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Hace unos días tuve la oportunidad (y la suerte) de comprar un libro que hacía mucho tiempo que quería y al que no podía acceder. Se trata de Borges, de Adolfo Bioy Casares. 1600 páginas de los diarios de esos dos entrañables amigos. A poco de empezar me encuentro con estas palabras de Borges:
«[…] Después, hablando de la idea de un libro y de sus sucesivos borradores, agrega: «El libro es la sombra de algo que está en la mente del autor y que el autor no conoce claramente: esa sombra llega a ser y lo demás desaparece. La obra llega a ser lo real y la idea va quedando como un vestigio de la obra, progresivamente más irreal. Al ver los poemas tempranos de Yeats —buenos al cabo de veinte años, tras muchas correcciones— he pensado que los escribió para llegar a esta forma: son poemas que han necesitado toda la vida del autor para llegar a la forma perfecta. Tal vez no haya, en la mente de los poetas, poemas malos; tal vez en casi todos los poemas malos habrá un poema bueno, que movió a escribir al autor. Yeats empezó a escribir los suyos porque confusamente los adivinaba como son ahora, como quedaron después de las últimas correcciones; los poemas malos serían poemas no concluidos».
La literatura vista como la vida, es decir, siempre inacabada, modificándose a cada instante, cambiando junto a nuestros pasos o nuestra quietud. También un recuerdo de que la humildad es la base sobre la cual debemos construir nuestro material, ya que seremos nosotros mismos, en un tiempo futuro, los más certeros críticos de lo que hemos hecho. Si somos honestos (y deberíamos serlo, tratándose de un comercio tan personal) no tendremos escapatoria; sólo nos quedará la satisfacción de saber que así nos habremos acercado, siquiera un poquito más, a la inalcanzable perfección.
Lo que dices de la creación, lo apruebo, pues nadie necesita más tiempo que yo para ver terminado algo ; aunque en mi caso no son poemas- más quisiera – si que sufro y dudo cuando he de enfrentarme a crear algo. Por
muy pequeñito que sea… y no sé si lo mejora el tiempo. .. depende de lo condescendiente que se sea con uno mismo.
¡Abrazos navideños!
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Yo disfruto mucho del acto de corregir o reescribir (supongo que es porque duele menos que escribir, que es lo que me cuesta a mí). A veces me mueve a risa (acabo de enviar un libro de poesía a un concurso. Lo corregí hace un mes y hace quince días le eché otro vistazo. Para comprobar que todo estaba bien (me refiero a las páginas, tipografía, espacios, etc.) lo repaso otra vez. Ahora, cuando fui a imprimirlo, lo pasé a un memoria USB y lo abrí para comprobar que se había copiado bien. Abro una página al azar y me digo… ¡Ay, qué horror! Había dos un verso espantoso… lo corregí de inmediato…). Lo que quiero decir es que nunca estamos satisfechos) y a veces esa risa se convierte en la prueba palpable de que lo que acabo de escribir no sirve para nada. De todos modos, la corrección sirve también para eso.
Aún así, siempre digo lo mismo: no somos el mejor crítico de nuestra obra, así que a veces tenemos que darle alas y dejar que ella sola encuentre al lector adecuado.
Un fuerte abrazo y los mejores deseos para estas fechas.
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Qué interesante esto, como todo lo tuyo, las cosas de la escritura de la poesía y sus formas de revelarse. Y aprovecho el comentario para ir deseándote lo mejor en estos días y en el año venidero, y que entre lo mejor nos vayas colocando por aquí textos como este. ¡Un abrazo!
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Borges siempre nos está dando una clase, de un modo u otro. Incluso es muy interesante ver las propias correcciones de Borges sobre sus propios poemas (aunque no necesariamente uno esté de acuerdo con esas correcciones, no deja de ser interesante el punto del vista del autor).
Gracias por estar aquí y también vaya un abrazo con los mejores deseos para ti y los tuyos. Y que el año próximo nos permita seguir compartiendo letras y curiosidades varias.
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Lo mismo para ti: lo mejor para este año que va a entrar, y que nunca dejen de resultarnos curiosas las cosas del mundo, que será buen asunto. Ahora en un ratito pongo mi particular felicitación navideña por fm|al. Hay cuadros del XVI de por medio. 🙂 Un abrazo.
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Borges pone las palabras adecuadas a lo que muchos sentimos. Crear o recrear ese verso casi onírico, volàtil y a la vez moldeable. Ya sabes que soy más de no retocar demasiado lo escrito, de ahí que muchas veces volvemos sobre el mismo poema…
La metapoesía, o ese reconocerse en los versos, en el acto de escribir, es realmente la vida misma. No puede ser de otra forma, no somos un ente desligado de lo que escribimos, somos parte de esas creaciones y hijos de nuestros silencios.
Magnífica le entrada, llena de sutileza y sabiduría.
Un fuerte abrazo
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Como siempre, leer a Borges es como acceder a una pequeña clase. En ese sentido, este grueso volumen sólo tiene, para mí, blancos o negros. Cuando Borges y Bioy Casares hablan de política me parecen detestables; cuando lo hacen de otros escritores, me parecen graciosos (aunque son demasiado malos, a veces), cuando hablan de literatura, es una belleza. Como dije, es como acceder a una pequeña clase dictada sólo para uno.
En cuanto al tema de la corrección, pues yo estoy variando mi punto de vista. Sí lo consideraba indispensable en la prosa y no tanto (o muy poco) en la poesía. Ahora estoy cediendo en éste último punto y eso puede ser por dos motivos: por una lado puede ser que esté dándome cuenta de que, sencillamente, me encontraba en un error o, por otra parte, puede deberse a que estoy escribiendo peor que antes. Sea como fuere, noto que últimamente estoy corrigiendo mucho la poesía también y, por suerte, estoy disfrutándolo.
Un fuerte abrazo, compañero.
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[…] Jorge Luis Borges, correciones y malos poemas — El Blog de Arena […]
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