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Si bien la entrada anterior pudo ser considerada como bastante pesimista (y lo fue, de hecho), quisiera decir que no, que no lo es en absoluto. Por una parte no creo que la humanidad vaya a desaparecer, al igual que gran parte de la diversidad zoológica. Sé que la situación es delicada y no niego eso; sólo es que creo que el hombre va a encontrar una salida a este atolladero en el que nos encontramos (claro, si eso no ocurriera no va a quedar nadie para señalar mi error, pero este tipo de comentarios son los que hacen que se me señale como pesimista; así que lo obviaré y no diré nada de eso). La cosa está complicada, es cierto; pero los seres humanos somos bastante vivos a la hora de actuar cuando las papas queman (sobre todo si las papas tienen nuestra forma y consistencia).
Dejo esta frase de Albert Camus, quien algo sabía de estas cosas, aunque él dijo esto en otro tiempo y bajo otras circunstancias, la cita nos viene como anillo al dedo. Quien quiere oír, que oiga:
«Sabemos que acaso sea imposible nuestra salvación, pero esa no es razón para dejar de intentarlo. No está permitido calificarla de imposible antes de haber hecho lo preciso para demostrar que no lo era. Más que nunca, hay razones para luchar».
Nunca hay que «tirar la toalla», amigo mío. Nos va en ello hasta la supervivencia. Besetes de verano.
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Hace muchos años leí una frase en una revista que más o menos dice así: aunque supiera que el mundo se acabara mañana, igual planto una flor.
Plantemos pues-. flores de letras, flores sonrisas, flores solidaridad, flores, muchas flores…
Un fuerte abrazo
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