Hoja de ruta (VI) Copacabana (I)

 

Copacabana (1)

Luego del regreso de Machu Picchu a Cusco (lo cual nos llevó un día completo, por supuesto), decidimos seguir rumbo al Lago Titicaca. La idea de detenernos en Puno fue descartada porque no había mucho para ver allí (y que me perdone si algún peruano pasa por aquí y estoy diciendo una burrada mayúscula; pero no creo que haya mucho más que la isla de los Uros, si mal no recuerdo) y por una cuestión de ahorro también. Así es que seguimos rumbo a la frontera con Bolivia y el pueblo de Copacabana.

Nos detuvimos poco más de media hora en la frontera Copacabana (1)para el ingreso al país y seguimos sin problema hacia el este. Llegamos en plenas festividades locales y bajo una intensa lluvia. El autobús nos dejó a varias cuadras pero al menos en esos minutos que caminamos hasta el centro la lluvia nos dio un respiro (cosa que no haría en todo el resto del día). Encontramos un hotel y, aunque no era una maravilla, nos quedamos allí ya que estaba limpio y tenía todas las comodidades. Salimos a desayunar y al regresar, nos encontramos con que de esas comodidades que se nos brindaban, casi ninguna existía o había que pagarla aparte. Y lo peor no era eso, sino que a media cuadra había un escenario y donde un grupo de cumbia tocaba a todo vapor, y eso que eran las diez de la mañana. Preguntamos hasta qué hora duraba eso y nos dijeron que hasta las dos de la madruga sin descanso. En el hotel habían colgado un cartel, en inglés, donde se avisaba a los turistas que no se aventuraran a salir solos en época de fiestas locales, ya que puede ser peligroso. Gracias por el aviso (tarde). Luego de discutir fuertemente con un ayudante del hotel (la mujer que nos había atendido apenas dos horas antes no aparecía por ningún lado) y de ser insultado por extranjero (como no pudo saber de qué nacionalidad era yo se me dijo que «Todos los que tienen ese acento son una mierda» y bellezas por el estilo) pude recuperar parte de lo que había pagado y salimos, ahora sí bajo la lluvia, en busca de otro hotel más alejado del ruido, cosa que fue bastante difícil, ya que Copacabana no es grande y el volumen de las fiestas era apenas más bajo que el de Woodstock.

Copacabana (3)Luego de golpear tres o cuatro puertas, por fin encontramos un hotel donde se nos atendió de manera digna (es decir: se nos atendió, lo cual fue suficiente). Luego de bañarnos y comprobar que sí había agua caliente salimos a almorzar y a recorrer un poco el pueblo. Nos cruzamos con los desfiles locales, los cuales son una mezcla sincrética de carnaval con religión, tradiciones locales, alcohol en exceso y música de cumbia y matracas por doquier. Nos llamó la atención que las mujeres de uno de los grupos desfilara, además de sus voluminosos vestidos, con osos, tigres y gorilas de peluche colgados de su pecho; y nos dijeron que esas eran ofrendas a la virgen por los favores recibidos. Luego nos cruzamos con demonios, toros, músicos, bailarines; los cuales terminaban su desfile ingresando a la iglesia.

 

Copacabana (4)

El clima se iba poniendo espeso, por decirlo de algún modo. Casi todos los integrantes (tanto hombres como mujeres) de los grupos que desfilaban llevaban en sus manos latas de cerveza de una pinta y, en un caso particular, una señora que acompañaba al grupo a un lado se acercó a las mujeres de las primeras filas para ofrecerles algo para beber, lo cual no era más que Ron. Un muchacho joven salió de las filas con su tambor a un lado y quiso arrebatarle su bandera a una mujer que se encontraba a nuestro lado, hasta que otro integrante del grupo, tan alcoholizado como el muchacho, se lo llevó de nuevo a su lugar. Pocos minutos después un hombre corpulento cayó sobre mí, empujándome hacia atrás y cayendo cuan largo era sobre su espalda. Supuse un tropezón entre el barro y el gentío, pero no, era sólo un estado de ebriedad un poco más que avanzado. Entre dos hombres y su cholita lo pusimos de pie y allí siguieron, como si nada hubiera pasado. Como dije, el clima se iba poniendo complicado y decidimos, aunque no era tarde, volver al hotel y no salir por lo que quedaba del día.

 

Copacabana (2)

2 comentarios el “Hoja de ruta (VI) Copacabana (I)

  1. bajoelsoldecianuro dice:

    Realmente me entristece que hayan tenido que lidiar con tal mal trato de mis compatriotas en el viaje a Lima y Copacabana. Me disculpo en su nombre y espero que ello no les haya dejado una mala impresión de las bellezas de Perú. Por otro lado, espero que la vista y la tranquilidad de los paisajes pueda compensar alguno de los problemas ocurridos.
    Si resulta factible, recomendaría que visitaran Trujillo. Hay cosas interesantes como la Catedral, el museo del juguete, el centro histórico y, a unos treinta minutos de allí se encuentra Huanchaco (una ciudad frente a la playa) y el museo de Chan Chan e incluso, si buscan a la persona correcta, pueden subirse a un Caballito de Totora.
    Desde aquí un gran saludo.

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    • Borgeano dice:

      Mi estimado, guardo de Perú estupendos recuerdos, aunque algunos detalles podrían ser mejorados, éstos no fueron tan graves (y no olvidemos que en todos lados se cuecen habas, como dice el dicho popular. También en mi país y en México, país en el que vivo y al que siento como propio). No puedo decir lo mismo de Bolivia, donde el maltrato ha sido casi una constante (ahora y hace tres años, cuando lo crucé por primera vez). De hecho, espero no tener que cruzar ese territorio otra vez (cosa que diré en la siguiente entrada con estas mismas palabras).
      Conozco Trujillo y tengo muy bonitos recuerdos de aquella ciudad. Espero poder visitarla otra vez en algún momento.
      Tenemos una latinoamérica rica, bella, sorprendente; está en nosotros dignificarla y valorarla. Me permito dejarte un enlace a un poema que escribí hace un tiempo; espero que sea de tru agrado:

      Sudamérica

      Un abrazo.

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