
José Naranja
Tengo, para mí, que el acto de llevar un diario es una de las mejores costumbres que se pueden tener si uno quiere recordar pero, sobre todo, si se quiere aprender sobre el mundo y sobre uno mismo. El diario, que muchos entienden en el sentido casi adolescente de la idea (“Querido diario, hoy fui a… y comí… etc.”) es algo trivial; pero el diario donde la escritura es la cuestión central y no sólo el modo en que transmitimos información, es algo totalmente diferente. El hecho de escribir es suficiente para que afloren de nuestro inconsciente cosas que ni siquiera sabíamos que estaban allí. Y esto no ocurre sólo con lo personal, sino con todo lo que nos rodea. Hace muchos años tomé la costumbre de escribir una crítica o reseña de los libros que iba leyendo y en poco tiempo noté que lo que escribía al terminar la lectura modificaba a la lectura misma. Poner por escrito mis ideas sobre ese libro hacía que no pocas veces modificara la idea que el libro me había dejado al llegar al punto final. La escritura en sí era una forma de crítica.
José Saramago dijo que “Escribir es hacer retroceder a la muerte, es dilatar el espacio de la vida”. Y ése es otro punto a favor del diario. Una fotografía es un buen recordatorio de un momento vivido; pero mucho mejor es un fragmento en un diario. Cuando leemos un fragmento de texto que evoca un momento de nuestra vida los sentidos todos (doy fe) toman parte de él, no sólo la vista. Un recuerdo escrito nos transporta de regreso en el tiempo; no sólo nos lo señala en el almanaque.

José Naranja
Por último; y también de ese entrañable amigo de esta casa que es Saramago: “La literatura es lo que hace inevitablemente pensar. Es la palabra escrita, la que está en el libro, la que hace pensar. Y en este momento es la última escala de valores”.
El diario es literatura, por supuesto; es nuestra literatura personal y única y allí está el pensamiento, el sentimiento y, si lo dejamos avanzar un poco (y que él nos seduzca y nos enseñe) también allí estará nuestra escala de valores; es decir, nosotros mismos.
No podría estar más de acuerdo contigo y con el gran Saramago. La escritura nos hace ordenar el pensamiento, nos transporta e incluso nos sana.
Un saludo
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Pues para mí lo es, María; la escritura cumple esas dos funciones que destacas: pone en orden mis pensamientos y, a través de ello, sana. ¿Cómo no estarle agradecido?
Un abrazo.
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Totalmente de acuerdo. El acto de escribir a diario es algo que admiro en muchos de vosotros.
Autodescubrimiento existe en nuestros escritos, la mayoría de veces nos pasa desapercibido en el momento. Sin embargo al releer viejos textos descubres aquello que era tan evidente…
Y como dijo Saramago: A grande maravilha do ser humano é exactamente essa, fez-se a si proprio.
Un abrazo
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Para mí es una necesidad la de escribir a diario y, cuando un domingo (ayer mismo, por ejemplo) me impide hacerlo puedo llegar a ponerme de mal humor (ayer mismo, por ejemplo) y no pocas veces debo obligarme a salir de ese estado, ya que quienes me rodean no tienen la culpa de ello.
Es muy acertado lo que dices del paso del tiempo. Eso he podido comprobarlo al tener la oportunidad de acceder a textos o notas tomadas hace tiempo. A veces me veo allí en un todo, a veces parcialmente, pero siempre estoy allí de un modo u otro.
Un abrazo.
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Escribir es una gran terapia, no sé que sería de mí si no escribiera. Tengo mucho que agradecer a la poesía. Besos a tu alma.
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Lo es, María; para mí es fundamental hacerlo todos los días.
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