El delito de la lectura

Los fascismos temen, como todos bien sabemos. No hay nada más asustadizo que un fascista y, como bien nos lo señaló Bertold Brecht, no hay nada más peligroso («No hay nada más peligroso que un burgés asustado», dijo; y si cambiamos «burgués» por «fascista» la frase es igualmente válida). Encontré una prueba de esto en la siguiente imagen, la cual me llegó hace unos pocos días. En ella podemos ver un folio legal que dice:

«En registro efectuado por las fuerzas del Orden Público, en el domicilio de Paulino Martinez Taboada, le han sido encontradas dos tomos de «ASÍ HABLABA ZARATUSTRA» y manifestándome dicho Delegado que el expresado individuo se halla detenido en la Carcel de este partido á su disposición, le adjunto los expresados libros á los efectos procedentes.

                                                Acuseme recibo.
!!Viva España!!
Vigo 24 de Agosto de 1936
El comandante Militar.»

 

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Debo reconocer que sentí no poco placer al ver que los libros que tanto peligro entrañaban para las autoridades no eran otros que dos ejemplares de Así hablaba Zaratustra. También entiendo el carácter de su miedo, el cual no es otro que el miedo eterno de todo fascista: el miedo al pensamiento libre.

Esta fotografía me pareció toda una declaración de principios. Aún el resto de la página, la parte que se encuentra en blando, nos está diciendo algo.

 

10 comentarios el “El delito de la lectura

  1. […] a través de El delito de la lectura — El Blog de Arena […]

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  2. El asunto me toca de cerca y en consecuencia me provoca. Los mejores libros que leí mientras madura, y que me ayudaron a hacerlo, tuve que leerlos a escondidas. Los pasábamos de mano en mano, pidiendo silencio, discreción. Pero la verdad es que creo que queríamos que todos los leyeran, incluso el que estaba presto a vigilarnos y a delatarnos. Así llegó a mi Orwell y sus dos clásicos, VArgas Llosa (censurado por haberse atrevido a cambiar de bando), Milán Kundera, Watari y un largo etc. Pero lo que mas dolía era tener que leer a escondidas a buenísimos escritores cubanos, exiliados o condenados al ostracismo: Lezama Lima, Virgilio Piñera, Cabrera Infante y un mas largo etc.
    Hace un par de años por fin se publicó por primera vez en
    Cuba 1984 y quiero pensar que ese libro ayudará a terminar con la dictadura mas larga del continente. A fin de cuentas aún está por descubrir el poder real de un libro.
    Como siempre Un abrazo

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    • Borgeano dice:

      Entiendo perfectamente lo que dices, Roberto. Cuando dije que sentí no poca satisfacción al ver que el libro considerado tan peligroso fue el Zaratustra, se debió a que yo tuve una pequeña historia con ese mismo libro. Estamos hablando del año 1982, es decir, en plena dictadura militar en Argentina. Yo era por aquel entonces (a pesar de mi juventud), un cabo segundo de infantería de marina. Tenía, entre mis pertenencias, algunos libros, uno de los cuales era el Zaratustra. Una tarde hubo una revisión «sorpresa» y el suboficial que revisó mis cosas en un momento tomó los libros, leyó los títulos y los dejó a un lado. No pude menos que sonreír en ese momento, ya que supuse que estarían buscando títulos más explícitos o el «Manifiesto comunista» o algo así. El suboficial en cuestión (era un buen tipo, por lo que recuerdo), no tenía ni idea de lo que había visto; pero eso no es algo raro en ese ambiente.
      Después, sí, estamos de acuerdo en que cualquier tipo de fascismo es despreciable. No hay mucho más que decir aquí porque no pueden aceptarse los términos medios. En este asunto sólo se puede ser terminante: todo fascismo es detestable.

      Un fuerte abrazo.

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  3. Martes de cuento dice:

    En esto de las prohibiciones se dan casos bien estrambóticos, como lo que pasó en Argentina durante la dictadura de Videla y el cuento «Un elefante ocupa mucho espacio», de Elsa Bornemann. Si no fuera porque es tan triste, daría risa.
    https://www.martesdecuento.com/los-autores/un-elefante-ocupa-mucho-espacio/

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    • Borgeano dice:

      Claro, claro; no hay más que hurgar un poquito en cualquier dictadura para ver sus trapos sucios (y ridículos) de manera inmediata. Recuerdo que en Argentina, entre las muchas cosas que se prohibieron, también se prohibió una serie de fascículos llamados «Historia del Mundo» o algo así; unas revistas que, por medio de un cómic, se intentaba enseñar la formación del universo , etc. Fue prohibida porque no se tuvo en consideración la creación divina (como vemos, los creacionistas siempre tuvieron tanto poder como ignorancia). También prohibieron –y por favor no te rías muy fuerte al leer esto– la matemática moderna, porque fue considerada «subversiva».
      En fin, lo de siempre.

      Un abrazo.

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  4. Es curioso que un golpista, que seguramente no ha leído a Nietzsche, crea que ese título puede «perjudicar» al detenido. Tampoco sabe que los nazis hicieron suyas algunas afirmaciones de ese autor. Por lo que, ese libro, en la Alemania nazi, casi podría ser exculpatorio.

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    • Borgeano dice:

      Recuerdo que en los años noventa fue publicado un libro que analizaba el uso de la novena sinfonía de Beethoven (sobre todo, por supuesto, el ubicuo Himno a la alegría) por los alemanes y también por los aliados. Es decir, la misma obra, al contener en sí el amplio sentido del término alegría, libertad, hermandad, etc. podía ser usada por ambos bandos con total libertad, ya que ambos, previamente, habían definido lo que significaban esos términos. Lo mismo noté cuando viví en los Estados Unidos, más precisamente en Miami. Allí el término «libertad» tenía connotaciones diferentes según con quien uno hablara. Para la derecha significada «democracia, libertad de mercado», etc. Para la izquierda significaba «independencia del imperio, autonomía», etc. Algo así pasa aquí, como bien señalas José Luis. Personalmente también viví una situación parecida: Cuando dije que sentí no poca satisfacción al ver que el libro considerado tan peligroso fue el Zaratustra, se debió a que yo tuve una pequeña historia con ese mismo libro. Estamos hablando del año 1982, es decir, en plena dictadura militar en Argentina. Yo era por aquel entonces (a pesar de mi juventud), un cabo segundo de infantería de marina. Tenía, entre mis pertenencias, algunos libros, uno de los cuales era el Zaratustra. Una tarde hubo una revisión “sorpresa” y el suboficial que revisó mis cosas en un momento tomó los libros, leyó los títulos y los dejó a un lado. No pude menos que sonreír en ese momento, ya que supuse que estarían buscando títulos más explícitos o el “Manifiesto comunista” o algo así. El suboficial en cuestión (era un buen tipo, por lo que recuerdo), no tenía ni idea de lo que había visto; pero eso no es algo raro en ese ambiente.
      El fascismo no solo teme, sino que es profundamente ignorante; lo cual nos hace caer en otra paradoja: es su mayor defecto y, al mismo tiempo, su mayor virtud.

      Un fuerte abrazo.

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      • Me alegro mucho de saber que escapó de una situación tan peligrosa; me entristece que se sigan dando situaciones como esa. Espero que, si se dieran, haya muchos «suboficiales» como el que describe. Quedo conmocionado y conmovido.

        Un abrazo entrañable

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