Las farolas caminan la calle o el arte de las metáforas andantes

 

Las farolas

A principios de este año compartí algunas notas tomadas de la lectura de Luz velada, el poemario de Isabel Fernández Bernaldo de Quirós. Algunos vaivenes personales hicieron que me alejara de la ciudad que habito en este momento por casi seis meses y luego, otras cuestiones fueron, también, relegando algunas lecturas, entre otras cuestiones. En suma, vamos, que fue un año movido por demás y que no pude dedicarme por completo a lo que más me gusta: leer y escribir. Pero, como todo llega a su debido momento, las lecturas avanzan y la escritura también, aunque no tanto como uno quisiera. Pero vamos al punto que me interesa hoy: la lectura del estupendo Las farolas caminan a calle, es decir, del tercer volumen de poesías de Isabel.

Este volumen, este Las farolas caminan la calle, nos muestra un notable avance en la poesía de Isabel Fernández de Quirós; aunque no por ello esto signifique, de ninguna manera, decir que Luz velada es menor que este volumen. No, en lo absoluto. De hecho, podría citar aquí dos fragmentos de lo que dije hace casi un año: «En Luz velada son evidentes las connotaciones y las relaciones espirituales y las terrenales. El amor, sobre todo, es el sentimiento aglutinante que nivela todos los temas bajo su luz» y «Otro aspecto que forma una parte integral de cada poema es la mirada de la mujer que observa al mundo y lo describe. Esto no es algo que pueda ser considerado como algo obvio, ya que no necesariamente una cosa implica la otra (¿Cuántos poetas hay que observan pero a la hora de escribir se quedan fuera de sus escritos?)». Estas dos citas podría aplicarlas aquí mismo, porque la mirada de la poeta no es más que una consecución coherente en lo temático. Donde sí noto ese avance del que hablo al inicio del párrafo es en la escritura; en los deliciosos y originales juegos metafóricos que logra Isabel desde las primeras páginas de este volumen, como en Sirena del cielo:

 

Vestida de nube blanca
—sirena del cielo—
danzas en lo etéreo
mientras la luz de la amanecida
es iris en tus escamas de plata.

En la distancia,
vuela indiferente un vencejo.
Y mis ojos de colores
sonríen mañanas.

 

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No se agota el volumen en lo meramente bello de la poesía; es decir, no en una sucesión de imágenes bonitas o ensoñeadoras. También tenemos aquí, y dicho con no menos gracia, la mirada de la mujer plena de conciencia y de seguridad en sí misma. La mujer, como dije antes y ahora repito, cuya voz es «conciencia compartida»; «la voz de la humanidad hablando a la humanidad e interpelándola desde lo implícito o desde lo explícito». ¿Ejemplos? Hay muchos, pero no podría incluirlos aquí sin que esta entrada excediera los límites que corresponden a un comentario. Seguramente podrán agenciarse un ejemplar de este Las farolas caminan la calle (cuyo título ya es un ejemplo de las deliciosas metáforas de las que hablé antes) y regalárselos ustedes mismos para este fin de año que se aproxima. Creo que éste es uno de los tres mejores libros de poesía que leí este año. Espero que el próximo me depare tantas buenas sorpresas como éste (al menos en este aspecto, me apuro a aclarar).

Y sí, está bien; les dejo uno más para cerrar la entrada como corresponde, con palabras bonitas, mucho mejores que las mías.

 

Las farolas

Las farolas caminan la calle.
Mis pasos respiran al tiempo
que laten sus luces.
El viento, sin dueño.
La noche, con la cancela echada.
Y un relente despiadado
congela los poros desnudos del otoño.

Una fila de caracoles rompe el silencio.
Les dejo paso.

6 comentarios el “Las farolas caminan la calle o el arte de las metáforas andantes

  1. Muchísimas gracias por esta grata sorpresa, Roberto. Es una inesperada, hermosa y magnífica reseña de «Las farolas…».
    Un cariñoso abrazo y felices días navideños.

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    • Borgeano dice:

      Tenía pendiente una buena lectura de tu libro, Isabel; el cual leí en cuanto lo recibí, pero luego, por razones que tú bien sabes, tuve que dejar para más adelante. Ese momento llegó y, aunque me hubiese querido decir más cosas (o decir lo que dije de mejor manera), esto de escribir en un cíber o de escribir y luego pasarlo y demás me complica las cosas (es lago que me llama la atención y que vengo «estudiando» ¿Por qué afecta tanto el hecho de que no pueda escribir como habitualmente lo hago?).
      Sea como fuere, disfruté muchísimo con la lectura de tu libro y estas modestas apreciaciones mías sólo intentan ser una muestra de agradecimiento por ello.

      Un fuerte abrazo.

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      • Espero que puedas resolver los problemas «técnicos» cuanto antes, pero sin darle más importancia que la que impone la incomodidad. Quien sabe leer, interpretar y escribir como lo haces tú nunca dejará de hacerlo bien.
        Yo te agradezco de nuevo esa lectura detenida y que me traslades que disfrutaste con la lectura.
        A las «Farolas…» le ha seguido la «Senda hacia lo diáfano», creo que el día que puedas leerlo disfrutarás no solo de la poesía sino el sentir de la Naturaleza que tanto amas.
        Un abrazo muy fuerte, amigo.

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      • Borgeano dice:

        Ya o haré, Isabel; ya lo haré. Leí este comentario hace varios días, pero recién pude responder hoy. Por cierto, me has dejado más que «picado» con esa referencia a tu poesía y su relación con la naturaleza. Más ganas aún de agenciarme tu libro.

        Abrazo apretadísimo.

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  2. […] excelente reseña de mi libro “Las farolas caminan la calle” en su magnífico blog literario: https://borgeano.wordpress.com/2018/12/20/las-farolas-caminan-la-calle-o-el-arte-de-las-metaforas-an… Cuando ya las luces de diciembre, y con ellas las del año, se van apagando […]

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