Como hace cien años (y dos más)

Si hay algo que parece imposible lograr para cualquier sociedad es el aprender del pasado. Aquella frase que se dice y se repite hasta el hartazgo y que dice:  «Los pueblos que no conocen su pasado están condenados a repetirlo» parece formar parte de ese enorme caudal de frases que se dicen porque suenan bonitas pero que no se ponen en práctica jamás. Al igual que muchas otras, que parecen formar parte de un volumen que podría llamarse Panteón de frases grandilocuentes para ser dichas en cualquier ocasión; esa frase (que algunos atribuyen a Marx, otros a Santayana y otros ni a uno ni a otro), además, tiene la virtud de ser cierta, más allá de quien la haya pronunciado por primera vez.

En varias ocasiones he señalado que muchos de los problemas que la humanidad ha enfrentado en algún momento de su historia ya tenía una respuesta previa; una respuesta que no pocas veces había sido formulada cientos o, en algunos casos extraordinarios, miles de años atrás (por ejemplo y como muestra de que no exagero: los terraplanistas harían bien en estudiar el trabajo de Eratóstenes de Cirene —cosa que no les llevaría más de quince minutos—, para entender que la Tierra es una esfera. Quince minutos explicados hace dos mil trescientos años). 

Hay muchos, muchísimos otros ejemplos; pero hoy quiero abocarme específicamente a estos que voy a compartirles a continuación. En realidad debería copiar todo el texto o pedirles que lo leyeran ustedes mismos; pero como no he conseguido una imagen con una calidad mayor, copiaré algunos fragmentos (manteniendo la grafía y la ortografía del texto original. Pueden encontrar una imagen un poco más grande, aquí).

Edicto

«A efecto de limitar hasta donde sea posible los estragos que pueda causar entre los habitantes de esta Ciudad la epidemia que empieza a manifestarse, la junta de Salubridad de este municipio cree necesario hacer conocer al público las medidas más urgentes que deben tomarse para evitar en lo posible la propagación de la enfermedad y disminuir la gravedad de los individuos atacados. Con objeto de precaverse, se recomienda a las personas sanas, que no concurran a lugares de reunión tales como cines, teatros, Templos, etc. Evitando asi mismo la visita a casas o habitaciones donde existan enfermos».

«Todas las personas, pero muy especialmente las que estén obligadas a estar en contacto con enfermos de gripa, deberán, cada vez que toquen al enfermo, lavarse las manos cuidadosamente con jabón»; «Es absolutamente necesario en interés del enfermo y d todas las personas que lo rodean, mantenerlo constantemente aislado y en contacto solamente con los que están encargados de su cuidado y éstos antes de ponerse en contacto con personas sanas, deberán asearse las manos, la boca y la nariz y cambiar de ropa».

«Como el contacto con una persona portadora de los gérmenes de la enfermedad es suficiente para producir el contagio, debe considerarse como peligrosos: el saludar estrechando la mano, el beso y el abrazo. En consecuencia, conviene abstenerse de esos actos».

 

Ciento dos años. La misma situación, los mismos consejos básicos, la misma lógica ante el enemigo común. Sin embargo no dejan de verse personas que constantemente hablan de conspiraciones, de controles político-policiales, de indiferencia, de que lo que importa es la economía, de que esto y aquello; de que yo tengo una prima que es amiga de una enfermera y que le dijo que todo es mentira; o lo dijeron en (donde sea): te curas tomando té de ruda macho con dos gotas de cloro y manteniendo la respiración un minuto… Y  así seguimos, con el hámster en la rueda que gira y gira en torno a la estupidez humana como un enemigo peor que cualquier virus.

Y por si alguien supone que aún exagero, les comento que después de que el presidente con capacidades diferentes del país del norte (léase Estados Unidos de América, para los que se encuentran en otras latitudes) dijera que el desinfectante mata al virus, más de cien personas fueron hospitalizadas por ingerir estos productos mientras que varios centenares más bloquearon los teléfonos de las secretarías de salud preguntando si podían consumirlos (hasta el punto de que el estado de Maryland tuvo que emitir un comunicado oficial para desdecir estos dichos).

Y ahora los dejo; mi té de ruda macho con dos gotas de cloro me espera (mi vecino dice que lo que no te mata, te hace más fuerte. ¿Será?).

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8 comentarios el “Como hace cien años (y dos más)

  1. El tiempo no nos mejora. Incluso, aplicando el principio de entropía, pienso que vamos en evidente decadencia. Volvemos a repetir los mismos errores de hace 100 años. Ayer veía un vídeo de un doctor español que también explicaba las similitudes de la pandemia de 1918 con la actual… literalmente lo mismo. ¿Qué hemos aprendido?

    Un fuerte abrazo

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    • Borgeano dice:

      Está muy bien la idea de aplicar el principio de entropía al entramado de la historia humana; tal vez eso que se llama progreso no sea más que una ilusión similar a la de los espejitos de colores con que suele engañarse a los salvajes. Vi el vídeo antes de responder y lo guardo como otro ejemplo de lo que siempre digo al respecto de estas cosas: ya teníamos las respuestas ante nosotros; lo único que debíamos hacer era adaptarlas a nuestra época; es decir, sumarles los conocimientos que habíamos adquirido desde entonces hasta ahora.
      Lo peor de todo es que la política ya considera a los seres humanos como una simple variable de cambio económico. Los muertos ya forman parte del «debe y el haber» en toda hoja de cálculo y así es como se toman muchas de las decisiones que nos afectan a todos.
      En ese sentido no solo no aprendemos; sino que no quieren que aprendamos.

      Un fuerte abrazo y los mejores deseos.

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  2. María dice:

    Pues esta vez os tengo que dar la razón a los dos y además sin paliativos. Que no aprendemos!!!
    Y al paso que vamos no vamos a aprender. No sé si será porque ya he perdido la paciencia pero ya estoy harta de lo obtuso que puede ser el ser humano.
    Un abrazo enorme Roberto, desde aquí.

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    • Borgeano dice:

      Es un lugar común oír (o incluso oírnos decir) «la gente no aprende» o cosas similares. En muchos de esos casos la frase puede ser considerada como una fórmula egocéntrica; pero nunca como en este caso en particular la creo válida y necesaria. La gente no aprende y hasta me atrevería a decir que está cada día más obtusa. Lo único que se logra con esto, por supuesto, es ahondar en todo problema que requiera la colaboración general. La gente, en lugar de luchar por el bien de todos, sólo se transforma en una diversidad de entes separados que sólo intentar salvarse a sí mismos, lo cual, evidentemente, es una receta segura para el desastre.

      Te mando un fuerte abrazo y espero que todo esté bien por allí.

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  3. La terquedad e ignorancia human, aderezada con su alto grado de ego, soberbia y vanidad han conducido siempre a la humanidad a su fracaso. En el orden mundial, la lucha por el PODER Y el CAPITAL es atroz, se lo lleva todo por delante, no les importa organizar guerras, ni que millones de personas se mueran de hambre (niños especialmente), que el cambio climático, la contaminación se encaminen a la destrucción del planeta.
    Gracias como siempre por tu entrada, Roberto.
    Un fuerte abrazo y ¡salud!

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    • Borgeano dice:

      La humanidad, al menos para la clase política, no es más que una variable de cambio económica. Si tiene que morir cierta cantidad de personas en beneficio de otros o de algo tan abstracto como la economía, se hace sin prurito alguno (hace unos días terminé un ensayo para una convocatoria y en él incluí, como ejemplo, los dichos del ex presidente argentino Mauricio Macri, quien se comunicó con el actual presidente, Alberto Fernández, y en esa charla dijo «Tú preocúpate por la economía, y que mueran los que tengan que morir». Los medios se hicieron eco de esas palabras. Por fortuna el actual presidente argentino dijo que «de la crisis económica se vuelve, pero una vida perdida no se recupera más» y optó por el lado humano de la ecuación; pero en líneas generales (Trump, Bolsonaro, por ejemplo), ocurre lo contrario).
      Muchas veces me has oído decir algo así como que «la gente es…» y terminar la oración con un adjetivo negativo. Creo que hoy, como nunca, esto es una verdad a voces. por desgracia.

      Un fuerte abrazo y los mejores deseos para ustedes.

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  4. A todo lo dicho aquí añado que, además, los humanos tenemos mala memoria. Pronto olvidamos lo sucedido incluso en el pasado reciente. Saludos.

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    • Borgeano dice:

      Exacto. Parece que sólo tuviesen memoria para señalar aquellas cosas que rozan en lo personal, incluso cuando se esté hablando de política (especialmente cuando se esté hablando de política); aunque otros ámbitos (religioso, pseudocientífico) no se queda atrás.

      Un abrazo.

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