Extraña simbiosis

 

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Otro año que paso el día de muertos en este magnífico y extraño país (esas dos cosas parecen alternarse de manera constante por aquí y no me acostumbro del todo a ello. Tal vez sea que es imposible, para alguien que no ha nacido en esta tierra, poder acostumbrarse a ello. O lo entiendes o no lo entiendes; no parece haber un término medio en este asunto).

No voy a volver a tocar el tema del significado de este día tan especial; un poco porque ya lo hice antes, otro poco porque esa información puede encontrarse en otros sitios y otro poco más por lo que dije antes: por más que intentemos entenderlo siempre habrá algo que se nos escapará y que, vaya ironía, siempre tendremos la sensación de que eso que se nos escapa es, precisamente, lo esencial.

Entonces sólo les compartiré un poema de mi querida Julie Sopetrán (otra eterna enamorada de esta tierra), el cual pueden encontrar, entre otras muchas cosas de esa relación amorosa, en su sitio Magias de México.

EN LA CALLE – Calaca

Tres amigos se encontraron
para hablar de cualquier cosa;
se sentaron en un banco
dejando abierta la losa…
Sin un pelo en la cabeza
deshuesados y sonrientes;
se lo pasaban fetén
viendo pasar a la gente.
Uno de ellos se fijaba
en una guapa mozuela;
que perdía sus andares
por la estrecha callejuela.
El del centro suspiraba
recordando su vivencia;
y hasta quería volver
al sueño de la existencia.
El tercero acobardado
mirando al suelo pensaba;
que era mejor estar muerto
que mirar lo que pasaba:
un niño muerto del hambre
un político ladrón,
un emigrante sin casa
y cuántos… sin corazón.
Los tres se sintieron tristes
y a la tumba regresaron;
la losa quedó cerrada
y del mundo, se olvidaron.

 

Voy a llevarme este poema para cuando pase esta noche en el cementerio. De eso se trata esta incomprensible simbiosis: pasar una noche en el cementerio no es, como los extranjeros solemos pensar, una idea fantasmagórica, u oscura o demoníaca o terrorífica. Aquí esto es vida. Vida. De eso se trata.

19 comentarios el “Extraña simbiosis

  1. Martes de cuento dice:

    🙂 ¡Qué lujo los poemas de Julie! y, además, ella es una gran experta en el tema de los poemas dedicados a las calacas. Yo también le pedí permiso para utilizar alguno de ellos. ¡Gracias por compartir!

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  2. Hola amigo Roberto, y Nona, hummm yo añorando estar la noche de muertos allá y tú, un poco asustado. Bueno, no sabes cómo te entiendo, pues aún recuerdo mi primera noche allá… hace ya unos años y con el miedo que yo tenía a la muerte, y ahora ya ves, toda irreverente con ella. Pero eso me lo enseñó México, y especialmente Michoacán, allí donde tú estás. Imagino que irás a Janitzio… Tantos recuerdos que tengo de La Pacanda, el Lago de Pátzcuaro. Te diré que allí aprendí a reírme de mí misma, también a respetar las costumbres purépechas, pero también me sentí muchas veces intrusa ¿en un mundo que no era el mío? ¿O sí? ¿lo bueno es compartir? No todo, claro. Ya nos contarás. Y sí, me encantan las calacas, es… como hablar con la muerte en broma o con ese humor que nos falta a los españoles ante un tema tan serio. Gracias Roberto, por compartir mis calacas, me hiciste reír y por favor, cuéntanos tu noche de muertos.
    Nona, sabes que no tienes que pedirme permiso para usar las calacas, ahí están, escoge la que más te guste… Mi abrazo para los dos. Y para Michoacan.

    http://dayofthedead.com/category/calacas-y-sus-poemas/

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    • Borgeano dice:

      ¿Yo asustado? ¡Nada de ello! Es fascinante pasar una noche en un cementerio y aquí, como bien sabes, es algo totalmente diferente. Mi pareja me mira fascinada mientras yo miro fascinado el entorno; para ella es rarísimo que yo me sienta tan atraído por todo lo que sucede a mi alrededor y que quiera aprehender de manera cabal toda esta maravilla. Este diálogo me ha permitido tomar algunas notas al respecto (eso que digo en la entrada, de que tal vez los extranjeros nunca podremos llegar a entender de manera profunda todo esto parte de allí), cosa que seguiré haciendo. Como es lógico, para ellos todo esto es «lo normal»; mientras que para nosotros es algo que oscila entre los fantástico y lo tribal.
      Hace ya varios años que escribí una entrada titulada «Me enamoré de una mexicana», haciendo referencia a las catrinas; y hoy mi enamoramiento sigue en pie y creciente. Siguen pareciéndome fascinantes y sensuales.
      No hay duda alguna, este país nunca va a aburrirme…

      Un fuerte abrazo y gracias por permitirme compartir tu poema en este sitio.

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  3. Supongo que la tanatofobia está muy condicionada con el tipo de sociedad y cultura. No deja de sorprenderme la relación que tienen ciertos pueblos con ella. Aunque uno quiere vivirlo de una forma natural y alegre, en nuestro subconsciente ha calado con fuerza todo el argumentario del miedo. Siglos de imposición de creencias negativas y represoras marcan demasiado en sociedades como la judeo-cristiana occidental.
    Supongo que el primer paso para poder reírte de la muerte es aceptarla tal como es, cosa que implica necesariamente perderle el miedo.
    El poema deJulie es magnífico para empezar a entenderlo. Supongo que el contacto con esa forma de entender la muerte debe ser una experiencia inolvidable. Espero que tu noche haya sido expectacular… ya nos pondrás al día.

    Un abrazo

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    • Borgeano dice:

      Cada cultura accede a estos aspectos de manera diferente aunque, en muchos casos y ello gracias a los diferentes avances históricos que una cultura particular ha tenido sobre otras, a veces esas costumbres se parecen a pesar de las distancias. Por ejemplo, en Argentina se tiene una visión muy parecida a la que tú señalas (pesimista-lúgubre, por definirla de algún modo); y eso es, sin duda, gracias a la influencia española e italiana. Creo que en líneas generales ésa es la idea generalizada sobre la muerte (salvo algunos casos en oriente). El caso mexicano es totalmente diferente, ya que la poseer una cultura precolombina propia y fuerte, los invasores se han visto obligados al sincretismo de las religiones. De allí que muchas costumbres locales sean una mezcla extraña de cristianismo y de viejas tradiciones mayas. Sólo espero que la nueva cultura invasora, Estados Unidos, no venga a ensuciar esta maravillosa celebración con su Halloween, ya que las cercanías de las fechas hacen que comience a mezclarse la imaginería popular (por cierto, no soy un anti-Hallloween extremista; mientras viví en EE.UU. disfruté mucho de esa festividad; lo único que pido es que cada cual celebre sus fiestas o sus costumbres sin invadir la de los demás. Halloween es muy divertido; pero esto es otra cosa).
      Julie, por cierto, es una de esas personas que hacen que de gracias por haber empezado a escribir un blog. Los buenos amigos ue me ha deparado este sitio es un tema que alguna vez debería tocar, pero como te imaginas, eso heriría ciertas susceptibilidades; así que no sucederá. De todos modos, sé que me entiendes. Gracias a todos ustedes.

      Un fuerte abrazo.

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  4. La relación con la muerte y las costumbres de los pueblos respecto a ella -y concretamente la del pueblo mexicano- la has expresado muy bien en tu artículo de hoy, y comulgo con ella.
    Como admiro la capacidad de nuestra querida amiga Julie para hacer calacas (capacidad que se extiende a todos los ámbitos de la poesía, como bien sabemos) agradezco enormemente que hayas seleccionado «En la calle» para compartirla en tu bitácora.
    Un abrazo muy fuerte.

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    • Borgeano dice:

      No sé si alguna vez has tenido la posibilidad de pasar un día de muertos en México; pero si no ha sido así espero que algún día puedas vivir esta experiencia. Por mi parte, no sólo he tenido la fortuna de vivirlo ya tres veces, sino que vine a parar (por puro azar) a la zona original donde nació esta idea; así que pude vivirla en el mismo centro de la tradición (en otros sitios, como en la capital mexicana, esta festividad es muy bonita, pero también es ligeramente artificial; tal vez más acomodada a los vaivenes turísticos).
      Insisto en la peculiaridad cultural –tal vez intrasferible, como lo dije en la entrada– de esta festividad. Por ejemplo, ver a un grupo de mariachis cantando frente a una tumba donde se han dejado particulares arreglos florares y determinadas comidas y bebidas va más allá de lo que a primera vista uno puede ver (uno siente la fascinación de lo extraño; pero luego empieza a ver que algo subyace en todo ello; algo que uno no entiende bien del todo).
      En fin, que estoy dando vueltas en círculos; y para sintetizar todo no puedo menos que volver al término «maravilla» para «decir» lo que no puedo «decir».
      Julie, como bien lo sabemos, es una maravilla; como persona, como poeta, como amiga. Como otra que conozco y a quien agradezco su presencia.

      Un fuerte abrazo.

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      • Pues no, querido amigo, hasta el momento no he tenido ocasión de vivir el día de muertos en México ni (ni ningún otro día) lo cual no significa que conozca bien sus costumbres y que las admire. Está claro que no es lo mismo que presenciarlas, pero algo es algo.
        Por otro lado, nuestra común amiga Julie se encargó de darme a conocer más de cerca, con sus vivencias y calacas, este acontecimiento tan genuino.
        Gracias por todo, incluido lo sentimientos que me dedicas (mutuos como bien sabes).
        Un gran abrazo.

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      • Borgeano dice:

        Pues uno nunca sabe, Isabel (mírame a mí y a la forma en cómo cambió mi historia); tal vez algún día puedan darse una vuelta por aquí y celebrar (porque de eso se trata) éste u otra fiesta mexicana.

        Otro más.

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  5. Vida y muerte van de la mano. La una no se entiende sin la otra. Los gallegos a pesar de llevar inculcada la idea de la muerte con connotaciones negativas, religiosas y tétricas, también compartimos ese aspecto de diálogo con ella ( no hay más que echar un vistazo a nuestras leyendas populares con la Santa Compaña) con cierto humor y «retranca gallega»

    Un abrazo para ti y otro para Juli, fantásticos ambos. Sin duda un buen tándem!!

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    • Borgeano dice:

      Agradezco que hayas traído a colación esas leyendas gallegas de las que anda sabía. He buscado y leído algo antes de responder y no deja de asombrarme la gran cantidad de variantes que hay a lo largo y ancho del mundo con respecto a este tema tan importante en nuestra vida (valga la paradójica expresión). Como bien dices, la vida y la muerte van de la mano; y ése es el punto que creo que los que mejor lo entienden son los mexicanos. Para ellos eso pasa de ser una idea para ser una realidad palpable. Gracias por estar aquí.

      Un fuerte abrazo.

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  6. guiomar52 dice:

    Julie, tiene poemas fantásticos.

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  7. Hola amigos: Después de un viaje corto a bellísimos pueblos de Córdoba, como Priego, Carcabuey y Cabra, venir a leer cosas tan bonitas, que han comentado de mi persona, es como un complemento más de esos paisajes de olivares, a los que añado vuestra amistad. Gracias por vuestros comentarios acerca de mi persona y de mi poesía, vuestras palabras se convierten en calaveritas de dulce, y todas tienen nombres propios: Roberto, Nona, Xavier, Isabel, María, Isabel…
    A todos gracias. Ya estoy de vuelta y os seguiré leyendo. Espero que un día podamos brindar juntos, en persona, por esta amistad que es la mejor poesía y hasta la Muerte se emborrachará de alegría, al vernos juntos, no lo dudo. Mis abrazos compartidos y mi agradecimiento.

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