El verdugo constante

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 “Homo sum, humani nihil a me alienum puto” escribió Publio Terencio Africano en su comedia “Heautontimorumenos” («El enemigo de sí mismo» o «El verdugo de sí mismo»), del año 165 a.e.c. La frase latina puede traducirse como “Hombre soy; nada humano me es ajeno”, la cual, sin duda, será reconocida por muchos de ustedes.

El título de esa obra de Terencio luego sería retomado por Charles Baudelaire para el poema LXXXIII de Las flores del mal. Allí, Baudelaire comienza diciendo: “Te golpearé sin cólera alguna / y sin odio, como un carnicero” o “¡Yo soy el puñal y la herida! / ¡Soy el cachetazo y la mejilla! / ¡Los miembros y el tormento, / el verdugo y el atormentado!”

Ayer hablé de la realidad dual que nos constituye como esos seres complejos que somos. Hoy, continúo con esa idea en mente y, como corolario, trabajo estas dos ideas: “Hombre soy; nada humano me es ajeno” ¿Pero qué significa ser un «ser humano?» ¿Tal vez ese verdugo y ese atormentado que es uno solo, como señala Baudelaire? Creo que sí; creo que eso somos a lo largo de toda nuestra vida e, incluso, varias veces a lo largo de un solo día. El problema está en que no lo reconocemos; en que creemos ser una unicidad que la realidad se empeña en mostrarnos una y otra vez que no es tal a pesar de nuestra ceguera.

Por cierto, Baudelaire cierra su poema con esta cuarteta lapidaria: “Soy vampiro de mi existir / -uno de esos abandonados, / a risa eterna condenados- / ¡que no puede ya sonreír!”.

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6 comentarios el “El verdugo constante

  1. Cierto que nada le es ajeno al ser humano, y cierto que al ser responsable de sus actos se convierte demasiadas veces en su propio verdugo. Cierto que somos una «realidad dual», y por ello la balanza tiene dos posibilidades donde inclinarse.
    Gracias amigo Borgeano, hoy el mar brilla tanto como el cielo, incluso la silla que otea su horizonte sonríe porque le ha vencido.
    Un gran abrazo.

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    • Borgeano dice:

      Este es un tema que me agrada y asusta al mismo tiempo: la dualidad personal. Durante mucho tiempo (sobre todo desde mi adolescencia y primera juventud) pensaba que éramos una cosa sólida, constante, unívoca; claro, los añosnos permiten ser más flexibles, menos críticos en algunos aspectos, tal vez más permisivos y eso nos hace darnos cuenta de que no debemos ser tan duros con nosotros mismos ya que nos habita al mismo tiempo la debilidad de la caída y la fortaleza para volvernos a levantar.
      Sigue disfrutando de ese mar que tanto nos conecta, de modo metafórico pero también físico, de alguna manera. Y por cierto, podríamos ver a esa silla y a ese mar precisamente como dos metáforas de esa dualidad de la que hablábamos ¿No te parece?

      Un fuerte abrazo.

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  2. Arpon Files dice:

    Dualidad cierta, pero muchas veces multiplicidad, que es lo más peligroso quizás

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  3. Físicamente, también somos un todo, no sólo una parte

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    • Borgeano dice:

      Sí, claro; pero a lo que apunto a la entrada es a esa dualidad psicológica que no nos permite alcanzar todo nuestro potencial. Algunas veces es culpa, otras vergüenza, otras tradición… Todas esas cosas o cualquier otra con la que íntimamente no estamos de acuerdo pero que acatamos de un modo u otro.

      Saludos.

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