La demonología medieval (como posteriormente también la del Renacimiento) es minuciosa, ordenada, específica, aunque a veces parezca confundirse —según algunos medievalistas— con historias del folklore local de la región que corresponda. Quizá haya sido este último el caso de Titivillus, un demonio de quien se creía que trabajaba en nombre de Belfegor, Lucifer o Satanás y al que se le atribuía, cuando no la autoría, al menos la labor de recopilar los errores en los trabajos de los copistas y escribas medievales para luego usarlos en su contra, acusándolos de negligencia en su trabajo.
En el monasterio de las Huelgas, en Burgos, la imagen de la Virgen de la Misericordia protege bajo su manto a un grupo de monjas cistercienses y a sus benefactores. Fuera del manto se ve, al lado derecho, a Titivillus cargando, precisamente, un fajo de libros. La obra pertenece a Diego de la Cruz.
La primera mención que se conoce de Titivillus está en el trabajo de Juan de Gales (John Galensis), en su Tractatus de Penitentia de 1285. Posteriormente, también se describió a Titivillus como el demonio encargado de provocar la charla ociosa, la mala pronunciación, la murmuración y la omisión de palabras durante la oración o cualquier oficio religioso. En algunas representaciones, se le ve cargando un fajo de libros (o un saco) donde llevaría estas palabras, que se le imputarían luego a las almas en el juicio individual, para hundirlas en el infierno. En algunas obras literarias, especialmente inglesas, en las que Titivillus aparece, el propio demonio omite palabras, sílabas e incluso frases enteras.
Así que ya saben, si algún error encuentran en ésta o en cualquier otra entrada de este blog, no fue culpa mía, sino de Titivillus, que anda haciendo de las suyas.
Me gustó este demonio creador de gazapos. Es como un corrector de estilo a la inversa.
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¡Claro! Buen punto. Eso quiere decir que todos esos errores que hoy vemos en las redes sociales (algunos muy graciosos) serían obra de Titivillus. Me gusta eso.
Un abrazo.
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Muy interesante ese Titivillus
Podría encontrar trabajo en una escuela de escritura creativa.
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Lo que más me gustó (y que no usé pero que tal vez lo haga en un futuro) es la idea de que Titivillus usa esos errores en el juicio de los escribas. Si sumamos a esto que también él es el que promueve la charla fútil, podríamos decir que hablar tonterías es hacer una concesión al demonio o al infierno. Esa idea me parece estupenda.
Un abrazo.
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Muy interesante, gracias por compartir esta maravilla.
Saludos
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Gracias; estas pequeñas cosas son las que más disfruto de encontrar y compartir (como el libro de la entrada anterior a ésta). Si tuviese tiempo creo que dedicaría la mayor parte del blog a estas cosas; por desgracia, eso no es posible, aunque seguiré haciéndolo en la medida de lo posible.
Un abrazo.
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Te entiendo perfectamente, aprovechemos que tenemos una pequeña parte de poder hacerlo. Un saludo
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[…] a través de Titivillus, un amigo de la casa — El Blog de Arena […]
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Creo que a Peña Nieto lo debe de visitar Titivillus bieeen seguido. Jajaja
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