre de un ámbito a otro es lo que Foucault llama Episteme; y es lo que nos hace acatar una forma de pensamiento donde no debería ser aplicada.
      Ese «usar y tirar» de personas como si fuesen objetos desechables es uno de los pilares del pensamiento neoliberal, ya que les permite seguir actuando sin el peligro de que sus víctimas se unan en contra de ellos (si todo el mundo es tan egoísta como para sólo pensar en sí mismo ¿Cómo van a unirse para hacer una revolución?).
      Por otra parte, tenemos el pensamiento posmoderno del que ya hemos hablado muchas veces: «todo es opinión»; lo cual produce el mismo efecto (si por casualidad se reunieran algunas personas para hacer una revolución, ésta se perdería en medio de las diferentes revoluciones que cada uno propondría; total… cada uno tiene su opinión y son todas válidas).
      Por último, están aquellos que nunca se responsabilizan de sus actos, y que creen que siempre son usados por los otros. Las eternas víctimas que no hacen nada por levantar su propia cabeza, pero que enseguida culpan a los demás por ello.
      El tema es por demás complejo y triste; y por ningún lado se ve, siquiera, un atisbo de lucha contra él.

      Un fuerte abrazo.

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  3. El novelista, académico, crítico, dramaturgo y ensayista español, José Martínez Ruíz, conocido con el seudónimo de Azorín, decía: «Si trabajáramos todos, no se trabajaría» y estoy muy de acuerdo con él. Vivimos como vivimos por esa falta de organización en el trabajo y en la sociedad en general. Hemos desequilibrado el sistema porque no sabemos o no queremos organizarnos. Es lo que creo. Lo único que el ser humano tiene en sus manos es el orden de las cosas, pero han sido las cosas las que se han apoderado de nosotros. Porque no sabemos o no queremos poner orden: organizarnos. ¿No crees? Gracias por otro gran tema de reflexión. Mi abrazo fuerte.

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    • Borgeano dice:

      Claro; pero fíjate que si Azorín estuviese vivo hoy y dijera eso, lo primero que harían seria catalogarlo como «comunista» y, ya con la etiqueta en la frente, sería siempre blanco de las críticas de aquellos que realmente opinan diferente como de aquellos que podrían verse beneficiados con sus ideas, pero que están tan manipulados por el propio entorno que no podrían ver ni entender lo que se les está diciendo.
      Creo que allí está el verdadero poder del neoliberalismo: en haber conseguido que los propios esclavos se sientan felices de esa esclavitud y que, además, la defiendan. ¡Negocio perfecto!
      Por desgracia, y por lo que veo a mi alrededor, este sistema a perfeccionado tanto esto último que no veo posibilidad de podamos organizarnos para salir de él. Soy muy pesimista al respecto, ya que, como dice Javi aquí arriba, hemos llevado ese sistema económico a las relaciones personales, reduciéndolas a un mero comercio de amistades o de afectos; y eso nunca podrá ser algo beneficioso.

      Un fuerte abrazo.

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      • leodelatorre dice:

        Es triste pero hay que reconocerlo, como tu bien dices: «allí está el verdadero poder del neoliberalismo: en haber conseguido que los propios esclavos se sientan felices de esa esclavitud y que, además, la defiendan»
        En estas «democracias» o lo que sean, a los amos les votan sus propios esclavos y ante esta situación poco se puede hacer… o tal vez sí.
        Saludos

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      • Borgeano dice:

        Sigo dándole vueltas y no le veo la punta al ovillo, Leo. Creo que el sistema que han creado es tan poderoso (no quiero decir «perfecto» porque aún tengo esperanzas en que se le pueda encontrar la grieta, la fisura por donde empezar a dañarlo) que no veo que pueda ser vencido pronto.
        Hoy el poder tiene los elementos esenciales en sus manos: dinero, armas y medios. Antiguamente los poderes estaban divididos y se contenían unos a otros (religión, política, militarismo) porque se necesitaban; pero hoy no. Hoy todo está en las mismas manos: el poder económico. De allí la dificultad de revertir este estado de cosas. Creo que el poder mediático es, precisamente, el que más beneficios les produce, ya que es el que hace que la gente crea que piensa por sí misma. En aquellos países donde los medios no son tan fuertes (medio oriente, por ejemplo) es donde aplican el poder militar de manera directa.
        El problema es grave: o te pliegas o te invaden.

        Un abrazo.

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  4. Rechazo las etiquetas políticas, clamo por la justicia y los derechos de las personas. Me indigna la arrogancia de las siglas y de que se creen los únicos abanderados de la razón y la libertad.
    Al final somos rebaños en manos de falsos pastores.
    Qué bueno sería una tertulia entre nosotros entorno a un cafetito humeante o una bebida fresca y un diálogo dulce.
    Un fuerte abrazo.

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    • Borgeano dice:

      Sin duda lo sería, Isabel; creo que esa tertulia se extendería por horas de tantas cosas sobre las que podríamos hablar.
      Me gustó esa síntesis tuya: «somos rebaños en manos de falsos pastores». Tan simple como eso: rebaños.
      Salir de ello es posible, pero creo que hoy en día sólo puede hacérselo de manera individual; no veo posible (aunque me encantaría que así fuera) que lo haga una sociedad completa. Claro, el poder lo sabe y por eso mismo está tranquilo. Se adueñan de todo sabiendo que el rebaño nunca elevará su voz.

      Un fuerte abrazo.

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