Dostoievski y Nietzsche, en diálogo

 

«¿Buscamos paz, tranquilidad y dicha? No; buscamos sólo la verdad, aunque ésta fuese repulsiva y horrible. Aquí se separan los caminos de los hombres: ¿Quieres paz espiritual y felicidad? Cree; ¿quieres ser un apóstol de la verdad? Entonces busca».

 

Decisiones

 

La frase de Nietzsche es terminante: aquí se separan los caminos de los hombres. Claro, en estos tiempos donde el mediocre quiere igualarse con el genio a fuerza de decretos y normativas, ya que alcanzar la excelencia por medios lícitos les parece algo demasiado trabajoso; esta palabras caen como un traje de plomo sobre los hombros demasiado tiernos de los hombres y mujeres actuales. También está claro que la cita no sólo es válida para los aspectos religiosos; sino que puede (y debe) ser considerada dentro del ámbito de cualquier  disciplina: desde al arte al deporte y desde la ciencia a la política. Sólo hay dos formas de actuar: o se apunta alto y se intenta —a veces infructuosamente, sabiendo que el sabor del intento es todo lo que nos quedará— o se hace necesario conformarse con la mediocridad. En ese sentido, recuerdo estas otras palabras de Fiodor Dostoievsky, que se asemejan mucho a las de Nietzsche:

«¿Qué objeto tiene nuestra agitación? ¿Qué buscamos? ¿Qué deseamos? Ni nosotros lo sabemos. Es más, si nuestros deseos se cumpliesen, no nos sentiríamos felices».

La insatisfacción como motor del cambio, la incógnita perpetua como aliciente, la conciencia de la finitud y la falencia reconocidas como parte integral de lo que somos, la voluntad como destino. Ésa es la actitud que puede tomarse ante una las incógnitas de la vida (la cual no es más que una sola: ¿Qué somos? Todo lo demás no es más que una paráfrasis de esta pregunta). De manera constante hay dos puertas frente a nosotros; y a nadie podemos delegar la decisión y la responsabilidad de cuál abrimos y atravesamos.

11 comentarios el “Dostoievski y Nietzsche, en diálogo

  1. Me gustó el estilo ¿te molesta si hago algo similar?

    Un abrazo, que descanses.

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  2. Esa es la pregunta fundamental ¿Qué somos?
    Nosce te ipsum.
    En un mundo donde prevalece lo que hacemos, lo que tenemos, deberíamos mirarnos hacia dentro y buscar la respuesta, quizás entonces dejemos de hacer lo que siempre hacemos como autómatas, sin conciencia…
    Haz que tu luz brille.

    Un fuerte abrazo

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  3. Por alguna razón me ha llegado el eco de Shopenhauer, la voluntad como instrumento para reaccionar a la negatividad, para conseguir salir del caos que nos rodea y llevarnos a perseguir un destino que aunque sabemos imperfecto, sería mejor, por el solo impulso de pretenderlo, del que nos acecha. Bueno… pido perdón por mi incursión. Hacía días que no aparecía por aquí y quizás necesitaba volver a «conectar».

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    • Borgeano dice:

      Gracias, antes que nada, por estar aquí; luego por hacerme releer esta entrada, cosa que me vino más que bien (a veces uno necesita una inyección de potencia, y nada más que eso).
      Y sí, pues así es; una y otra vez debemos retomar el tema de nuestra responsabilidad en nuestros asuntos y decisiones; cosas que a nadie podemos delegar.
      Por cierto, ¿cómo se te ocurre disculparte? No hay nada que me agrade más que verte por aquí (vamos a ser sinceros: en esto de los blogs hay mucho de «yo te visito para que tú me visites» y poco más. Déjame decirte que, en tu caso, junto con el de dos o tres personas más, son las que deseo siempre ver por aquí, aún cuando yo no ande mucho por sus casas. Así que disculpas… nada de nada. Vienes cuando quieres y cuando no, no. Ya iré a buscarte yo en algún momento).
      Y para terminar, eso de los «tiempos» es un tema complejo, también; yo este año he estado muy «abajo» y la verdad es que me conecto poco. Dejo programadas tres o cuatro entradas y no entro a la red por días o, incluso, por una semana entera. He vuelto a los libros de alta atención (precisamente, Schopenahuer entre ellos) y a escribir a mano; así que yo también desaparezco a menudo.
      En suma: sin explicaciones, querida María; y gracias por estar aquí.

      Un cálido abrazo.

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