Hay dos posturas contrapuestas en este mundo que nos rodea; una de ellas, determinista, dice algo así como que “todo está escrito” y que nada podemos hacer para cambiarlo. No hace falta ser extremista para ser determinista (aunque los hay, claro); sino que sólo alcanza con decir “la vida es así” o cualquier frase por el estilo. En la vereda opuesta se encuentran los partidarios del “libre albedrío”. Para ellos todo está abierto a nuestras posibilidades y podemos cambiar las cosas cuándo y cómo queramos.
Está bien, uno puede ser una cosa u otra y no hay problema en ello; pero hay un grupo de personas bastante molesto (tengo un par en mi familia que fueron quienes me impulsaron a escribir esto) que actúa del siguiente modo: es determinista en la derrota y partidario del libre albedrío en la victoria. Es decir que cuando las cosas les salen mal es por culpa de otros o del destino, mientras que cuando las cosas le salen bien es gracias a ellos mismos y a su enorme capacidad para… (lo que sea).
Es una postura cómoda, claro; pero además de ser irreal es por demás molesta para quienes los rodean. Sobre todo porque esas personas también tienen otra costumbre: no toleran que al otro le vaya bien. En ese caso no aplican el libre albedrío y si a alguien le va bien es “porque tiene suerte” y nunca porque hizo algo para conseguir eso; aunque por lo visto nunca se ha tenido tanta suerte como para nacer lejos de ellos. Y y es que no, todo no se puede…
El Blog de Arena 
Nunca pierden, un termino que designa esa elasticidad en México es Robalear.. un abrazo
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No conocía ese término, Rubén; ya mismo estoy buscándolo o preguntándole a quienes tengo al lado (ya están acostumbrados a ello).
Un abrazo.
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Ese pensamiento es demasiado común, por desgracia. E, imagino, que caer en él es bastante sencillo. Lo más fácil siempre es culpar a los demás de tus derrotas y colgarte la medalla con tus victorias. De hecho, en esa línea, podemos observar que es bastante extraño que una persona tenga la humildad suficiente para reconocer un error propio cuando ha metido la pata. Sea este error del tipo que sea. Algo que a mí, por cierto, me pone de muy mal humor.
Un fuerte abrazo.
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Por desgracia lo es, y por desgracia la gente lo considera más práctico de lo que realmente es, ya que es tan evidente que creo que lo que conlleva de negativo es pagar un precio demasiado alto. Lo mismo pasa con la mentira… conozco a un par que viven de la mentira como del aire y la verdad es que es triste verlos mentir pensando que uno no se da cuenta. Lo mismo pasa con esas personas que describo en la entrada; a la larga sólo nos producen una infinita pena.
Un abrazo.
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Cuántas verdades has escrito en tan pocas palabras, Roberto. Sus argumentos son siempre para culpar a los demás y la humildad jamás reluce en sus argumentos. Sé mucho de esto, amigo. Un fuerte abrazo y feliz sábado.
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Por desgracia esto ocurre con gente a la que uno aprecia (cuando lo hace uno cualquiera no tiene la menor importancia) y a la que apreciaría más todavía si no tuviesen esas actitudes tan tontas. Lamentablemente todos sabemos mucho de esto porque es una moneda demasiado común, demasiado habitual.
Un fuerte abrazo.
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Cierto todo lo que contemplas en tu escrito. Abrazos
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Es una pena, pero creo que sí, que no estoy errado en mis apreciaciones y, lo que es peor, que estos ejemplos familiares no se agotan allí (lo cual sería un mal menor), sino que es mucho más común de lo que solemos pensar. Claro, no nos queda otra opción que jugar con estas cartas, aunque no nos agrade la mano.
Un abrazo.
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Sí yo por ejemplo conozco a alguien que dice tener siempre la razón, que exige que le pidan perdón, mientras esa persona diga o haga lo que sea no tiene por qué pedirlo. Con esto quiero decir que si algunos pensaran un poco en lo que dicen, se darían cuenta que algunos sentimientos que poseen son producto de la envidia y la prepotencia, y detrás de todo ello de claro complejo de inferioridad. Besos a tu corazón.
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Ahí tenemos el primer problema, María; lograr que esta gente piense es más difícil que pellizcar un vidrio y por más que uno intente demostrar su error ellos no querrán verlo nunca. La conveniencia es un modo de vida y darse cuenta de algo que no les brindará ningún beneficio es algo que está más allá de toca su capacidad.
Lo importante es no caer nosotros en esas malas costumbres. Si hay mala gente en este mundo, pues no seamos de unos de ellos
Cariños.
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«Coge fama y échate a dormir». Eso en mi familia es de un determinismo radical
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Lo siento mucho. Por lo visto tenemos similitudes congénitas ¡Que dios nos pille confesaos!
Saludos.
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Cantidad ingente de gente, muy especialmente los fanáticos, religiosos o no, entran en tal categoría. En cuestiones médicas existe la famosísima frase «Si me curo, bendito san Alejo, si no me curo, qué médico tan pendejo». Robalear es un término que el político mexicano Reyes Heroles, usaba con frecuencia (Ni su hijo sabe de donde salió dicha palabra), refiriéndose a la gente, en política, que coquetea con uno y otro lado (partidos políticos), no se define. Igual se dice de alguien que «nada entre dos aguas». Saludos
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Sí, claro; en la religiones tenemos a los fanáticos más grandes de todos (y los más dañinos por eso mismo).
Gracias por la estupenda aclaración con respecto al término «robalear» Arpon (por aquí nadie sabía lo que significaba); cada día me desayuno con algo nuevo en este país y esa es una de sus mayores virtudes.
Saludos.
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[…] a través de Lo que conviene — El Blog de Arena […]
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No se si existe algo de libre albedrío o no. Pero, paradojicamente, si todo está determinado también lo está la creencia en el libre albedrío.
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Así es Luis; ése es el punto más débil de la idea de que todo está determinado. Claro, esto no implica que per se lo contrario (la existencia del libre albedrío) se pruebe de inmediato. Tal vez la respuesta se encuentre en algún punto intermedio… quién sabe. Es un tema complejo y aún abierto, lo cual no deja de ser más que interesante.
Saludos.
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