El misterioso acto de la creación

 

creación

 

Hace unos días Julie Sopetrán compartió un poema titulado Breviario de jardín. El título me pareció muy bonito y le pregunté cómo era que ella trabajaba, si comenzaba desde el título o si a éste lo buscaba después. Este tema que parece trivial no parece serlo tanto; algunos escritores dicen empezar por el mismo título o aseguran que son éstos quienes les inspiran las obras; otros, sin embargo, dicen sufrir horrores a la hora de encontrar el título adecuado (a vuelo de pájaro recuerdo ahora dos casos: el Oficio de tinieblas/5, de Camilo José Cela; quien le agregó la barra y el número a su novela al enterarse de que ya existían al menos otras cuatro con el mismo nombre; y el filósofo esloveno Slavoj Zizek, quien antes de publicar un libro suyo busca en internet de manera exhaustiva para asegurarse de que no haya ningún otro libro con un título igual al suyo).

En la conversación que mantuvimos con Julie, ella dijo: «Sí, ese fue un libro inspirado de principio a fin, fue como si alguien, no de este mundo, te dijera el título y luego tú tuvieras que girar alrededor de él, incluso vencer las dificultades que fueron muchas». Y luego continúa: «Depende, en este poema el título lo escribí al final, otras veces comienzo por el título. Por ejemplo mi libro El tiempo habitado, lo primero que escribí fue el título. Yo creo que surge de ese proceso de asentar el trabajo… tú sabes…». Yo agregué, para terminar (pero para continuar aquí, como verán): «Aquí hay algo que ya sabemos todos los que escribimos: hay belleza en la obra, pero hay una enorme y extraña belleza en el acto mismo de crear la obra. Tal vez, en ciertos casos, el acto de creación sea más sorprendente y maravilloso que el resultado en sí mismo».

 

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Llegamos al punto, entonces, a tratar. Todos, en menor o mayor medida y según el trabajo o el autor, reconocemos la belleza de tal o cual obra; pero a lo que no podremos acceder jamás es a la belleza de la creación en sí. Soy un ferviente creyente en que en muchas ocasiones el proceso es muy superior a la obra, pero como este proceso es intransferible, se pierde para siempre en la nada y jamás podrá ser recuperado. Salvo que… (y esto es una forma de decir pero… y hacerlo de una manera positiva) enseñemos a los demás a ser creativos y que puedan pasar ellos por ese proceso de manera personal e individual. Ahora que lo pienso creo que también debería enseñarse en el mismo proceso el actuar con modestia; de lo contrario cualquiera va a querer acceder al Olimpo Artístico sólo porque escribió una página cualquiera.

Me voy a permitir, con toda modestia, hablar de dos casos personales. Algunos de ustedes habrá visto que cada tanto ilustro una entrada con un collage de mi autoría. Esto es lo más cercano que voy a estar de compartir un trabajo «plástico» mío, aunque tengo por costumbre pintar o dibujar a menudo. No voy a mostrar esos trabajos porque no tienen la calidad suficiente; pero trabajar con mis carboncillos o con mis pasteles, óleos, acrílicos o acuarelas se me hace algo necesario. Es el proceso lo que me interesa, no el resultado final. Mi segunda fuente de placer, aún mayor que la anterior, es sentarme a tocar el bajo con mis auriculares puestos para no molestar a los vecinos y dejarme ir; improvisar e improvisar a veces durante horas (si uno cierra los ojos hasta se consigue cierto estado meditativo muy interesante) sin importar que esa música se pierda para siempre en el aire ¿Qué importancia tiene? Lo que importa es el acto creador; como dije antes, lo que importa es el proceso; porque es allí donde reside, a veces, el arte.

 

bass

 

Comencé hablando de Julie Sopetrán y terminé hablando de mí. Eso tampoco es del todo extraño; en realidad estaba hablando de la creación artística y en ese sentido puedo decir que hablar de Julie o de mí es lo mismo; Maestra o alumno, lo que importa, como siempre, es la obra y, sobre todo, el proceso.

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23 comentarios el “El misterioso acto de la creación

  1. Martes de cuento dice:

    Hablar con Julie siempre es inspirador y leerte a ti también. Sin duda, si se inventara mañana una máquina para teletransportar a la gente, os invitaría a ambos a comer y de postre me pediría una larga sobremesa.

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    • Borgeano dice:

      Así es, hablar con ella (aunque sea por un medio electrónico) es siempre placentero y enriquecedor. Y por supuesto, compartir una charla con ustedes sería algo incomparable. Creo que por ahí acaban de inventar unos aparatos llamados «aviones», que se acercan bastante a lo que dices. Tal vez algún día pueda usar uno de ellos para llevar adelante esa cena.

      Un abrazo.

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  2. María dice:

    Es cierto, lo que dice Nona. Hablar con cualquiera de vosotros dos, es un regalo y un aprendizaje. Me autoinvito a esa comida.
    Besazos, amigo mío, que aunque llegan de lejos, vuelan ligeros.

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    • Borgeano dice:

      ¡Arreglado el tema, María! ¡Por fin! (Me explicaré por otro medio).
      Agradezco infinitamente tus conceptos hacia mi persona, los cuales sé que son hijos de una amistad más que sincera. En lo que sí estamos de acuerdo es que esos conceptos sí son más que válidos en el caso de Julie, quien para todos nosotros es un marco de referencia (sumaría a Isabel de Quirós, también, junto a ella).
      Nosotros, sin embargo, no debemos cejar en nuestros esfuerzos y teniéndolas como guías, seguir escribiendo todo lo que podamos.

      Un fuerte, cariñoso y feliz abrazo por tenerte aquí.

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  3. Totalmente de acuerdo en lo referente al proceso creativo. Creo que si no disfrutaramos creando el resultado final sería diferente.
    El tema de los títulos es complejo, a mí a veces me surge primero el título y despúes el poema. Cuando decido acoplarlos en un libro el título viene solo, está por ahí dejándose atrapar…

    Un abrazo

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    • Borgeano dice:

      Sin que ya me resulte extraño, coincidimos en un todo. En mi caso a veces parto del título (de hecho, me gusta mucho que el título me dicte las líneas generales del relato o del texto), pero a ocurrido que luego ese título sea cambiado por otro. En ese caso el título sería, más que nada, el germen de la obra.
      Con respecto al disfrute del acto creativo, recuerdo que durante un tiempo se hablaba del «sufrimiento» del escritor. Por fortuna esas ideas ya no tienen cabida hoy en día, de lo contrario además de un montón de tontos que se creen artistas tendríamos a un montón de frustrados que se considerarían doblemente elegidos, por artistas y por sufrientes.

      Un abrazo.

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  4. guiomar52 dice:

    Hablar con Julie siempre inspirador, una gran maestra. El tema del título depende, a mí me gusta ponerlo al final después del acto creador. Es tan difícil titular. A veces lo hago al principio. Lo que importa es el proceso. El tiempo habitado de Julie es un libro que leo y releo, sobre todo para alcanzar un estado de calma. Tiene un efecto mágico. Un abrazo Borgeano.

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    • Borgeano dice:

      A mí me gusta mucho, a veces y como forma de juego, partir del título; éste me brinda un punto de partida desde el cual comenzar a improvisar y me marca un derrotero particular. Luego es probable que el título sea cambiado, pero como punto de partida, sirve.
      No he tenido el gusto de leer El tiempo habitado, de Julie, cosa que espero hacer pronto.

      Un abrazo.

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      • guiomar52 dice:

        El último que he hecho he partido del título como tú dices centrándome luego en un descenso de imágenes emoción, descripción. Partí de Barrio. Y he dejado él título. El tiempo habitado lo encontré en Iberlibro, por casualidad, el libro en sí, está agotado y merece la pena tenerlo. Una joyita. Pendiente de que me lo firme. No nos separan más d3 60km, pero se ha metido el frío…

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  5. Queridos amigos es un placer encontrarme con vosotros en esta sobremesa e intercambiar nuestras experiencias de cómo surgen y se realizan nuestras creaciones literarias. Y hablando del tema me viene a la mente el magnífico libro de Octavio Paz, El Arco y la Lira, que a todos os recomiendo encarecidamente, con el que me identifico, del que tomo sólo algunas notas, abierto al azar…
    «La unidad de la poesía, no puede ser asida sino a través del trato desnudo con el poema». Ese trato es que nos da los títulos antes o después. Comprendo igualmente cuando dice que «el poema es una careta que oculta el vacío». Y para mi es cierto, pero hay que adentrarse en el vacío para crear. Pero sobre todo dice que la poesía es «un lugar de encuentro» o dice también que «el poema está mucho más allá del lenguaje» claro, porque también es inspiración, misterio… Y sigue diciendo que «estamos hechos de palabras» de ahí las múltiples formas de crear. Pero entre las muchas cosas con las que me identifico con Paz, en este tema, es cuando añade… «las palabras no viven fuera de nosotros» claro que no, están dentro de nosotros y somos nosotros los que, con esa fuerza creadora las ponemos en orden y también las destrozamos, porque como el mismo Paz dice: «En el seno del lenguaje hay una guerra civil sin cuartel.¡Todos contra uno. Uno contra todos. Enorme masa siempre en movimiento, engendrándose sin cesar, ebria de si!».
    Muchas gracias por vuestros comentarios. Por vuestras deferencias. Y por vuestra amabilidad al tratar mi poesía. No creo merecerlo pero si os doy un abrazo por ello ya que me animáis mucho con vuestras palabras. Roberto, Nona, María, Guiomar…Xavier, muchas gracias.

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    • Borgeano dice:

      Un comentario maravilloso, Julie; tengo un ejemplar de El arco y la lira por allí; el cual quiero usar como referencia para un ensayo sobre filosofía y poesía; pero como siempre, lo que falta es tiempo… pero con esas breves citas que me dejas ya tengo ganas de salir corriendo a leerlo, son realmente una maravilla de sentido y síntesis.
      Lo que es una maravilla aún mayor es el sentido inefable de la poesía y el misterio que encierra el acto creativo en sí; creo que más allá de los detalles de la forma de trabajar de cada uno de nosotros en particular, debemos estar más que agradecidos por poseer esta cualidad que nos permite salir de la trivialidad en la que está sumido el mundo. Más allá de los detalles lo que en todos coincide es que podemos crear y eso es lo que nos mantiene unidos y gustosos de compartir lo que hacemos. En ese sentido, y como habrás visto más arriba, somos muchos quienes te consideramos como a un faro, una señal, una guía, aunque no escribamos necesariamente como tú (eso sería copia o plagio); pero sí te tenemos allí como a un referente de nivel artístico. Es entonces que las palabras de elogio no son gratuitas ni exageradas.

      Un fuerte y cálido abrazo.

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  6. Cuando leí el título de tu entrada de hoy pensé que iba por otros derroteros aunque los que has tomado me parecen estupendos y te doy mi enhorabuena.
    El asunto que concierne a ¿qué ha sido primero el huevo o la gallina? está, a mi modo de ver, bastante manido.
    Personalmente nunca me ha interesado ni he puesto énfasis en llevarlo a la práctica. Uno debe de escribir -hablo de poesía- según le dicte el sentimiento, el que le nace de su yo o del que le nace de lo ajeno. Todo lo demás lo considero supeditado. Es bueno tener una idea preconcebida del poemario que se quiere desarrollar, es bueno no tenerla, es bueno tener un título que habra puertas, como es bueno poner el título al final.

    Todo cuanto dice nuestra querida poeta y amiga Julie recogido en el libro de Octavio Paz (y mucho más) es de gran interés; un libro que conviene que tener siempre a mano.

    Muchas gracias y un fuerte abrazo.

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    • Borgeano dice:

      Lo que dices en tu segundo párrafo, Isabel, es lo que yo he sostenido aquí, en reuniones, talleres o hasta en un diplomado que cursé hace un par de años. Coincido contigo en que lo que debe primar es el acto creativo puro y nada más; ya éste se encargará de hacer lo que le corresponde. Aquí existe la idea de que un libro debe tener un «eje» central y yo siempre les he preguntado cuál es el eje de un libro de poemas de Borges o de Szymborska, por ejemplo. Hay libros que sí los tienen y otros que no y todos valen por el valor de sus poemas, no por si tienen un «eje» temático.
      Por otra parte, la pregunta mía a Julie partió de una curiosidad innata en mí, la cual me lleva a querer saber todo (o si es que hay un «todo»). No creo que sea necesario empezar desde el título o empezar desde otro lado; pero sí me interesa saber cómo trabaja cada persona, aunque eso no signifique nada, porque lo que sirve para uno bien puede ser totalmente inocuo para otro.
      Y por último, entre Julie y tú, ya me han puesto el libro en la mano; así que a él me aboco.

      Un fuerte abrazo.

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      • ¿Por qué ese querer saber cómo trabaja cada persona? Deja un poquito para la imaginación… Y además, cada cual y en cada circunstancia, e incluso en cada etapa de su vida, variará algún factor que modifique su estatus.
        Cada libro es como cada hijo, incomparables entre sí aunque compartan el denominador común de su origen.

        Tienes alma de investigador, siempre en la búsqueda de los porqués.
        Un abrazo.

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      • Borgeano dice:

        Tienes razón; a veces debería ponerle un coto a esta curiosidad omnívora. Será difícil, pero lo intentaré (al menos como experimento personal… tengo curiosidad por saber qué ocurrirá si logro mantenerla a raya).

        Abrazo.

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    • Los cruces neuronales a veces nos juegan malas pasadas, y ya no digamos las prisas o no releer lo que se escribe, como tengo que reconocer que hago, nos conducen a erratas de mayor o menor categoría.
      Y digo todo esto porque acabo de ver una errata monumental en mi texto donde dice «es bueno tener un título que habrá puertas»… ya sé que la inteligencia y benevolencia de quien lo lee supone que quiero decir «abra puertas», pero pido por ello disculpas. Gracias.

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      • Borgeano dice:

        Por favor, Isabel; ni falta hace que nos aclares eso. A todos nos pasa que se nos escapan esos errores que no son de concepto, sino de tipeo o de algún asunto trivial como ese. Yo suelo horrorizarme de mis entradas, ya que muchas veces, al estar programadas y al haber sido escritas en conjunto y no fueron releídas con la atención debida, aparecen redundancias o errores como los que tú señalas. A veces los corrijo desde el teléfono a medianoche (que es cuando aparecen en el blog); a veces hasta yo mismo me digo «Por hoy, pasa».

        Un fuerte abrazo.

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