Hasta que les toca

 

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Cada uno tiene sus temas recurrentes, eso es algo tan claro como inevitable. En este sitio tal vez uno de los que se toca con mayor asiduidad es el tema del otro. Por una parte creo que es fundamental entenderlo para que esta idea sea el cimiento de lo que podríamos entender por civilización (a esto que tenemos entre manos también lo llamamos de esa manera, aunque deberíamos ser un poco más sinceros y reconocer que parece más un gesto de buena voluntad que una realidad patente); por otra parte, no deja de causarme asombro y pesar ver como ese concepto es pisoteado una y otra vez desde casi todos los ángulos posibles. Casi nadie escapa a esta Luz veladafaceta humana; tal vez y únicamente —y aquí voy a caer otra vez en la paradoja del lenguaje— ciertos humanistas son los que se adentran en este terreno y ponen en sintonía el acto y el pensamiento. Una de esas personas —Isabel F. Bernaldo de Quirós—, es una habitual de este sitio y muchos la conocerán por el maravilloso material que nos comparte en su sitio Apalabrando los días.

Hace unos días, y en referencia a una entrada donde hablé sobre cómo los medios suelen mostrar las noticias según el carácter y posición de quien corresponda (ya sea un país o una persona), Isabel me dejó un estupendo texto; un poema perteneciente a su libro Luz velada (el cual pueden encontrar aquí) que sintetiza con dolorosa belleza lo que significa ver al otro como lo que es: una parte de nuestro ser puesto en otro cuerpo y que nos mira a nosotros como lo que somos: un otro que no es diferente, sino complementario. La mirada de Isabel es tan precisa que no creo que nadie pueda leer el poema sin sentirse identificado con él; e Isabel también nos recuerda, con algunas reminiscencias bretchianas, que todos podemos ser ese que se encuentra del otro lado; del lado del dolor o del pesar y que no es necesario (ni ético) esperar a que eso suceda para comprender que el dolor de uno es el dolor de todos.

He aquí, entonces, a Isabel F. Bernardo de Quirós, a quien agradezco que me permitiera reproducir su poema en este sitio:

“Hasta que les toca”

Cuando la muerte afecta a otros
la enfermedad la tienen otros
el hambre es desgracia de otros
y la violencia aniquila a otros.

Cuando la lava sepulta los pueblos de otros
la marea la tierra de otros
el suelo atrapa la vida de otros
y el viento se lleva la vida de otros…

Para los unos
-que no son los otros-
la muerte es un ente lejano
la enfermedad no es para tanto
el hambre ni se imagina
la violencia es aventura en la pantalla
y la naturaleza airada, un ¡ah! Sorprendido
arrancado al fugaz espanto.
Hasta que les toca.

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14 comentarios el “Hasta que les toca

  1. luluviajera dice:

    El poema de Isabel es de una belleza que duele y conmueve. Tal vez hoy lo sienta más profundamente por la tristeza que siento por lo que acaba de pasar en mi país. Como sea, hoy más que nunca siento todo el dolor de los demás como propio.

    Besos.

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  2. Martes de cuento dice:

    Precioso poema de Isabel. Sin duda, los demás son «gente» a la que le ocurren «cosas», sin embargo la verdadera dimensión del drama no la comprendemos hasta que se ceba en nosotros. Y vaya si lo hace. Siempre llega ese momento y de espectadores pasamos a ser protagonistas y es, en ese preciso instante, cuando pasamos de ser «nosotros» a ser «gente» para tantos otros.

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    • Borgeano dice:

      La vida siempre nos pone en una y otra vereda y a veces nos va alternando de posición. Eso es lo que olvidan quienes tienen la fortuna de estar mucho tiempo en un mismo sitio; tarde o temprano la vida nos pone en nuestro lugar.
      Gracias por tus palabras.

      Un abrazo,

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      • Martes de cuento dice:

        A veces, no siempre. Hay quien vive toda la vida sin saber del otro lado. Hay quien nace entre algodones y entre algodones muere. Personalmente, no creo que haya una justicia vital.

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  3. […] Borgeano, que conoce bien mi enorme admiración por él, no sólo hacia su persona sino hacia el gran escritor y lector que es, ha tenido la deferencia de dedicar su entrada de hoy https://borgeano.wordpress.com/2017/09/20/hasta-que-les-toca/ […]

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  4. https://apalabrandolosdias.wordpress.com/2017/09/20/hoy-cedo-el-paso-al-blog-de-arena/

    Quiero expresarte, querido Borgeano, mi enorme gratitud por esta magnífica entrada hecha con enorme generosidad hacia el dolor ajeno y centrada en mi poema «Hasta que les toca». Lo primero que he puesto en este comentario es el enlace a mi blog porque he querido hacer una entrada que nos hermane, hoy, muy especialmente, ante el dolor los grandes dramas del dolor ajeno.

    Sin más, mi abrazo muy especial está dedicado a las víctimas «invisibles», las que quedan al otro umbral de la riqueza, en el vacío de la oscuridad.

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    • Borgeano dice:

      Gracias a ti por escribir ese poema, por permitirme compartirlo y, sobre todo, por se quien eres. Es un enorme placer y un altísimo honor que me permitas, también, que nos llamemos amigos. Tu texto es, además de poder llamarse poesía en todo el amplio sentido del término, la expresión más pura de lo que siento al hablar del otro; así que haberlo encontrado en mis comentarios fue uno de esos momentos entrañables y felices que solemos tener de tanto en tanto.
      Lamento no estar en un cien por ciento lúcido en estos momentos. Mañana pasaré por tu casa y te escribiré.

      Un fuerte y agradecido abrazo.

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  5. El excelente poema de Isabel refleja, en toda su crudeza, la realidad psicológica humana. Ese terrible egoísmo de ignorar lo ajeno.

    Esto me recuerda aquel poema de Martin Niemöller:

    «Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
    Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
    Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
    Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
    Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada»

    Un fuerte abrazo

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    • Borgeano dice:

      Así es, Xabier; cuando leí el poema de Isabel no pude menos que pedirle de inmediato que me dejara compartirlo aquí, ya que cerraba perfectamente el tema que venía tratando (ahora, por desgracia, el tema vuelve a primera plana).

      Por cierto, cuando en la entrada hablé de «reminiscencias bretchianas» lo hice pensando en ese poema. Al ver tu comentario fui de inmediato a buscar información y ver de dónde había sacado yo que el poema era de Brecht. Encontré un par de artículos que «explican» el malentendido (digo «explican» porque en realidad sólo hay hipótesis al respecto y nada sólido). De todos modos, aunque en Alemania y otros países el poema es atribuido (correctamente) a Martin Niemöller; en los países de habla hispana es muy común el atribuirlo (erróneamente) a Bertold Brecht; cosa que a partir de ahora no volveré a hacer. Gracias por poner las cosas en su lugar.

      Un fuerte abrazo.

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  6. Gracias por compartir esta entrada Borgeano, sin palabras ante ese poema magnífico, sin palabras ante las injusticias de esta vida. Besos a tu corazón.

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  7. Un excelente poema para meditar sobre lo que hoy estamos viviendo… unido a tus profundas reflexiones podemos deducir lo que muy bien afirmas: «que el dolor de uno es el dolor de todos»
    Felicitaciones a los dos por tan valiosa comunicación.

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