Diálogos con una señora española I

 

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Nos encontramos con una señora española en la playa y no recuerdo cómo ni por qué, terminamos charlando de todo un poco. Ella estaba con su hija de ocho años y se había alejado del hotel porque no le gustaba la idea del All Inclusive; es decir, esa moderna tendencia turística que consiste en viajar a un lugar determinado pero no salir del hotel ya que todo está incluido en el paquete comprado en el lugar de origen. De esa manera no hace falta salir a comer o al gimnasio o a hacer compras o a lo que fuere, ya que todo se encuentra dentro de los límites de los nuevos complejos hoteleros.

Bien, esta señora tenía como sana costumbre el salir adonde estábamos los lugareños, los salvajes, es decir, donde estaba el color local. Aclaro que la señora era muy educada (salvo por la costumbre de hablar y de no escuchar en la misma proporción. Varias veces tuve que quedarme con la palabra en la boca ante el aluvión verbal con el que me contaba sus cosas) y que había recorrido varios países de mundo todo. Eso no es nada extraño salvo que me pareció que no había sabido mirar bien o que daba demasiado poder a vaya a saber uno qué medio de información; porque en un determinado momento me dijo que en Argentina, al igual que en ciertas partes de México, la gente tenía que subir al transporte público con chalecos antibalas.

Bueno, sé que Latinoamérica es un continente que no está pasando por su mejor momento, pero puedo dar fe que no es para tanto. He recorrido casi todos sus países y eso ha sido lo suficientemente cercano en el tiempo como para haber comprobado de primera mano que, si bien todavía tenemos mucho por avanzar, no es que estemos baleándonos en cada esquina ni gratuitamente (con lo que cuestan las balas, vamos…).

Sigo pensando dónde es que esta buena señora se informa. Me imagino que en el mismo lugar donde se informan ciertas personas locales, ya que no es privativo de los extranjeros este tipo de exageración (aunque sean los que se llevan las palmas, a veces). Recuerdo que cuando llegué a Morelia, en el estado de Michoacán, algún amigo mexicano con el que estaba hablando por teléfono soltó un preocupado «¿En Michoacán? ¡Ay, hombre ten cuidado! Mira que como están las cosas por allá…». Y aquí podrían decir lo mismo que un par de párrafos más arriba: sé que éste no es el estado más tranquilo de México; pero vamos, que en los dos años que llevo aquí todavía no he visto trampas cazabobos o muertos tirados por la calle. Seamos lógicos, hasta las exageraciones tienen un límite.

 

13 comentarios el “Diálogos con una señora española I

  1. Lina_Nefelibata dice:

    En España los medios informan de que centro y sur América están sumidos en el caos en el mejor de los casos, solo se hacen eco de cosas malas imagino… menos mal que podemos ver la realidad en internet aunque no se por cuánto tiempo… 😉

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    • Borgeano dice:

      Claro, imagino lo que debe verse por allí. Insisto en el punto en que he cruzado once países por tierra (es decir, viajando en autobuses, camiones, etc.) y, aunque con problemas, estos países no han sido motivo de problema alguno. Tal vez los más complicados en ese sentido sean los de Centroamérica (El Salvador, Honduras, Guatemala), los cuales pasé bastante rápido, es cierto; pero aún así no he tenido problema alguno.
      Los medios hoy cumplen una función ideológica, más que informativa; y eso es una desgracia.

      Un abrazo.

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  2. Ahí te doy toda la razón. Todo tiene límites y más las exageraciones. Besos a tu alma.

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  3. Hola amigo, hace mucho, demasiado que no te comento…, demasiado «ruido interior» y pocas ganas…, que esa señora sea una exagerada que se deje convencer por las noticias sensacionalistas es una pena, porque como tu dices, «hay que saber mirar». Un fuerte abrazo.

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    • Borgeano dice:

      ¡Hola Tintero» ¡Qué gusto tenerte por aquí! Lo de esta señora fue sólo el punto del partida; gente así hay en todos lados, sólo que ella me dio el punto de partida para escribir sobre ello. Lo que no deja de llamarme la atención en estos casos es que algunas exageraciones son en exceso ridículas. Creer en algo erróneo no es tan grave (a veces la credulidad es atrapada dentro de cierta lógica); pero hay límites, creo.

      Un abrazo.

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  4. Martes de cuento dice:

    😀 😀 😀 Es lo que te da el viajar mucho «todo incluido» sin salir del hotel, que luego pones una patita a 200 metros del complejo turístico para hablar con la «fauna local» y ya tienes una imagen de ti mismo de gran cosmopolita. Los que viajan «conozca en una semana las 30 ciudades emblemáticas de China» luego te dan lecciones de dónde comer los mejores rollitos de primavera de la ciudad y lo peor es, que como adolecen de verborrea compulsiva, ni se enteran de que tú naciste en el mismísimo Guǎngzhōu y solo te queda mirarlos con ojos rasgados de asombro 😀 😀 😀

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    • Borgeano dice:

      Pues me has hecho reír muchísimo con esa semblanza perfecta de lo que es la diferencia entre un turista y un viajero. ¡Eso es lo que nos sucedió con esta buena mujer! Mi pareja es mexicana, yo argentino ¡Y esta señora nos hablaba de nuestra realidad con más seguridad y «conocimiento» que el que nosotros teníamos! Pero eso no es privativo de nadie en particular; he conocido gente así en todas las latitudes. De hecho, el mote de «grandilocuentes» o «soberbios» que tenemos los argentinos es algo que está bien ganado pero… si eres de Buenos Aires. Como todo capitalino, los escuchas hablar y ellos saben todo de todo. Lo mismo te hablan de política que de mecánica cuántica. Así que nadie está exento de estas gracias involuntarias.

      Un fuerte abrazo.

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      • Martes de cuento dice:

        Ya sabes el refrán que dice que «En todas partes cuecen habas». Yo conozco gárrulos de muchas latitudes. En ocasiones, hasta yo lo he sido en alguna conversación 😀 😀 😀

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  5. elhund dice:

    Es costumbre invitar a la gente que conoces y te cae bien a tu país, a lo que en varias ocasiones me han contestado “Que amable pero allá matan no?” 😰
    Pero bueno, posts como este ayudan también a balancear un poco las cosas. Saludos!

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    • Borgeano dice:

      Es el «Gran Miedo al Otro», magnificado por los medios de comunicación y tontos varios. El mundo es un lugar maravilloso y la gente, en líneas generales, también lo es. Claro que hay sitios peligrosos, pero no hay que exagerar.

      Un abrazo.

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