Ego por escrito

 

Recuerdo que cuando era pequeño, en unos paquetes de figuritas (creo que se llaman cromos en España y gráficas en México) venían unos cartoncitos con unas líneas algo extrañas impresas en ellos. Lo que debía hacerse era mirarlos desde el borde inferior, inclinándolos bastante, para poder leer la palabra allí oculta. Ese juego nos impulsó a escribir, como si de un código secreto se tratara, palabras o frases breves que cruzábamos entre compañeros de escuela. El juego no duró mucho; escribir de esa manera era trabajoso y hacerlo de manera prolija lo era aún más, así que pronto quedó en el olvido.

Este recuerdo trivial viene al caso porque acabo de encontrar un viejo manuscrito medieval con ese mismo tipo de escritura y la verdad es que si bien lo primero no engalana a lo segundo, para mí el encanto del recuerdo hizo que no haya querido borrarlo en el paso de Word al blog. Vayamos, entonces, al manuscrito, que es la estrella de la entrada.

 

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Resulta que los redactores de los estatutos medievales debían hacerlos visualmente llamativos y memorables; ya que relativamente pocas personas podrían entender las legalidades latinas, muchos eran los que iban a ver a esos documentos y, para que se vieran con cierto aire de autoridad debían parecer diferentes a los textos ordinarios; es decir, debían parecer notables y únicos.

«Una forma de hacerlo fue con un tipo de escritura totalmente peculiar, cuya primera característica es la elongación», escribe Nicolete Gray en Lettering as Drawing. En esta carta dada por el emperador del Sacro Imperio Romano Enrique IV al obispado de Bamberg en 1057, el texto está escrito en letras largas y atenuadas:

 

 

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«Las extrañas formas de las letras se presionan a sí mismas, y debido a su diferencia con la norma, en la conciencia de las personas otorgan a la carta una especie de aura que la distingue», escribe Laurence en Looze in The Letter & the Cosmos. Las firmas a menudo se elaboraron por la misma razón: «Un rastro de poder mundano se transfiere a la escritura, la letra se forma realizando esta transferencia del poder de las personas que crearon la carta en el documento mismo».

En ese sentido, las rúbricas decoradas con innumerables volutas y circunloquios no eran sino una forma de diferenciarse de los comunes. Sin duda, el ego ha sido uno de los grandes compañeros de la humanidad. Al menos gracias a él tenemos estas pequeñas bellezas.

9 comentarios el “Ego por escrito

  1. Alberto Mrteh dice:

    Es un placer descubrir tu blog.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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  2. Enhorabuena por tus nominaciones, bien merecidas!!

    Un abrazo.

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  3. …y muchas miserias!!
    Un abrazo

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    • Borgeano dice:

      ¡Gracias, María! (Supongo que eso es el equivalente al «merde» teatral, ¿No?). De todos modos sé que viene con buena onda, así que ¡Gracias otra vez!

      Un abrazo.

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      • Vaya, creo que no me he sabido expresar bien. Eso me pasa por ser demasiado escueta a veces!! No era nada referido a tu persona, nada más lejos de mi intención. Con lo de las miserias hacía referencia a que los EGOS y las IDOLATRÍAS han traído muchas desgracias a la humanidad!!

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      • Borgeano dice:

        Oh… jajaja… no hay problema, María; yo sabía que no era nada personal, descuida. Sé que las diferencias culturales hacen que a veces cometamos estos «errores» que en realidad no son tales. En realidad mi interpretación se debió a que acababa de leer el comentario de Alberto, el cual hace referencia a dos nominaciones que este blog acaba de tener (supongo que tendré que hablar de ello mañana). ¿Ves? Un error se suma a otro y así es que la gente termina peleándose. Por suerte aquí hay diálogo y todo se aclara.
        Gracias –ahora sí– por tu comentario.

        Un fuerte abrazo.

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      • Quedo pues tranquila. No hay mejor manera de aclarar diferencias que aplicando la máxima «hablando se entiende la gente». Bueno, habría que añadir » hablando y escuchando». Ya me estoy liando… Jajaja!! Me sale la gallega que llevo dentro!!
        Un abrazo.

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