La última pintura de Hopper

Pierrot es un personaje de la Comédie Italienne, máscara secundaria de la Commedia dell’Arte del siglo XVI, la cual llegaría hasta entrado el siglo XIX. Jean-Gaspard-Baptiste Debureau (mimo y saltimbanqui francés), estableció las características que, en adelante, definirían la iconografía del Pierrot, también llamado «payaso Blanco» o «Carablanca»: suele ir maquillado de blanco y con un disfraz claro y brillante a juego con una gran gorguera. La antigua máscara italiana perdió las características de astucia e ironía propias de la Commedia dell’Arte y fue convertido en una víctima melancólica del amor no correspondido, precedente a su vez del clown triste, enamorado de la luna, con el que finalmente se le identifica.

Jean-Antonie Watteau – Gilles

Antonie Watteau dio luz a Gilles durante los años 1717/18. Tal vez sea el Pierrot más conocido o, al menos, sea el que más comentarios haya suscitado y era, también, una de las obras favoritass de Edward Hopper, quien pudo verla con detalle en los años que pasó en París. El crítico Andrew Graham-Dixon coloca a esta pintura como una de las más importantes en cuanto al punto de ruptura entre la época de Luis XIV, el Rey Sol, y la de su sucesor, Luis XV. En la primera imperaban las medidas y las normas estrictas, las cuales dejarían de tener sentido casi de inmediato. Para Graham-Dixon, la actitud y, sobre todo, la expresión facial del Pierrot de Watteau, marcan el desconcierto que se sentía ante la apertura absoluta hacia un futuro incierto.

Ahora, en el blog de Rubén García acabo de leer una cita que me pareció más que adecuada para ilustrar, de manera literaria, al menos, a esta entrada. Pertenece a David Lagmanovich, quien dice: «Cuando era joven, escribía para llegar a ser. Hoy, cerca de la muerte, escribo para no ser. Mi meta es la inexistencia. Cada párrafo es un logro más en la búsqueda de la negrura a la que aspiro. Y el último párrafo, ese que quedará para siempre inconcluso, será también mi último triunfo, la definitiva ausencia de mí mismo».

Más allá de lo pesimista que suena esta frase en una primera lectura, creo que lo que la hace más fuerte es la conciencia de que todo artista, en tanto persona, tiene un límite, un punto de llegada, un punto o una pincelada final; saber cuándo darla o no sentir pesar por tener que hacerlo es una muestra de madurez reservada para unos pocos. En ese sentido sucede lo que siempre con el pesimismo en sí: a la larga se transforma en alguna extraña forma de optimismo, aunque parezca algo difícil de lograr, o imposible, incluso, para aquellos que ni siquiera se han acercado a tales abismos.

Edward Hopper – Two Comedians

Uno de esos afortunados fue Edwar Hopper, quien pintó su último cuadro con plena conciencia de que se trataba de un adiós. Ese cuadro no es otro que Two Comedians, el que nos muestra a un Pierrot saludando desde el escenario. Hopper se viste de Pierrot para recordar a su amado Watteau y para repetir, tal vez, el símbolo. Ese Pierrot, de la mano de su compañera, se inclina con humildad hacia el espectador; es decir, hacia nosotros. Nos agradece, acepta nuestros aplausos y se despide.

 ¿Quién tendrá la entereza de saber despedirse a tiempo y hacerlo, además, de manera agradecida? Madurez reservada a unos pocos…

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15 comentarios el “La última pintura de Hopper

  1. macalder02 dice:

    Al ser un una persona estoica y fatalista, sorprende que pueda hacer un adios a la vida de esa manera. Como era un hombre silencioso e introvertido, recogió las ultimas fuerzas e inspiración para hacer su última pintura y saber con certeza que era su despedida.
    Como bien lo expresa, había alcanzado el desarrollo completo de su madurez.
    Vaya si se disfruta tu artículo. Un gran abrazo
    Manuel

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    • Borgeano dice:

      Hopper es un pintor por demás enigmático, y no sólo por su obra. Asomarse a su biografía no va a brindarnos mucho; todo parece indicar que el hombre era en exceso tranquilo y hasta casi podría decirse que se trataba de un pequeño burgués; sin embargo, al igual que en sus pinturas, uno tiene la sensación de que hay algo más detrás de todo eso; de que hay algo oculto.
      Ahora, con respecto a este último cuadro y su relación con Watteau me parece un hito en su vida, algo que, como dije en la entrada, es algo reservado a pocos.

      Un abrazo.

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      • macalder02 dice:

        Sin lugar a dudas que será muy interesante ahondar en su vida porque así se puede despegar un poco el misterio que ha rodeado su vida. Nos seguimos leyendo.

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      • Borgeano dice:

        No vas a encontrar mucho, créeme; parece que estamos ante la vida de un sencillo hombre de oficina y nada más. Lo interesante viene por el lado de la esposa (también artista ella, y con un carácter mucho más filoso que el de Hopper) y de su relación. Pero eso, como dije, se sobreentiende, nunca se conoce de primera mano.
        El hecho de que ella también esté allí, en ese último cuadro, también suma mucho, pero si empezaba a hablar de ello la entrada se me iba a ir para cualquier lado…

        Un abrazo.

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      • macalder02 dice:

        Así parece. Buena aclaración. Saludos.

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  2. Maravillosa reflexión, amigo. Un fuerte abrazo.

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  3. Gracias por dejarnos entradas tan interesantes como esta, por otra parte «sello de la casa».
    Un gran abrazo.

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  4. Qué enigma siempre Hopper. No se cansa uno de ver pinturas que parecen ya muy sabidas, personajes trillados por nuestra vida y nuestra experiencia, horas y escenas más que aprendidas. Y, a pesar de eso, hay un aire siempre de intriga en cada cuadro. No había reparado en lo del Pierrot. Muchas gracias como siempre por lo que nos cedes, amigo Borgeano. Un abrazo, cuídate.

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    • Borgeano dice:

      Dices bien, Félix: qué enigma fue siempre Hopper… En sus cuadros, como bien se dice, uno siente algo ominoso, más allá de la maravillosa luz que siempre supo trabajar tan bien (y que fue su gran tema, como él mismo lo declaró) uno siente que acaba de pasar algo que no podemos explicar o, peor aún, que algo grave está por pasar. Algo así pasa con su vida; al acercarnos a alguna biografía suya vemos que estamos ante un hombre tranquilo, pero al mismo tiempo sentimos que hay algo oculto en eso que no se nos cuenta. Y eso es lo más notable de todo, que lo ominoso se «oculte» a plena luz es algo maravilloso.
      Lo del Pierrot lo conocí hace poco, luego encontré la cita en el blog de Rubén García y todo empezó a cuadrar. Me alegra que haya sido de tu agrado.

      Un fuerte abrazo.

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  5. Leer sobre el universo de Hopper siempre es un gustazo y más en este tiempo de reflexión. Muchas gracias por el contenido, me ha parecido muy interesante.
    ¡Un saludo!

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