Alguna vez leí que hay algo (no sé si «característica» o «síndrome» o lo que sea) cuyas siglas son P.A.S. (Personales Altamente Sensibles) y que ahora veo que comparten las características del T.E.A. (Trastorno del Espectro Autista). Ahora una amiga me pasó esta imagen y veo que un supermercado nos brinda una hora para hacer las compras en silencio y sin luces en exceso brillantes. Las personas que sufrimos de estas características estamos agradecidas; aunque no creo que sea suficiente (tener que adaptar todo el horario personal de cada uno para hacer las compras es un poco, digamos, inconsistente o, incluso, si alguno quiere, violento). Sea como fuere, como dije, yo sufro de esa condición, aunque no me gusta denominarla de un modo u otro, sino simplemente la llamo S.C.C. (¡Sentido Común, Carajo!) y se reduce a lo siguiente: ¿De dónde sale la peregrina idea de que todo tiene que tener música de fondo y luces y gritos y demás tonterías? ¿Así que ahora si no me gustan los ruidos fuerte sufro de una determinada condición médica? Caramba… ¿y qué decir de los que no pueden hacer nada si no es con cualquier ruido a ochenta decibeles y lluces que enceguecerían a un topo? ¿No hay un nombre para eso? ¿no hay un «síndrome» que los defina? ¿Qué tal estupidez? Bueno, ya se sabe que vivimos en tiempos posmodernos donde no se puede insultar a nadie porque todos están demasiado sensibles (y éstos sí que necesitan algo que los defina, pero sigamos con lo nuestro). Entonces llamémoslos S.I.A (Síndrome de Incontinencia Auditiva) o algo por el estilo. Entonces el supermercado en cuestión podría tener horarios alternados, cada una hora, digamos; así los que sufrimos de T.E.A (o P.A.S.) podríamos hacer las compras en igualdad de condiciones con los que sufren de S.I.A. y dejar que el B.N.C. (Benéfico Negocio Capitalista) gane sus dinerillos.
Y por cierto, en defensa de los que preferimos el silencio (vaya síndrome, por dios…) queremos recordar lo que dijo Arthur Schopenhauer hace doscientos años (y los imbéciles todavía creen que están inventando la pólvora): «La cantidad de ruido que una persona puede soportar está en relación inversa con su inteligencia». Punto.
Hace poco hice el test, y me dio que soy (P.A.S). Tras el resultado, lo único que pensé, como tú, es que mis respuestas se movían dentro del sentido común… y me alarmó que los raros seamos los del sentido común.
Un abrazó.
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Pues sí, Alberto; uno responde con todas sencillez y dando las respuestas más lógicas (y no es que a uno «le parezcan» lógicas ¡lo son!); pero aún así, terminan encasillándote en alguna patología inventada por algunos comerciantes disfrazados de científicos (en este mismo sitio he señalado el modo en el que la psiquiatría determina las nuevas patologías: a mano alzada. Simplemente así; ni siquiera hace falta un estudio médico.
Y bien lo dices tú: hoy los raros somos los del sentido común.
Un abrazo.
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Y es que el capitalismo se rige, también, por el ruido. También tenemos otro problema, el cuál es que ahora, ante cualquier cosa, te achacan una patología. Que tú eres esto, que tú eres lo otro… ¡Ya no se puede ser normal en este mundo!
Abrazo (patológico).
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Exacto; es como lo decíamos aquí arriba con Alberto. Es cierto lo que dices; el ruido es parte integral del sistema capitalista y cumple, también, la función de ayudarte a no pensar. La cuestión es atosigarte con ruidos, formas, colores… Todo, todo tiene que ser abundante y omnipresente.
Hoy, como lo dices, todo el mundo «sufre» de algo (estoy convencido de que si vamos al DCIM no hay una sola persona –ni siquiera los mismos psiquiatras– que no estén incluidos allí).
Un abrazo (sin esterilizar).
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S.C.C claro que sí. Yo además añadiría el síndrome de abstinencia comercial S.A.C, soy adicto a él. Comprar en cooperativas locales es, entre otras características, una de nuestras fobias favoritas.
Yo prefiero el silencio, bien lo sabes.
Nada más que añadir a tu entrada.
Abrazo
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Estas cosas nos sirven, al menos, para inventar tonterías, como lo del S.C.C. (el cual sigue causándome gracia y que seguramente usaré en alguna reunión con amigos). Por supuesto, estas pequeñas ironías no dejan de señalar una verdad subyacente.
Comparto tu postura de comprar en cooperativas locales (al menos todo lo que se pueda). Aquí los mercados callejeros son cosa común y eso es algo maravilloso. También el mercado de las artesanías es algo muy común (y la variedad de las artesanías locales creo que son por demás conocidas en todas partes).
Sí, sé que prefieres el silencio y que eso es una de las muchas cosas que compartimos. Yo he llegado a tal punto que cunado tengo que salir a hacer algún trámite, por ejemplo, ya me sé el recorrido que debo hacer para evitar la mayor parte del tránsito. Eso también me ha ayudado a conocer la ciudad un poco mejor.
Un fuerte abrazo.
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Me estoy divirtiendo mucho con tu entrada , Roberto, y con las respuestas . 😂sonrío pero comparto la aversión al ruido. .. aunque no sé que siglas ponerme .
Un afectuosisimo saludo y mucho me alegra leérte!
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Pues hay que ponerle un poco de humor al asunto (igual que a muchos otros, por cierto), ya que de lo contrario podríamos llegar a sufrir de una úlcera por algo que no vale la pena.
Gracias por tus palabras y, sobre todo, por estar aquí,
Un abrazo.
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Amen, amen y amen, Roberto. Comparto todo lo que dices, y me niego a poner siglas a esa necesidad que tengo de silencio, tranquilidad y paz
¡Faltaría más! Creo que amar el silencio es una prueba de que te sientes contento en tu compañía.
Besetes desde aquí, amigo mío.
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Así es María; el silencio es una buena prueba de que te sientes a gusto con tu propia compañía. ¡Brindemos por eso! Una soledad bien entendida no significa carencia de compañía; sino , por el contrario, significa también una compañía válida, de las que nos enriquecen con su sola presencia.
Besos mil.
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